jueves. 25.04.2024
carlos cano

Por detrás de la luna se extienden los campos de refugiados y la gente busca espárragos, caracoles y tagarninas. Por delante los edificios de la Tierra crecen hasta rozar la piel de los cráteres. La bandera de Estados Unidos ha emigrado a un campo de algodón de un pueblecito de Arkansas. Los gobernantes no creen en la luna. Jornaleros y obreros llenan la España vaciada y el alma vacía y el trabajo sagrado no se profana. Carlos Cano entre amarantos y olivos canta.

Por detrás del mar los marineros y los náufragos se juntan y se abrazan. La brisa suena a Amália Rodrigues y contiene una paz inédita. Por delante la orilla retrocede hasta altamar, tiene miedo de los turistas. Los gobernantes no creen en el mar. Carlos Cano canta entre coplas y fados.

Por detrás de los mapas Andalucía se tiende al sol de Nueva York, verde, blanca y verde. Parece una vistosa toalla de playa. Pero debiera ser un corazón desplegado en mitad de una geografía con el significado de vida. Los gobernantes no creen en la vida, ni en la sombría ni en la abrasada. Carlos Cano canta agradecido subido al Monte Sinaí.

Por detrás de las cosas, donde el duende y el misterio se tutean, sopla de cara la agonía y la alegría que tiene el Sur y María la Portuguesa camina enlutada detrás del féretro del amor. De su pecho brotan las letras de marfil que dicen siempre. Desde el Evangelio María es nombre de mujer con pena. Todas las mujeres que sufren se llaman primero María. El feminismo es religión antes que política. Práctica y altar antes que eslogan. Por detrás del tiempo las flores son voces desgañitadas y el olvido se viste con una túnica blanca y sujeta una llama. Entre amapolas y claveles Carlos Cano canta.

Por detrás del cielo están todas las tierras. Nadie se atreve a poner nombres porque hay un viejo almacén de clamores supersónicos esperando ser bautizados como hacen con las borrascas. Carlos Cano con su corazón como un membrillo iluminado se fue al cielo por agua y se trajo un cubo de nebulosas coleando y un niño de luces negras con un nimbo de camarones que canta el dolor con acento legendario porque sólo la desventura puede ser embellecida.

Por detrás de las manos se entretejen los suspiros, las caricias que no damos, los abrazos que cicateamos, la pasión que envilecemos, la ternura que ahuyentamos. Por detrás de los ojos acumulamos el cieno del otro cambio climático del planeta. Carlos Cano canta agarrado al mástil de la esperanza.

Por detrás del aire contaminado la Alhambra vive oculta. Sin visitas ni fotos. Y los ángeles se esconden para comerse alborotados las sobras y los lamentos huérfanos que da el día. Están engordando como pollos de granja y ya no vuelan. Los gobernantes no creen en el hombre... ni en los ángeles. Carlos Cano canta balsámico y melancólico, canta.

Carlos Cano