viernes. 19.04.2024
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@jgonzalezok | Se llamaba Joaquín Lavado, pero era mundialmente conocido como Quino, su firma en las tiras de Mafalda y en sus otros dibujos, igualmente apreciados por la legión de seguidores que estaban repartidos por todo el planeta. Su vida se apagó este 30 de septiembre, a los 88 años, y con serios problemas de salud desde hace tiempo. Estaba en silla de ruedas y prácticamente no veía.

Mafalda apareció solo 9 años, entre 1964 y 1973. Su presentación fue en la revista Primera Plana, un 29 de septiembre de hace 56 años. La revista había sido fundada por el periodista Jacobo Timerman, una leyenda del periodismo argentino, aunque se había ido unos meses antes. No obstante, siguió siendo un semanario de gran influencia. 

El personaje de Mafalda había sido creado dos años antes por Quino, destinado a una campaña publicitaria que no prosperó. El nombre tiene que ver con la idea del autor de buscar un nombre que compartiera algunas letras con la marca “Mansfield” y después de ver la película “Dar la cara”, donde aparecía una bebé con ese nombre, se decidió. Muchos años después, Umberto Eco diría que Mafalda era el personaje de los años 70: “Tiene ideas confusas en materia política, no consigue entender lo que sucede en Vietnam, no sabe por qué existen pobres, desconfía del Estado pero tiene recelo de los chinos. Sin embargo tiene una única certeza, no está satisfecha”.

A pesar de que hace 47 años que dejó de aparecer regularmente en los medios, su vigencia llega hasta la actualidad, gracias a los libros recopilatorios. Su editor argentino, Daniel Divinsky, mantuvo su editorial, Ediciones de la Flor, en gran parte por las ganancias que le proporcionó Mafalda. Aunque también tuvo mucho éxito publicando a otros dibujantes argentinos, continuadores de Quino y también de extraordinaria calidad, como Sendra o Rep.

Quino había nacido en Mendoza, hijo de padres andaluces, de la localidad malagueña de Fuengirola. El golpe de Estado de 1976 lo empujó al exilio, estableciéndose en Milán. Desde 1990 era ciudadano español, alternando largas estancias en Madrid y en Buenos Aires, aunque finalmente eligió su ciudad natal para pasar sus últimos años de vida, después del fallecimiento de su esposa, en 2017.

Mafalda, su familia y sus amigos se convirtieron en la más genuina representación de la clase media argentina. Sus personajes iban desde el idealista Felipe a su contracara, Manolito, el materialista hijo de gallegos. Y Mafalda, pacifista y cuestionadora, tuvo también su opuesta, Susanita, cuyo sueño era casarse y tener hijos. 

Esa clase media que representó Quino era la de los años 60 y los 70, muy diferente de la actual, al borde de la miseria. Aquella era culta, politizada, y podía aspirar al ascenso social. Las agudas observaciones de Mafalda dieron pautas para esa Argentina que vivía una enorme efervescencia política y, posiblemente, la época más intensa que vivió el país en términos de movilización popular y social.

Mafalda apareció cuando gobernaba el país el presidente Humberto Illia, el más honesto en la historia del país, pero asediado por peronistas y militares, que lo derrocaron en el 66. Vivió después la dictadura del general Onganía, un franquista del Opus Dei que llevó a la Argentina al oscurantismo. También fue contemporánea de las grandes movilizaciones populares de fines de los 70, como el “Cordobazo”, así como el nacimiento de la guerrilla -Montoneros y ERP-, que se encuadraban en la lucha por el regreso de Perón, en el primer caso, y por llevar a Argentina a la revolución. Mafalda dejó de publicarse cuando Perón vuelve al país para su tercera presidencia, coincidiendo con el cansancio de Quino, obligado a una producción agotadora.

Cuando en 2014 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, Quino ya estaba retirado. Algunos problemas físicos -sobre todo la visión-, le dificultaban la labor de dibujar. Este no fue el único premio que recibió en vida, fueron innumerables los reconocimientos en números países. Pero, sobre todo, recibió la admiración de millones de lectores en todo el mundo. Muestra de la trascendencia que adquirió es que fue traducido a más de 30 idiomas.

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La estatua de Mafalda en el barrio porteño de San Telmo, sentada en un banco frente a la casa donde supuestamente vivía el personaje, se convirtió en los últimos años en un punto de referencia para turistas y locales. Al igual que sucede con la similar existente en Oviedo, son habituales los grupos de gente que espera turno para sentarse junto al personaje más conocido de Quino y sacarse una foto.

Después de Mafalda, Quino siguió publicando otros tipos de humor, pero sin personajes fijos. Siempre planteando las grandes paradojas de la existencia, siempre agudo en la observación. Y siempre reconocible en ese trazo que imprimió a sus dibujos.

Adiós a Quino, el padre de Mafalda