martes. 16.04.2024
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Fotografías cedidas por CO-NET

Carlos Sebastiá, junto con Marie Gerard y Loles Sanchis, es el creador de CO-NET, organización que fomenta el arte contemporáneo a través de eventos y exposiciones y residencias artísticas como “CO-NET photo res” en colaboración con la Universidad Jaume I, el Ayuntamiento de Castellón y la revista Magma.

Bajo el concepto amplio de “Residencias Artísticas” podemos encontrar experiencias de las más diversas características y condiciones alrededor de la investigación y la producción de proyectos artísticos. La necesidad de crear “espacios dinámicos de descubrimiento, creación, interacción y difusión de la práctica artística contemporánea”, en palabras de Carlos Sebastiá, pero también la precariedad del sector, han hecho florecer numerosas iniciativas con esta etiqueta. 

CO-NET es una de las propuestas más destacadas, tanto por su proyección artística como por sus buenas prácticas. Un proyecto nacido con vocación internacional en torno al Festival Fotogràfic Imaginària, organizado por la Universidad Jaume I de Castellón, inició su andadura en 2018 con la organización de una residencia para seis artistas de cinco países con el objetivo de investigar en Los Límites de la Fotografía y se contó con el apoyo de la University of Arts of London y la propia Jaume I, lo que da buena cuenta de la vocación internacional de este proyecto creado por Loles Sanchis, Marie Gerard y Carlos Sebastia.

Precisamente, hace apenas unas semanas que finalizó su última residencia artística con unas conversaciones sobre el modelo y el papel que juegan las residencias en el actual contexto cultural, en el que contaron con la participación Agustín Serisuelo, Paco Poyatos, Jorge Conde, Roser Colomar, Daniel Belinchón y el propio Carlos Sebastiá, fundador de CO-NET y artista valenciano residente en Londres, que tras iniciar su carrera profesional en el sector del marketing y las ventas en el sector farmacéutico, se dió una segunda oportunidad y en la actualidad ha participado en proyectos y residencias en Pekín, Islandia, Austria, Londres, Valencia y Castellón, exponiendo en más de diez países.

Desde su punto de vista, “hay muchos modelos de residencias artísticas, tanto por el enfoque que tienen, investigación, producción, desarrollo, como por dónde se realizan, en qué condiciones, el tiempo del que se dispone para poder desarrollar  proyectos y, evidentemente, el contexto”. En el caso de CO-NET se han centrado en un modelo basado en la investigación artística, más que en la producción, “porque creemos que es la parte más invisible del proyecto artístico que hay que potenciar y desarrollar. Pues, casi todas las políticas culturales se enfocan hacia la producción y la visualización del producto final y no hay tantas actividades que se enfoquen a la parte de investigación, para lo cual este año es un mes”, explica Carlos Sebastiá.

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Desde su punto de vista, es imprescindible que estas residencias artísticas se basen en criterios de buenas prácticas, en su caso, “ofreciendo una residencia pagada, con una remuneración de novecientos euros, más setecientos euros en concepto de dietas y alojamiento, pagamos transporte hasta Castellón y  la participación pagada en un Open Studio. Estas condiciones atraen propuestas artísticas muy interesantes a nuestra residencia, pues el artista obtiene financiación para desarrollar la parte no visible de su trabajo”. 

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Uno de sus objetivos es que el público en general pueda observar los procesos de creación que quedan invisibilizados. “El espectador no se va a encontrar con una pieza final, sino que se va a encontrar cómo el artista funciona, piensa, cómo desarrolla”, explica Sebastiá. “En nuestro caso, el diálogo con el Festival Fotogràfic Imaginària es fundamental. Tratamos de aportar una serie de enfoques diferentes y una relación con el territorio. Los artistas residentes son capaces de sacarle punta a determinados elementos o cuestiones que de alguna manera, están no visibles o cubiertas por la actividad diaria de la ciudad o en los pueblos de alrededor”.

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Carlos Sebastiá, también se muestra muy crítico con el problema de la precariedad laboral de los artistas. “Precariedad es sinónimo de artista. Expones y pagan al electricista, al pintor que pinta las paredes, pero al artista no le pagan ni un duro y es el que rellena de contenido cultural y el fin de la exposición. No hay tantas oportunidades como debería hacer y pequeñas oportunidades como esta hacen evidente la demanda. Para la última convocatoria de “CO-NET photo res”, en la que finalmente participaron Jorge Conde, Paula Valdeón, Mar Juan Tortosa y Alberto Feijóo, habíamos recibido más de cien propuestas, esto evidencia la necesidad y el deseo del artista de hacer cosas. Hoy en día, pagar mil euros supone para un artista poder hacer o no su proyecto. Esto es una realidad con la que tenemos que lidiar y que tenemos que luchar por cambiar. Una de las formas de hacerlo es sensibilizar a la gente en general sobre qué aporta el arte, tanto en la industria como en cualquier sector, como para nutrirse uno mismo y cambiar las formas de pensar”. 

En este sentido, considera que en España “hay cada vez menos gente joven en las exposiciones y hay un porcentaje brutal de personas que nunca han vistado un museo. Hay que visibilizar, sensibilizar y hacer políticas de apoyo al arte, no sólo económicamente, sino trabajar en la sensibilización desde la educación infantil. Es necesario acercar las actividades artísticas y los procesos al público para que comprendan y no se sientan distantes. Pero no es un problema unidireccional, sino que los artistas también tenemos que pensar en qué estamos haciendo mal para que no se llegue a más gente, que siempre los círculos artísticos sean muy endogámicos y siempre acudamos los mismos. Hay que impulsar que la gente acuda”.

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Las residencias artísticas también aportan una relación necesaria entre la población y sus artistas, sobre todo en lugares pequeños. “Si ponemos a cuatro artistas en Valencia, ni se nota, al final se relacionan entre ellos, pero cinco artistas trabajan en un pueblo de quinientos habitantes el impacto y la relación que logras puede ser importante, si consigues que la gente del pueblo pueda acercarse a los espacios a explicarles el proceso y a enseñarles el resultado final, el por qué. Al final, un artista sobre todo debe generar pensamiento, incentivarlo. La residencia artísticas como modo de actividad genera gran impacto en el sitio donde la desarrollas”, continúa Carlos Sebastiá. 

Un ejemplo de relación con el entorno que practican en CO-NET. “Durante nuestras residencias el espacio está abierto, los artistas deambulan por el entorno. En esta última edición, Jorge Conde, habla de los fracasos del habitar, busca espacios hostiles donde pasa horas y horas intentando habitarlos. También hemos celebrado una mesa redonda en el Máster de Educación de la universidad Jaume I en colaboración con Paloma Palau, profesora de Educación Infantil, para generar un debate con los estudiantes que después van a educar a los más pequeños para que salgan de la forma típica de educar al niño respecto al arte, sino que puedan ver otros procesos o cómo se producen estos. También celebramos jornadas de puertas abiertas donde el público puede acudir y hablar con los artistas, se vean los procesos de  ensayo y error. Se trata de visibilizar”.

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“Las residencias artísticas convierten a los territorios en espacios de creación”