viernes. 19.04.2024
JOSÉ LUIS EGIDO

Agüero, Cesc, Forlán y la profesión de fe

La dictadura de los poderosos resulta inaguantable y el mundo del fútbol no es una excepción. Crecidos por esa ola de poder el Barça y el Madrid se enseñorean del fútbol español abusando de su fuerza y pidiendo pleitesía en pleno siglo XXI.

Escribir una crónica abstrayéndose de la crisis es imposible. 

Julio se acaba y con él los llamados culebrones del verano. Si las noticias se confirman, Cesc pasa sus últimos días en el Arsenal y el Kun está a punto de firmar por el Manchester City. Como si esto fuera la Edad Media, ambos han sido demandados por los amos para hacer profesión de fe previa a su contratación. No basta con ser un buen profesional que vende sus servicios al mejor postor en un mercado de élite, sino que, los que se consideran guardianes del Sancta Santorum de la fe futbolística, les piden que pasen por las horcas caudinas de la particular religión que cada club representa en un mundo sin dirigentes donde los jugadores juegan el papel de iconos.

Dentro de esa lógica, el calvario de Cesc es más entendible por cuanto es una lucha por volver al redil de la familia perdida. El caso de Agüero merece unas líneas aparte. Convertido por la parroquia atlética en nuevo Odiseo capaz de devolver a su tripulación a la tierra prometida de la Champions, se dejó subyugar por los cantos de sirena de Florentino cual si de la ninfa Calipso se tratara, sin tener la precaución mercantilista de agarrar un papel a modo de acuerdo contractual. Si no fuera por el dineral que gana y va a ganar, daría lástima pensando que su actitud es fruto de la incultura propia de un chiquillo salido de los barrios pobres mal asesorado por los buitres que lo rodean ciegos por la carnaza que se presentaba ante sus ojos.

Y lo curioso es que el Madrid, oficialmente, nunca ha aparecido, por lo cual, oficialmente, no se le puede criticar nada. Del trabajo sucio se han encargado juglares y voceros a servicio del mejor postor. Cabe preguntarse si tal actuación, por activa o por pasiva, responde al tan cacareado señorío o es fruto del abuso de poder en un mar de coral revuelto donde el tiburón es el rey. No menos curiosa ha sido la actuación de Gil Marín, hijo de quien es, a quien los mentideros de la villa le cuelgan tantos y tantos defectos, reales o imaginarios, que, apareciendo como vendepatrias al principio del verano, va a terminar aguantando el tipo torero y manteniendo una dignidad lejos de la lógica monetaria, no se sabe si por decisión propia o por miedo a la masa atlética.

Odiseo quedó retenido en la isla Ogigia siete años en brazos de la bella Calipso. Dicen que Agüero firmará por dos menos con la vista puesta en volver al continente donde le espera el Olimpo.

Por otra parte, los dioses de la mitología, tan caprichosos, han decidido este verano reírse del destino nada menos que en la emergente Sudamérica. Las grandes potencias como Brasil y Argentina han sido vapuleadas por países pequeños como Paraguay. Como David del fútbol sudamericano ha emergido un país de apenas cinco millones de habitantes: Uruguay que, merecidamente, ha ganado la Copa América contra todo pronóstico, sin estrellas mediáticas como Neymar, Messi o el Kun, pero con una organización como equipo muy superior a la de sus vecinos.

A la cabeza de esos esforzados gladiadores ha resurgido, cual ave fénix, un denostado Forlán. Quien haya leído mis crónicas de la temporada pasada recordarán cómo resaltaba el fútbol del Kun camino de consagrarse como crack ante la abstención del uruguayo por mucha pugna que tuviera con el entrenador. La vida es una sorpresa y el mundo del fútbol más. De momento, la singladura del Kun queda varada en los terrenos de la pérfida Albión y su papel de Odiseo es recuperado por el hijo pródigo Forlán que acabada la guerra de Troya de la Copa América vuelve a la Ítaca atlética para capitanear a sus odiseos camino del Olimpo de la Champions.

Me queda una reflexión sobre la pretemporada. Al comienzo de la anterior pensaba que el Madrid tenía mejor plantilla que el Barcelona par ganar la liga. Y con los refuerzos que está sumando, lo sigo pensando. Los hechos me contradijeron, seguramente porque tener la mejor plantilla no significa tener un equipo y el fútbol de hoy lo ganan los bloques como Uruguay. Desde el primer partido, los de Mourinho han salido con todo cantando las excelencias de sus figuras sumando los goles de oca a oca y tiro porque me toca. Por el contrario, Guardiola está sacando a una pléyade de canteranos que no desafinan y tampoco hacen el ridículo. ¿Significará algo? No lo sé, es pronto para analizarlo.

Bueno, vale por ahora. Señoras, señores, amen la vida, amen el fútbol porque hoy ha vuelto a amanecer…que es lo importante.

Agüero, Cesc, Forlán y la profesión de fe