viernes. 19.04.2024
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La siesta Eugène Henri (Paul Gauguin)

La antropología del arte es una ciencia sociológica que se ocupa de estudiar las producciones plásticas de las sociedades humanas denominadas “tradicionales”, “prehistóricas” o “primitivas”. Como ha ocurrido con otras disciplinas que dependen de la antropología, en las últimas décadas ha experimentado una ampliación de su campo de estudio y en la actualidad, se corresponde más con un análisis cultural y simbólico de la producción artística en todas sus formas.

  1. Arte primitivo
  2. Nuevas problemáticas sociales
  3. Valor estético y valor monetario

El arte y la Antropología tienen una estrecha relación. El Arte es una expresión humana de naturaleza sensible, social y parte fundamental de la cultura. La Antropología trata del estudio del Hombre y Mujer en los aspectos biológicos y culturales, en este sentido toma como objeto de estudio a la expresión artística, para definir el estilo, características de vida del paso del hombre y la mujer por una época o período histórico. En el estudio de la Antropología del Arte la forma es un elemento fundamental para caracterizar las expresiones artísticas de las culturas.

El Arte es una expresión humana de naturaleza sensible, social y parte fundamental de la cultura

Desde el punto de vista de la antropología se trata el arte como una expresión del complejo cultural, portadora de importantes significados sociales y en estrecha relación con el modelo de organización social, económico y político. Ello lo hace altamente susceptible de ser alterado por los fenómenos de cambio social y, a su vez, de constituirse en expresión de estos.

Arte primitivo

Las primeras aproximaciones desde la antropología a la producción artística se focalizaron en el “arte primitivo”, es decir en la producción artística de los grupos étnicos que fueron objeto de estudio, especialmente, de los primeros antropólogos británicos y estadounidenses desde finales del siglo XIX. De acuerdo con los planteamientos evolucionistas que caracterizaban la disciplina en sus orígenes, estas formas de arte despertaban interés como testimonio de una etapa primigenia de la cultura humana y una fuente de información acerca del hombre en su “infancia cultural”

En particular, es a partir del trabajo de F. Boas en EE. UU. a principio del siglo XX, cuando se inaugura en antropología una nueva visión de la cultura y del arte “primitivo”. La fuente primaria para el conocimiento de la cultura de un grupo empieza a ser la investigación de campo, realizada por el mismo antropólogo; en este marco, los objetos artísticos “exóticos”, hasta entonces principalmente piezas museales, reciben interés por el papel que pueden desempeñar en explicar los procesos histórico-culturales

E. B. Tylor y C. H. Morgan, “padres” de la antropología desde el Reino Unido y Estados Unidos respectivamente, consideraban el arte como una capacidad del ser humano perfeccionada en el marco de una jerarquía de culturas. E. B. Tylor incluye el arte en su notoria definición de cultura: “esa totalidad compleja que incluye conocimiento, creencias, arte, derecho, costumbres y cualesquiera otras actitudes o hábitos adquiridos por el ser humano como miembro de la sociedad” (Primitive Culture, 1871). 

Contribuciones posteriores, en el segundo tercio del siglo XX, permitieron avanzar en esta dirección. Rompen con las visiones evolucionistas y etnocéntricas del fenómeno artístico y se centran en las conexiones entre estilos de representación y modelos culturales. En este mismo período, en el Reino Unido se desarrolla un análisis de tipo funcional de la sociedad y de los distintos aspectos de la cultura. 

Desde Gauguin, a Matisse, a los exponentes del modernismo pictórico, la referencia a la figura del “primitivo” y al mundo exótico se hizo central

Aquí destaca la visión de Bronislaw Malinowski que consideraba las culturas como un compuesto cerrado en el cual cada rasgo (el arte como uno de ellos) dota de significado al conjunto. Al mismo tiempo que la antropología observa el arte de los pueblos “exóticos” como fuente de información, los artistas de principio del siglo XX vuelven su mirada hacia las expresiones culturales de los nativos africanos o asiáticos. El ámbito de estudio de la antropología proporcionó así una fuente rica para el trabajo de las vanguardias históricas. 

Desde Gauguin, a Matisse, a los exponentes del modernismo pictórico, la referencia a la figura del “primitivo” y al mundo exótico se hizo central: indicaba la búsqueda de la identidad mediante el contacto con elementos considerados dotados de autenticidad. Este aspecto es lo que ha conducido a algunos autores a establecer afinidades entre el trabajo de Malinowski y la mirada de pintores como Manet, Gauguin, Picasso o varios exponentes del expresionismo alemán social en relación con los contextos ceremoniales o con los actos rituales. 

C. Levi-Strauss fue quien, en esta perspectiva y con mayor autoridad, dedicó atención al arte, considerándola como una forma de expresión cultural dentro del sistema de símbolos constituyente de la cultura. Según tal orientación, el arte desempeñaría una función simbólica en el marco de un conjunto cultural para este autor. Tal definición de arte como un lenguaje simbólico, dotado de un significante (una imagen, pero también una pieza de música) y un significado o sentido, radica en los estudios semiológicos de los signos y en su sistema de articulación en el contexto de la vida social, de acuerdo a los cuales la función simbólica permite al ser humano comunicar y proporcionar sentido al mundo. Todo sistema de símbolos, y el arte como parte de ello, constituiría un lenguaje cuya inteligibilidad yace en las estructuras psíquicas, en el subconsciente individual y colectivo, siendo vehículo de profundos contenidos culturales afianzados en el espacio y en el tiempo. 

Los nuevos paradigmas científicos (en particular el pensamiento post-estructuralista francés y el postmodernismo), desestabilizaron tanto el enfoque artístico como el de la antropología

Nuevas problemáticas sociales

Las nuevas problemáticas sociales, (la crisis del Estado del Bienestar, el impacto de los acontecimientos globales y la emergencia de localismos, la repercusión de las críticas feministas, las reivindicaciones identitarias de base étnica y de género, etc., y los nuevos paradigmas científicos (en particular el pensamiento post-estructuralista francés y el postmodernismo), desestabilizaron tanto el enfoque artístico como el de la antropología, generaron escepticismo hacia sus prácticas y fomentaron nuevos puntos de vista, nuevas lecturas y nuevos ámbitos de interés. 

Lo “primitivo” palidecía como objeto de atención y tratamiento en los discursos de antropología y arte, para dejar lugar a la observación de los procesos de fragmentación de las culturas. Pocos ejemplos pueden ser más ilustrativos de la presencia de la carga simbólica y del anclaje de la creación artística en un preciso contexto histórico y cultural que los trabajos de la “Secesión Vienesa”, vanguardia austriaca de finales del siglo XIX. 

En las obras de pintores como G. KlimtO. Kokoschka y E. Schiele se percibe claramente la influencia de los recientes descubrimientos en psiquiatría, psicoanálisis, así como de la filosofía de Nietzche y de las nuevas teorías estéticas que mostraban rechazo por el clasicismo. 

El impacto de las críticas feministas ofreció válidas aportaciones a los estudios sobre el género, el cuerpo y el espacio de las emociones, mientras que el arte (especialmente pintura, escultura y fotografía) proporcionaba amplias posibilidades de investigación en tales ámbitos. De este modo, se realizaron estudios novedosos sobre la estética del cuerpo, el sistema de representaciones, los procesos de creación del valor o el “trafico” cultural. 

El gusto, el deseo y la apreciación de lo bello, acaban siendo regulados por mecanismos económicos, sociales y políticos

Las direcciones distintas según las cuales se ha desarrollado la antropología postmoderna comparten algunas premisas de base que repercuten en sus interpretaciones del arte. Estas vierten principalmente en el reconocimiento de un carácter altamente interpretativo de la disciplina, indican las limitaciones de los desarrollos de la antropología convencional, cuestionan la autoridad de sus relatos, critican la neutralidad de los etnógrafos.

Valor estético y valor monetario

Las posturas antropológicas actuales, reconociendo la inserción de la producción artística dentro de los flujos globales de imágenes, sonidos, objetos e ideas, reclaman la necesidad de una exploración más atenta de la relación entre arte y vida (en su aspecto de mercantilización más que de cotidianeidad). Con estas claves de lectura, los aspectos estéticos del arte no pueden ser entendidos como separados de los demás factores sociales y, en particular, del mercado que los entrelaza; valor estético y valor monetario resultan implicados en un juego de complementariedad y de recíproco impacto, de modo que el gusto, el deseo y la apreciación de lo bello, acaban siendo regulados por mecanismos económicos, sociales y políticos.

Por último, compartir esta reflexión de Auguste Rodin: “El arte es el placer de un espíritu que penetra en la naturaleza y descubre que también ésta tiene alma”.

El arte como expresión de significados sociales