jueves. 28.03.2024

Esta semana el planeta se ha convertido en la sala de cine más grande jamás contada. Miles de millones de personas hemos asistido estupefactas al último western de Hollywood. El definitivo. Los ingredientes, los de siempre, pero esta vez como gustan de decir en LA, ‘bigger than life’: el criminal más buscado de la historia, una búsqueda infructuosa de diez años a través de inhóspitos desiertos y un duelo final saldado con la muerte del villano responsable del mayor ataque jamás perpetrado al país de Wyatt Earp, conforman un relato posmoderno y apocalíptico, cruce del western con la mejor ciencia ficción (no creo que haya sido el único al que la irrupción salvaje de la noticia de la muerte de Osama Bin Laden en todos los medios de comunicación le produjo una inquietante sensación de irrealidad).

El último refugio de Abbottabad

El asalto el pasado domingo al último refugio de Bin Laden en Abbottabad por la unidad Equipo 6 de los Navy SEAL, puso fin a diez años de ostracismo para Osama y los suyos. El líder de Al Qaeda escapaba de la muerte acompañado de sus mujeres e hijos. Una de sus hijas, de 12 años, fue testigo de la operación y una de las personas que confirmó la muerte del terrorista. No puedo evitar pensar en cual sería el día a día en Abbottabad para la familia Bin Laden, en especial para los más pequeños de la casa / búnker. Probablemente la niña que dio fe de la muerte de su padre no tuviera ganas de jugar al escondite puesto que llevaba casi toda su vida jugando a él. El viernes, mientras veía The Bartos family. Private Hungary 1 y A Maelstrom (Péter Fórgacs), dos de las piezas con las que el festival internacional de documentales Documenta Madrid abría su octava edición, los Bin Laden me venían todo el rato a la cabeza.

 

Los documentales, hechos en base a las grabaciones domésticas de dos familias burguesas judías húngaras a lo largo de las décadas de los 20, 30 y 40, suponen un recorrido enternecedor y escalofriante por el preludio del horror. Ajenos a lo que estaba por venir, las familias Bartos y Peereboom pasan sus días entre paseos, juegos, visitas al balneario de Marienbad, pequeñas representaciones teatrales en los jardines de sus mansiones y lunas de miel en Venecia o París. Las imágenes recopiladas por Fórgacs seducen por su cualidad onírica y fantasmagórica. La despreocupación y ligereza con la que transcurren las vidas de las dos familias es directamente proporcional al infierno del holocausto, un destino que ninguno de sus miembros podía prever. Las imágenes de dos mujeres de la familia Peereboom cosiendo alegremente y preparándose para un viaje a un “campo de trabajo” (Auschwitz en realidad) dan la escala de la ignorancia en la que vivía la población judía respecto a la Solución Final. Todo lo contrario que la familia Bin Laden respecto a su tan temido destino (final).

 

El balneario de Marienbad en “El año pasado en Marienbad” de Alain Resnais

Es por ello que mientras veía las grabaciones de los felices Bartos y Peereboom, no podía dejar de pensar en los Bin Laden. ¿Habrán realizado ellos grabaciones domésticas que den fe de su tensa espera de igual modo que las familias húngaras se consagraron a inmortalizar cada uno de sus beatíficos gestos, reflejo de lo inconcebible que por entonces resultaba para ellos el trágico final que les aguardaba? ¿Las habrá grabado quizás uno de los hijos del terrorista más buscado de la historia, tal y como hiciera el hijo del pederasta Arnold Friedman en el célebre documental Capturing the Friedmans sobre una familia rota por los desmanes pedófilos de su pater familias? Quién sabe. De lo que no hay duda es de que con grabaciones domésticas o sin ellas, Hollywood, más amigo de la ficción que del documental, terminará por ‘capturar’ a Bin Laden Laden recreando sus últimos días en Abbottabad a la manera de El hundimiento, celebrado título sobre los últimos días de Hitler y Eva Braun en su bunker berlinés. Quizás sea entonces cuando, en la oscuridad de la sala, el mundo entero pueda someter a juicio a uno de los grandes criminales de la historia.

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Capturing the Bin Ladens