viernes. 19.04.2024
LECTURAS SUMERGIDAS | REVISTA LITERARIA

Cees Nooteboom: Antes y después del muro de Berlín

Por Emma Rodríguez | Noticias de Berlín (Siruela) es un libro que consigue hacernos olvidar el ahora y nos sitúa en el centro del torbellino que fue la capital alemana en esos días.

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Fotografía suministrada por la editorial Siruela

lecturassumergidas.com | @lecturass | En estos días en los que tantos análisis periodísticos se han desplegado ante nuestros ojos, en los que la ventana del pasado se ha abierto momentáneamente en nombre de las conmemoraciones del 25 aniversario de la caída del muro de Berlín, debo agradecer al escritor holandés Cees Nooteboom la oportunidad de viajar de su mano a un país, a una ciudad que entonces se debatía entre la esperanza y el temor, atravesado por las cicatrices de la Historia y lejos de saber que pocos años después iba a ser de nuevo una potencia fuerte, con capacidad de imponer su voluntad y sus dogmas al resto de un continente viejo y atrapado en sus contradicciones y prejuicios.

Noticias de Berlín (Siruela) es un libro que consigue hacernos olvidar el ahora y nos sitúa en el centro del torbellino que fue la capital alemana en esos días. ¿Cómo transmitir todas sus claves, referencias, enriquecimientos? El autor, ese viajero en busca de verdades, ese explorador de almas ajenas, ese hombre preocupado por comprender a los demás y comprenderse a sí mismo, nos habla de cómo nos sigue asombrando cada día la velocidad con que todo parece ocurrir. “Lo que hasta ayer era impensable hoy se propone y mañana se enmienda”, dice refiriéndose a la acelerada reconversión de la RDA, a la normalidad con la que aparentemente, en tan poco tiempo, desaparecieron las fronteras y se disiparon las diferencias.

“¿Qué es la reunificación: una quimera, un deseo, una posibilidad?”, se preguntaba Nooteboom, preocupado, atento al efecto de esa gran cicatriz que dejó el muro en la gente común. “La reunificación es la quimera del resto de los europeos, que tienen miedo a una Alemania unida. Nunca la habrá. Los del Este sí que la quieren, pero los del Oeste bajo ningún concepto”, era la opinión de un amigo alemán, quien le transmitió que los vecinos de la RDA no serían bien acogidos en la Alemania moderna, rica y occidental porque desentonaban en ella con su pobreza y su atraso y porque, además, no estaban dispuestos a costearla.

Hay otro interlocutor en esa conversación de la que, pasado el tiempo, Nooteboom nos hace partícipes. Se trata de un húngaro que alude a la lengua, a la comunidad alemana; que reprocha su egoísmo a quien habló previamente y que, ese mes de mayo de 1989, no podía imaginar que diez años después el muro siguiera en pie. “¿Qué será entonces de la casa común europea? ¿Tiene que estar la RDA en medio como una habitación cerrada?”, formulaba la cuestión y analizaba las ventajas de la apertura para el otro lado, la posibilidad de establecer un plan de ayuda tipo Marshall para el Este. Vamos leyendo el diálogo y sentimos que estamos en cualquier bar en esos días, dentro de los hogares donde la gente discutía y jugaba a vaticinar el inmediato futuro.

Se suceden las conversaciones, a favor y en contra de volver a ser una gran nación, sobre la ruptura del equilibrio que tanto temían los otros países europeos. Los del Este decían que los del Oeste querían comprar su país a precios irrisorios, los del Oeste que el Estado era un pozo sin fondo en el que se perdería el marco fuerte por el que tanto habían trabajado. Todo lo iba escuchando Nooteboom, convencido de que nada iba a parar el tren en marcha, una metáfora tan recurrente esos días. El 10 de noviembre de 1989 cayó el Muro y allí estuvo, para contarlo, para recordarlo, con todos sus matices, el autor de obras como El enigma de la luz, El día de todas las almas y Cartas a Poseidón, entre muchas otras.

“La tenebrosa nave del Reichstag se encuentra en medio de un mar de gente, todo el mundo se dirige hacia las altas columnas de la Puerta de Brandenburgo, hacia los caballos al galope que la coronan, que antes corrían para el otro lado. El estrado, desde el que se puede ver toda la avenida de Unter den Linden, se mece bajo el peso de la gente, forcejeando logramos subirnos a la plataforma…”, seguimos las líneas de una crónica llena de griterío, vitoreo y flashes, “los flashes de cientos de cámaras fotográficas” que se lanzaban voraces hacia el muro en medio de un ambiente absolutamente festivo: bailes, gritos, entusiasmo, lágrimas de emoción, abrazos…

Después de la caída del Muro las páginas de la Historia se siguieron escribiendo y el autor volvió a visitar la ciudad en distintas ocasiones para vivir los acontecimientos de primera mano y continuar analizándolos: la unidad monetaria, las obras de reconstrucción de Berlín como una sola y poderosa capital... Y llega un momento en que se hace, y nos lleva a hacernos, preguntas como éstas: ¿Y después de ese gran salto, de ese derrumbe, qué ha pasado? ¿Cuál ha sido el papel de Alemania? ¿En qué ha quedado la alegría, la esperanza, la incertidumbre, que acompañó a la reunificación?¿Hacia dónde se dirige Europa, el sueño de la Europa única? “De pronto ya no se trata de ideas sino de dinero; no de una de las aventuras más grandes de la historia europea sino de miedo a los vecinos que han estado comprando cosas a crédito al tendero; no de la Europa de Erasmo y Voltaire, de Tolstói y Thomas Mann, de Rembrandt y Botticelli, de Hegel y Hume. No, se trata de cifras anónimas, mucho más grandes…” ofrece Cees Nooteboom una contestación demoledora a todas esas grandes cuestiones. Y achaca a los gobernantes el haber reducido Europa a “abstracciones detrás de la coma de un decimal”, el haber empleado “la demagogia del sentido común para enterrar bajo cenizas el entusiasmo de los ciudadanos”.

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Cees Nooteboom: Antes y después del muro de Berlín