jueves. 18.04.2024
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El actor Alberto Castrillo Ferrer en una escena de la película.

¿Hay algo más que la pura evasión cómica en la película Historias lamentables? ¿Qué diferencia hay entre el cine de Historias lamentables y su poder haber sido una miniserie de televisión con sus capítulos autoconclusivos pero no del todo? ¿Por qué nos reímos con tanta facilidad de la crudeza del sufrimiento de quienes son apayasados por los artistas?

Empiezo por decir que los ciento veintinueve minutos de la reciente película del siempre singularmente talentoso y experto cineasta del disparate y la placidez del desastre Javier Fesser (dirigida por él, quien la escribe junto a Claro García, recién estrenada en medio de este año 2020 tan necesitado de alegrías, aunque sean pequeñas como esta película no tan pequeña) me ha parecido divertida, en muchos momentos excelente y en definitiva una obra de arte cinematográfico lo suficientemente buena como para recomendársela a todos cuantos amen la comedia. Y el cine.

historias_lamentablesHistorias lamentables le debe mucho de su mérito a su espléndida fotografía, la de Álex Catalán, y a sus actores, encabezados por cuatro que rayan a una altura descomunal, de gracia, saber hacer, contención estridente y humor artístico: Chani Martín, Laura Gómez-Lacueva, Alberto Castrillo Ferrer y también Matías Janick.

Estoy con lo que Luis Martínez ha escrito para El Mundo: "lo que surge del caos es una comedia destartalada, deslumbrante y profundamente emotiva. La gracia de la desgracia". No comparto en modo alguno lo que Javier Ocaña dejara dicho en El País: "pese a su colorismo y a su estupenda producción, las viñetas de Javier Fesser, sobre todo la primera, discretísima, parecen descartes creativos de sus primeros tiempos en el corto". También coincido plenamente con Federico Marín Bellón (ABC), para quien los personajes de Historias lamentables son "seres interpretados de forma entusiasta y precisa” y sus historias “son historias máximas que el cineasta conecta de un modo imprevisible y con absoluto dominio técnico”. Quizás tenga algo de razón, a mi modo ver, algo, digo, Marta Medina, que considera en El Confidencial que "el director se atreve a dar rienda suelta al estilo”, mas “no acaba de rematar. Sus historias dejan una sensación de que si hubiese apretado más, el resultado hubiese sido más penetrante". Y, sí, "cada uno de estos actores prodigiosos establece el tono de los episodios. Las Historias lamentables de Fesser son puramente fesserianas”: ahí le has dado Andrea G. Bermejo en tu texto para Cinemanía.

Una película fesseriana, reconocible. Ya sabes, si no te gusta el cine de Fesser, ni te molestes. Pero si eres fan, si eres fan no te arrepentirás de reírte viéndola.

Las historias lamentables del cineasta Javier Fesser