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Al igual de Polanski, yo era reacio a que los festivales de cine admitieran series televisivas. Me parecían categorías diferentes. Pero he cambiado de opinión. Hay relatos que necesitan más tiempo para narrarse y a los que no le viene mal disponer de cuatro horas por ejemplo. Todo esto viene a cuento de que he visionado “Yo, adicto” y he salido pletórico.
De uno u otro modo, cada cual es adicto a su manera. No se trata de consumir o frecuentar algo en particular. El problema es no poder dejar de hacerlo y que semejante adición logre dominarnos anulando nuestra voluntad. Entonces, el juego se trueca en ludopatía, la bebida en alcoholismo y así sucesivamente cualquier faceta de nuestras actividades más cotidianas. Incluso el trabajo puede funcionar como una droga, al igual que puede llegar a serlo la glotonería, el sexo y los credos religiosos. Todo dependerá de las dosis que nos chutemos, la frecuencia y lo satisfechos que nos encontremos. Cualquier abuso tiende a desequilibrarnos.
Con todo, las drogas duras y costosas parecen llevarse la palma en el terreno adictivo. La serie se ocupa de quienes precisan ir a un centro para desintoxicarse, pero el tratamiento de la trama puede generalizarse y nos concierne a todos de un modo u otro. Me han impresionado gratamente los diálogos, que tienen una enjundia bastante inhabitual. En un momento dado, mi compañero de fila se puso a llorar desconsoladamente. Otras veces nos reíamos con ganas y aplaudíamos a rabiar. Cuestiones de mucho calado son tratados aquí con suma delicadeza e inteligencia. Hay capítulos más certeros, pero el listón se mantiene alto.
Cuesta mucho mantener el tipo y no dejarse abatir por las adversidades reales o ficticias. Las adicciones no tienen una causa simple y por eso resulta complicado erradicarlas o cuando menos atajarlas. El caso es intentarlo y comprender que la meta es el por lo camino hacia esa compasión para con uno mismo, que no debe confundirse con una letal autocompasión. Series como esta merecen figurar en la sección oficial de los festivales cinematográficos e incluso cosechar algún galardón. Familias normales donde no se den circunstancias escabrosas también pueden dar lugar a este tipo de patologías y plantearlo es uno de los aciertos del guion.