jueves. 28.03.2024
carla simón
Carla Simón. (Imágenes de Berlinale)
 

Esta semana he visto en un pase de acreditados la película galardonada con el oso de oro. Reconozco que tenía ciertos prejuicios. Me habían encantado Los pasajeros de la noche y sigo pensado que no había otra película con tanta calidad, en la que emociona una historia trivial en apariencia y todos los actores relumbran gracias a su director. También me sorprendió muy gratamente la cinta titulada Everything Will Be Ok, que fui a ver con intención de salirme al poco y me atornilló al siento has el final, porque me cautivó su texto, tan filosófico, y sus constantes guiños para cinéfilos, como las referencias a El planeta de los simios. Cuando menos ha sido galardonada.

Rithy Panh, director de Everything Will Be Ok
Rithy Panh, director de Everything Will Be Ok.

Me habían defraudado Peter von Kant, porque Ozon unas veces me conquista y en otras ocasiones no le sigo, aunque admito sus Ocho mujeres. Lamento decir que Robe of Gems no me convenció. El tema es de gran interés, pero no se puede abusar de los planos en donde no pasa nada y pretender seguir manteniendo el interés del espectador, por mucho que se aprecie un tratamiento diverso de una violencia esparcida por doquier. Lamenté no ver a Isabelle Huppert, una habitual de la Berlinale que no pudo recoger el premio a toda su carrera por estar confinada en Paris. A propos de Joan se deja ver, pese a que su desenlace sea previsible.

Paolo Taviani nos entregó una curiosa película sobre Pirandello (Leonora audio) y ese premio Nobel del año 1934 me recordó al que declararon desierto un año después, cuando ole hubiera correspondido a Unamuno, tal como se cuenta en el documental Palabras para un fin del mundo, en el que se recrea la famosa diatriba con Millán Astray del 12 de octubre y las extrañas circunstancias que rodearon la muerte del filósofo vasco, repudiado por todos cuantos intentaron sacar partido del crédito de su figura. Un filósofo disidente y con voz propia, que no dejaba de criticar a hunos y a otros, tuvo un desenlace acorde con su disidencia.

Nahuel Perez Biscayart (Un año, una noche)
Nahuel Pérez Biscayart (Un año, una noche)

Se ven con agrado Call Jane, sobre unos tiempos en que no resultaba fácil abortar para las estadounidenses, al igual que Un año, una noche, sobre la tragedia del Bataclán. El caso de la madre turca que lucha contra Bush, porque su hijo pasa cinco años en Guantanamo no deja de tener su gracia. Como también la tiene Nana, una película indonesia donde su extremada sutileza rivaliza con una formidable fotografía. La ligne tampoco desagrada del todo, algo que no cabría decir de otra entregas cuyos títulos más valdrá no enumerar.

La cineasta de Estiu 1993, Carla Simón, vuelve a recrear su vida familiar y consigue una rara mixtura con Alcarràs. Consigue que cada un de sus actores logre interpretarse a sí mismo y el espectador no sepa donde acaba la ficción o comienza la realidad. Tiene particular éxito con los chavales de cualquier edad. Los más pequeños están sublimes, pero eso mismo sucede con los adolescentes y los más mayores. Todos acaban por hipnotizar a la cámara y hacer cómplices a los espectadores. Basta una mirada o un aserto coloquial para sentirse involucrado.

Cuenta una historia con una sencillez que parece fácil y por eso mismo debe responder a un trabajo muy cuidado. Hacer que las aventuras más cotidianas nos hagan tilín es un desafío digo del mayor elogio cinematográfico. Finalmente se consigue un híbrido entre film y documental que hace una extraordinaria síntesis. Eso explica que la 72º Berlinale le haya otorgado el Oso de oro. Ha sido una suerte que pudiera celebrarse de forma presencial, como supo hacerlo el Zinemaldi en sus dos últimas ediciones. 

Alcarràs, la mixtura perfecta: noticias desde la Berlinale