jueves. 18.04.2024

Para muchos europeos (y sudamericanos) menores de cuarenta años, el nombre de Sendero Luminoso apenas significa imágenes de campesinos llorando junto a cadáveres tendidos en el suelo, con música andina de fondo; o la estampa de Abimael Guzmán —el líder senderista— con gafas de sol y traje de presidiario, dentro de una jaula de fiera circense. De hecho, el conflicto entre este grupo de ideología maoísta y el ejército peruano en la década de 1980, que dejó setenta mil muertos (en su mayoría civiles alrededor de Ayacucho, al sur del país), parece quedar mucho más lejos en el tiempo. Una pesadilla —diríamos— que conviene no recordar.

Cada país supera sus traumas a su manera, y en Perú —a diferencia de Argentina y de Chile, con juicios mediáticos a las cúpulas de sus dictaduras— parecen haber optado por la amnesia y el silencio: los nacidos después de 1990 casi no saben qué ocurrió durante aquella época sangrienta. Solo el cine, aparentemente, evita la desmemoria: desde 1988, cuando La boca del Lobo se premió en el Festival de San Sebastián, no ha habido año sin película sobre el conflicto, ya sea usándolo como telón de fondo (The Dancer Upstairs de John Malkovich ficciona el romance entre el militar Benedicto Jiménez y Maritza Garrido, la bailarina que ocultó en su casa a Guzmán), o mostrando sus efectos psicológicos en la población durante la posguerra (La teta asustada de Claudia Llosa).

Aunque la mayoría de películas no hayan trascendido de Perú, las mencionadas sí tuvieron repercusión en Europa y en EEUU. La última noticia de Alejandro Legaspi está entre las primeras —hoy puede verse en España gracias a Filmin—, pero no es solo una más: con veinticinco años de perspectiva, Legaspi muestra el conflicto desde la intrahistoria y sin las presiones políticas que sufrieron otros directores.

El filme arranca con la boda de Alonso —locutor de radio— y Teresa, en una tranquila ciudad andina. Tras la ceremonia, los invitados encuentran perros ahorcados en las farolas y, en los muros, pintadas contra Den Xiaoping: en diciembre de 1980, Sendero Luminoso protestó así contra la apertura económica promulgada por el dirigente chino, frente a la doctrina maoísta; y le declaró la guerra al estado.

Alonso y Teresa, así como sus amigos Pedro y Zoila —este, maestro en una escuela local—, se ven inmersos en la espiral de violencia y de odio que desencadenan tanto los senderistas, con bombas y apagones, como los militares llegados desde Lima. Alonso, apremiado por los sucesos, crea un noticiero, y se gana la antipatía de los sinchis —que le afean su defensa de los derechos humanos— y de los terrucos, que le consideran un reaccionario pequeñoburgués. Los alumnos de Pedro dejan las aulas para unirse a los rebeldes y lo juzgan parte del estado corrupto, pese a que él comparte sus convicciones.

El filme expone las atrocidades sufridas por la población: las ejecuciones sumarias realizadas por los senderistas, con piedras y machetes, en plazas de pueblos donde supuestamente había soplones; y los asesinatos, las torturas y las violaciones del ejército a sospechosos de simpatizar con Sendero. El fanatismo ideológico presentado como lucha contra la corrupción y la desigualdad puede llevar a la destrucción, nos dice la película, y un ejército oficial puede actuar igual (o peor) que su enemigo.

Aunque resulte académica y fría por momentos, La última noticia defiende la importancia de la información objetiva en la democracia, y muestra como ambos bandos quieren controlarla por la fuerza; también es un alegato a favor de la libertad de expresión hasta las últimas consecuencias, y un homenaje al oficio periodístico: el esfuerzo de Alonso por mantenerse neutral ante las presiones le convierte en un héroe discreto (la verosimilitud del filme se debe, en buena medida, a la actuación de Pietro Sibille, que con sobriedad gestual transmite el desgarro interior de Alonso).

La última noticia es una película pedagógica que, sin gran profundidad, plantea si se puede ser neutral en una guerra, y que refleja como los civiles —los más pobres— fueron quienes más sufrieron pese a que Sendero y el ejército declarasen redimirlos y protegerlos. Un interesante documento sobre uno de los enfrentamientos más complejos y misteriosos de Sudamérica en el siglo XX.

GONZALO GÓMEZ MONTORO

Una lección de historia