viernes. 29.03.2024

Reyes-catolicos2La centralización en la administración y el gobierno es el proceso que desvincula el poder de las unidades más pequeñas a favor de una estructura institucional central y común. Este centralismo está muy relacionado con el nacimiento y desarrollo del Estado Moderno a partir de la crisis bajomedieval, en el proceso de creación del Estado absolutista, y luego transformado, con otros principios, en la Revolución Liberal. Este fenómeno encontró en cada momento su contestación o resistencias, diferentes también, según el contexto histórico.

Las Monarquías europeas occidentales vivieron un proceso de expansión y acumulación de poder en el siglo XV, como lo demostrarían los casos de los Tudor ingleses, los Avís portugueses, los Valois franceses y los últimos Trastamaras hispanos, los Reyes Católicos. No fue una historia lineal ni corta, sino muy sinuosa y llena de obstáculos. Recordemos simplemente el caso castellano con los conflictos en el reinado de Enrique IV y la guerra civil posterior entre los partidarios de Juana y los de Isabel. Los Reyes Católicos, un vez alcanzado el poder y pacificadas las dos Coronas, asentaron su dominio con la guerra de Granada y, sobre todo, al montar un aparato institucional claramente centralizador, a través de la creación de los Consejos, que los Austrias desarrollaron plenamente, a medida que aumentaron los territorios bajo su dominio y las materias a tratar. Se puso en marcha una creciente y sofisticada administración, nutrida por elementos (juristas) formados en las universidades.

La centralización del poder siempre encontró fuertes resistencias en los reinos y territorios con una tradición administrativa y de gobierno planteada bajo los principios el pactismo, es decir, por la necesidad de llegar a acuerdos entre los reinos, a través de sus instituciones representativas estamentales, como eran las Cortes y las Diputaciones de las mismas, con la Monarquía. Fue el caso de todos los territorios de la Corona de Aragón. Los Austrias intentaron socavar esta situación a través de varios medios. Procuraron aplicar instituciones comunes, siendo el ejemplo más notorio el de la implantación de la Inquisición moderna en Aragón, que causó fuertes resistencias, pero que, al final, se impuso, dependiendo, como la castellana, de una institución central, el Consejo de la Inquisición. También se enfrentaron con algunas instituciones que velaban por el cumplimiento y respeto de los fueros, como fue el caso del conflicto entre Felipe II y el Justicia de Aragón a cuenta del episodio de Antonio Pérez. Por fin, el conde-duque de Olivares, ya en el siglo XVII, intentó imponer claramente la centralización con un proyecto más elaborado, como se puso de manifiesto en el Memorial Reservado y en el proyecto de Unión de Armas. El objetivo principal de Olivares era que el rey dejara de serlo de los distintos reinos para serlo de España. Pero también que todos los territorios contribuyesen al esfuerzo general, especialmente en las cuestiones fiscales y militares. Fracasó completamente, y aunque se reprimieron cuantos intentos hubo de separarse de la Monarquía Hispánica, como fue el caso catalán, los Austrias nunca abolieron los fueros e instituciones particulares, ni implantaron el modelo centralizador en la Corona aragonesa. En la época de los Austrias siempre estuvo presente la pulsión centralista, pero nunca se terminó de imponer. La cuestión cambiaría claramente con la llegada de los Borbones.

Centralización en la España Moderna: Reyes Católicos y Austrias