sábado. 20.04.2024
LIBROS: MATERIA DE BRASIL | ELÍAS SERRA

Brasil, mucho más que un país tropical en crecimiento

Hace tiempo que Brasil dejó de verse como un país tropical, cuna de samba  y futbolistas. En estos años este impávido colosso que canta la letra de su himno, se ha consolidado como un nuevo gigante dispuesto a dar lecciones de macroeconomía a la vieja y angustiada Europa.

El tópico del exotismo de sus playas está siendo sustituido por el nuevo lugar común de los índices de producción de soja, mientras que la morena piel de la garota de Ipanema se ve cada vez más relegada ante la seducción de los negocio. Y mientras unos lugares comunes pasan el testigo a otros, Brasil y sus cerca de 200 millones de habitantes sigue siendo en gran medida unos desconocidos. Para superarlo, Elías Serra (Albacete, 1947) ha querido aportar la experiencia de sus más de nueve años de residencia en el país, un tiempo que le convierte en testigo de los grandes cambios –y también de los pesados lastres– que marcan el Brasil de hoy. Una aportación materializada en un libro, Materia de Brasil, tan personal como peculiar, que la editorial valenciana Algar se ha encargado de llevar hasta las librerías.

Porque el trabajo de este profesor de Lengua y Literatura es ante todo un testimonio de lo visto y oído  durante estos años vividos en Rio, Belo Horizonte o, sobre todo, Salvador de Bahía. Sus páginas son más que la recopilación de anécdotas de un libro de viajes, como también superan la simple descripción de paisajes y paisanajes. Serra nos ofrece una obra coral donde los personajes nos aportan con sus pequeñas historias una panorámica sociológica de Brasil. Protagonistas efímeros, dispuestos a salir fuera de plano para que sea otro quien con su particular alegría o miseria, prosiga el relato. Es así como descubrimos el racismo social latente en la fugaz mueca de una anciana ante dos jóvenes negros; la desesperanza de Nair, pariendo mientras recolecta latas de cerveza vacías durante el carnaval; las apocalípticas reflexiones de Marcos Willians Herbas Camacho desde el presidio donde cumple condena y controla el narcotráfico carioca; el ufanismo, ese desbordado patriotismo  con que Josias Welligton espera ver en el televisor una venganza futbolística frente a Francia que nunca llega.

Protagonistas fugaces que perfilan un Brasil de contornos sólidos, frente a los que destaca otro que, sin embargo, se presenta como uno de los ejes vertebradores del libro. Se tratas, como no podía ser de otra forma, de Luiz Inácio Lula da Silva, el hijo de ese paupérrimo nordeste, sindicalista y dirigente del Partido de los Trabajadores,  que acabó ocupando en 2003 la presidencia. Un triunfo para mayor desespero de la buena sociedad y sus medios de comunicación, espantados con su grosero populismo, impotentes ante su complicidad con el povão, ese populacho que puebla por millones las favelas, las riberas amazónicas, las periferias, invisible hasta entonces, sin otra presencia que las notas de sucesos. Un Lula tosco y pragmático, que por un lado mima paternal al pueblo, su gente, con las ayudas de la Bolsa Familia, mientras que por otro busca atraer al conservador voto evangélico, abraza sin complejos el economicismo o ve surgir la corrupción en su entorno. Un Lula pragmático, en fin, del que renegará las esperanzas izquierdista de  Caetano Veloso o la perseverancia ecologista de Marina Silva, compañera en la lucha seringueira del asesinado Chico Mendes.

Y junto a los personajes, públicos o anónimos, las geografías de Brasil. Sobre todo los espacios paseados de Bahía, la negritud del barrio Liberdade, la Avenida Sete o el Corredor Victoria; su sabor africano de acarajé; el sincretismo religioso de su fiesta de Yemanjá. Pero también los paisajes de Río, de la bahía de Guanabara a la favela Rocinha; las inmensidades superlativas de São Paulo, la dureza social y selvática de Manaos o Roraima. Paseos, en cualquier caso, de ida y vuelta. Porque la mirada de Serra se verá asaltada apor los recuerdos de España y, sobre todo, de su infancia en el Albacete de los años 50. Surge así un diálogo de evocaciones que desde los espacios o los gestos brasileños terminan llevándonos al carnaval de la ciudad manchega durante la República, o a la visión de las barcas de pescadores de Castelló de la Plana, o a  una familiar paella en un huertecito valenciano.

El resultado final es un mosaico de voces que va tomando coherencia poco a poco a través de la mirada curiosa (y, en ocasiones, impertinente, como él mismo señala) de Serra. Polifonía reforzada por las aportaciones del Ensimismado, un particular compañero de viaje con mirada descreída que, junto a las referencias literarias –de Cervantes a Canetti, de Machado de Assis a Jorge Amado–, acompañan al narrador en su periplo. Con todo ello, Elías Serra nos propone una visión de Brasil  alejada de la frialdad de los libros de historia y de los folclorismos. Materia de Brasil se convierte así en una rica, amena y pictórica aproximación a este país levantado históricamente sobre un inestable equilibrio de integración y exclusión social, racial y cultural. Un gigante con alma adolescente que, como señalara Darcy Ribeiro, afronta el reto de construir “una nueva civilización, mestiza y tropical, orgullosa de si misma”.  

Brasil, mucho más que un país tropical en crecimiento