jueves. 25.04.2024
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Fotos: Miguel Paubel, de Sangre y Raza

Carmen es tan universal y tan caleidoscópica que admite todas y cada una de las miradas y hasta cuando se trata de ser lo más fiel posible al texto, el espíritu de Carmen siempre viaja libre. Hace unos años pudimos ver la versión de Carmen que realizó Johan Inger para la Compañía Nacional de Danza y todavía flota en la memoria la versión que realizaron a principios de los ochenta Carlos Saura y Antonio Gades, con Cristina Hoyos interpretando a Carmen. 

“El baile aquí es el personaje absoluto. (…) Lo que hemos pretendido es encontrar en nuestras raíces, en nuestro temperamento, los elementos de esta Carmen, y para ello hemos utilizado la danza y el baile flamenco, sin desdeñar, a pesar de esto, la hermosa partitura de Bizet, que, por el contrario, nos sirvió de contrapunto", dijeron en aquella ocasión los maestros Saura y Gades. Quizá inspirados en estas palabras el coreógrafo Juan Manuel Prieto y el director escénico Carlos Fajardo quisieron hacer su propia mirada al mito universal. 

Cualquier acercamiento a este mito universal es siempre caminar al borde del abismo. La versión realizada por “de Sangre y Raza” plantea, dentro de su fidelidad a la obra, un punto de vista propio que pone, quizá sin intención, el acento en Don José. “Si tú no me amas, yo te amo, y si yo te amo, ¡Ten cuidado!...” canta Carmen en la habanera con la que aparece a escena. Tras el amor se esconden muchas sombras y en este Don José cristalizan muchas de ellas. Un Don José maltratador y asesino, que ama a Carmen de manera patológica y que en esta versión cobra una potencia inusitada. No hay medias tintas en esta versión, en la que Don José hace un recorrido por las tinieblas que lo convierten en un personaje cruel y sádico. Cada tiempo lee los clásicos con las gafas contemporáneas. “Y me encontré maldiciéndote, odiándote, y diciendo para mí:
 ¿Por qué el destino quiso
que te cruzaras en mi camino?”. En esta versión sobran las palabras.

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Construida como si fuera un patchwork en el que las piezas se van cosiendo sobre el escenario para mostrar un catálogo de las distintas ramas de la danza española que bien servirían como repertorio a lo que un bailarín o bailarina deben llevar en su repertorio. Un manojo de momentos brillantes. El que Don José nos brinda cuando Juan Manuel Prieto se convierte en una sombra de ser humano, la voz de la cantaora Ester Lara cantando a capella e interpelando directamente al público con su voz o la imponente aparición entre sueños rojos de Carmen en la prisión. 

Ya es demasiado tarde. Carmen muerta sobre el escenario es rodeada por los fantasmas de los hombres que supuestamente se sintieron heridos en su orgullo masculino. Una escena terrible justo el día que conocemos la sentencia de La Manada. Escalofrío ante tantos siglos de Cármenes.


“Carmen de Merimeé” de la Compañía de Danza ‘de Sangre y Raza’ con la dirección de Juan Manuel Prieto y Carlos Fajardo se representó dentro del programa Festival Clásicos en Alcalá en el Teatro Salón Cervantes los días 20 y 21 de junio de 2019.

Carmen como excusa