viernes. 29.03.2024
LECTURAS SUMERGIDAS | REVISTA LITERARIA

Patrícia Soley-Beltran: “Ada Colau, Manuela Carmena... Por fin espejos cercanos en los que las mujeres podemos reflejarnos”

El silencio es fundamental en el mundo de la moda. Cuánto menos se sepa de las bambalinas, de los resortes que mueven la industria, mejor.

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Patrícia Soley-Beltran. Fotografía © Nacho Goberma 2015

lecturassumergidas.com@lecturass | Por Emma Rodríguez | El silencio es fundamental en el mundo de la moda. Cuánto menos se sepa de las bambalinas, de los resortes que mueven la industria, mejor. El silencio es necesario para mantener el mito del glamour, el ideal de la belleza, de la felicidad, de la ilusión, que encarnan las grandes modelos. Por eso quienes trabajan en ese mundo de brillos callan, son protagonistas mudas. No suelen hablar de los sueños rotos, de los espejos engañosos, de la explotación, de los sacrificios, de las mezquindades que envuelven una actividad a la que tantas adolescentes en todo el mundo querrían dedicarse.

Por ello resulta tan interesante, tan esclarecedora, la obra ganadora del último Premio Anagrama de Ensayo, ¡Divinas! Modelos, poder y mentiras, de Patrícia Soley-Beltrán, ex modelo, doctora en sociología del cuerpo por la universidad de Edimburgo y licenciada en historia cultural por la de Aberdeen. La autora logra hacernos ver lo que hay detrás de ese espectacular montaje que mueve millones y millones de euros y que es el escaparate más luminoso de las sociedades capitalistas, pero al mismo tiempo consigue que algo en apariencia tan frívolo y superficial como la moda nos lleve a conocernos mejor como colectivo, a indagar en nuestras identidades, en la evolución de carencias, anhelos e ideales a lo largo del tiempo.

En el libro dices que durante la investigación te sentiste como una especie de arqueóloga.

– Sí. Me convertí en una arqueóloga que explorando los estratos y sedimentos históricos de la maniquí descubrí que era más que un ideal de belleza superficial. Tras su mera imagen hay una historia de clase, nacionalidad, edad, felicidad, dinero y poder, una historia que nos habla de placer y de éxito asociado al bienestar económico, pero también de pobreza. Las reflexiones que voy haciendo, las conclusiones a las que voy llegando, se apoyan todo el tiempo en lo que he vivido.

Los códigos de la moda ahora mismo están muy alejados de lo que está sucediendo en la calle, no son capaces de conectar con los deseos de cambio. Hoy el lujo sigue en alza entre la gente adinerada, pero cada vez hay más consumidores rebeldes, con conciencia crítica frente a la ostentación, al exceso, a la explotación de trabajadores-as, incluso de niños, llevada a cabo por las grandes empresas con el único fin de obtener más beneficios.

– Así es y la verdad es que para mí es un misterio. Creo que en los centros donde se generan las modas, las campañas de marketing, de publicidad, faltan asesores antropólogos, sociólogos y especialistas que analicen los fenómenos culturales. Necesitan gente que les diga lo que está pasando en la calle porque están desconectados, ciertamente. No reaccionan ante las protestas en Internet de casos de explotación infantil, por ejemplo, o de deplorables condiciones de trabajo en fábricas del Tercer Mundo. Tampoco reaccionan al observar que pueden funcionar otro tipo de juguetes, caso de los princess machine, con los que las niñas se convierten en ingenieras y se lo pasan de miedo sin necesidad de disfrazarse de princesas rosas. Recientemente participé en un programa Tedx de mujeres en Barcelona y se enfocó de esta manera: si no vamos a estar fuera del sistema, de la máquina, vamos a trabajar desde dentro, desde lo que ya somos. Fue muy interesante. Todas éramos mujeres hablando de marketing. La mayoría de las elecciones de consumo, un 60 % muy alto, las hacen las mujeres. Pero los creativos, los publicitarios, no están llegando a ese público como deberían hacerlo. Si quieren llegar más, si quieren vender más, tendrán que cambiar las maneras de comunicar, tendrán que acercarse a los nuevos valores que, indudablemente, están surgiendo en la sociedad, a las nuevas maneras de hacer y de pensar de todo esta cohorte de mujeres de diferentes generaciones que están anhelando algo, a veces sabiéndolo o a veces sin saberlo. Pero no llegan a comunicar con ellas porque sencillamente no se han parado a pensar que hay un problema, un distanciamiento evidente. Solo lo perciben cuando, por ejemplo, una artista como Yolanda Domínguez, a través de una acción, consigue que se retire una campaña de la cadena de gafas Multiópticas en la que una vez más se reincide en la idea de la mujer objeto. Pero, es que los publicistas, los responsables de la campaña, ¿no habían pensado en esto, no se habían dado cuenta? La verdad es que no lo entiendo.

¿No crees que, pese a los indudables avances del feminismo, aún quedan muchísimas cuentas pendientes y una necesidad de hacer autocrítica constructiva? ¿Cómo es posible el afán de tantas mujeres hoy por someterse a operaciones de cirugía estética que, lejos de resaltar sus personalidades únicas, las iguala? ¿Cómo se entiende la normalidad con la que se asume la utilización del capital erótico para alcanzar un determinado estatus?

– En el ensayo explico cómo el auge de la cirugía estética está asociado al complejo de inferioridad, a la idea de que el bienestar psicológico puede alcanzarse a través de la posesión de un físico adecuado a los patrones de belleza dominantes. Con la incorporación masiva de las mujeres al mundo del trabajo las operaciones de cirugía estética se promocionaron, además, como una ventaja para la movilidad social ascendente (un mejor puesto de trabajo, un buen matrimonio…). Se trata de poner la fe en el poder del cuerpo y del estilo para alcanzar determinadas metas. Se trata de plegarse a una concepción utilitaria de la seducción. Todo esto hay que tenerlo muy claro y hay que replanteárselo, sí. Yo creo que lo que hace falta es tener otros modelos. No hay suficientes modelos de mujer profesional de éxito, viviendo gozosamente su realidad carnal, sea la que sea, fuera de los cánones establecidos, ya sea en los medios de comunicación, en las empresas, en la política, aunque es cierto que en este último ámbito, sobre todo, se empieza a ver ahora otro tipo de mujeres. Hace poco, dos días después de las elecciones municipales, mientras andaba por las Ramblas de Barcelona, veía el retrato de Ada Colau y me sentía representada. Tenía la sensación de que la ciudad me pertenecía, de que pisaba un terreno que también era mío. Creo que ese reconocimiento lo estamos sintiendo muchas mujeres. Y lo mismo pasa en Madrid con Manuela Carmena. Es algo maravilloso. Por fin tenemos otros espejos, espejos cercanos, en los que mirarnos. Este tipo de modelos son los que necesitamos para impulsar el cambio.

Otro aspecto que resulta muy interesante en el libro es el de las modelos no sólo como patrones de belleza, sino también de tipos de conducta, de vida, de adaptación a los valores más conformistas de la sociedad. Las modelos en su papel de madres es una imagen que gusta mucho en los medios.

– Así es. La modelo como icono de la sexualidad y la seducción se domestica al convertirse en madre y a través de esta imagen se reivindican los valores y virtudes que encajan con el concepto tradicional de la feminidad. Es otro relato construido en favor de las buenas chicas burguesas y que tiene mucho que ver con juicios ideológicos y morales sobre las normas correctas de identidad y el comportamiento corporal y sexual de hombres y mujeres. El mensaje que se transmite es que, desde los buenos hábitos y la adhesión a las normas, es posible alcanzar el éxito, obtener la recompensa. Por eso también se destaca tanto la labor humanitaria, de caridad, que realizan algunas modelos. Forma parte de lo mismo. Se nos invade de historias de mujeres que son ejemplares, pero que por ello no pierden su atractivo sexual, de ahí lo de la recuperación de la figura después de la maternidad que tanto gusta a las revistas de moda y del corazón. Ante todo este bombardeo de mensajes, de relatos impuestos, que conducen a que tantas jóvenes asuman falsos ideales, hay que reivindicar la educación. La educación me parece fundamental y es también un acto de resistencia. Por eso para mí este libro es un canto de agradecimiento a la universidad. Yo no tenía becas en España, pero pude estudiar en el Reino Unido y el aprendizaje, la formación, me cambió la vida...

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