jueves. 28.03.2024
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El Presidente de las Cortes Julián Besteiro con Alcalá Zamora, reunidos con los jefes de las minorías parlamentarias para debatir el proyecto de constitución | Madrid, 1931

Besteiro consideraba, por su parte, que el establecimiento de un sistema democrático era responsabilidad de la burguesía, por lo que la clase trabajadora no debía involucrarse en la lucha contra el nuevo régimen

@Montagut5 | La Dictadura de Primo de Rivera generó un intenso y largo debate en el seno de la familia socialista debido a la política adoptada por el dictador de tender puentes con el movimiento obrero no anarcosindicalista como un medio para encontrar más apoyos fuera de los propios de la oligarquía y grupos de poder de la España del momento. Si por un lado se perseguía a la CNT, por otro se permitía la existencia de las Casas del Pueblo socialistas y se pretendió que los ugetistas colaborasen en el sistema corporativo laboral y que los socialistas, en general, pudieran participar en la Asamblea Legislativa Consultiva, ya al final de la Dictadura. Eran ofrecimientos muy atrayentes para un sector del Partido y para el Sindicato porque permitían adquirir una posición preponderante frente al todopoderoso movimiento anarcosindicalista y porque posibilitaba poder influir por vez primera en el ámbito laboral negociando con la patronal en los comités paritarios. Otro sector de socialistas veía con espanto colaborar con el dictador, planteando grandes escrúpulos democráticos.

Besteiro comenzó por adoptar una postura pasiva ante el golpe de 1923. Al año siguiente se marchó a Gran Bretaña becado de nuevo por la Junta de Ampliación de Estudios. En Inglaterra conoció bien lo que significaban el fabianismo y laborismo y se convirtió en un decidido defensor de ambos.

Al regresar a España se alineó con la postura de Largo Caballero sobre la convivencia con la Dictadura. Besteiro consideraba, por su parte, que el establecimiento de un sistema democrático era responsabilidad de la burguesía, por lo que la clase trabajadora no debía involucrarse en la lucha contra el nuevo régimen, muy al contrario de lo que defendían Indalecio Prieto o Fernando de los Ríos, mucho más vinculados con los republicanos contra la Dictadura y el establecimiento de una democracia en España. La UGT podría aprovechar la oportunidad brindada por Primo de Rivera para conseguir mejoras para los trabajadores.

Besteiro accedió la máxima dirección socialista, tanto en el Partido como en la UGT, cuando Pablo Iglesias falleció en 1925. La presidencia de ambas organizaciones se oficializó en los Congresos de 1928. Pero, a pesar de este encumbramiento, la influencia de Besteiro comenzó a declinar frente al creciente poder de Largo Caballero. En 1926 volvió a producirse en las dos organizaciones socialistas un intenso debate sobre la posible participación en la Asamblea Nacional Consultiva, el parlamento corporativo que pretendía estabilizar el régimen provisional dictatorial. Fiel a su postura, Indalecio Prieto se negó en redondo a la colaboración, considerando que hacerlo sería una traición. Enfrente, Besteiro defendió la colaboración. Entre ambas posturas irreconciliables se situó Largo Caballero, ya que planteó la posibilidad de acudir a la nueva institución pero condicionando la participación socialista a la forma de elección de sus miembros. La decisión era de tal importancia que había que adoptarla en sendos congresos extraordinarios. En septiembre de 1927 se publicó el decreto por el que se convocaba la Asamblea Nacional Consultiva. El sistema establecía la potestad del dictador para nombrar a sus miembros por lo que los socialistas no podrían elegir a sus representantes, algo inaceptable porque les arrebataba su libertad. Eso terminó con la convivencia de los socialistas con la Dictadura, ya que por mayoría ambos Congresos se negaron a que el Partido y el Sindicato colaborasen. Besteiro quedó en una clara minoría. Los socialistas iniciaban un complicado viaje de convergencia con los republicanos, en el que Prieto se estaba comprometiendo claramente.

Besteiro en la Dictadura de Primo de Rivera