viernes. 29.03.2024
LIBROS | ENTREVISTA CON RECAREDO VEREDAS

"Actos imperdonables", relatos de Recaredo Veredas que radiografían nuestro presente

Una de las novedades literarias más interesantes de 2013 lleva por título Actos imperdonables. Un libro de relatos con trasfondo urbano, llenos de ironía y tintes críticos y magníficamente escrito, del poeta y narrador Recaredo Veredas.

Madrid es el telón de fondo urbano de gran parte de los relatos

Nacido en Madrid, en 1970, Recaredo Veredas forma parte de la generación de escritores españoles que ha comenzado a publicar en el siglo XXI. Autor de un libro de poemas, Nadar en agua helada (2012), del ensayo Como escribir un relato y publicarlo (2006) y del libro de relatos Pendiente con que se dio a conocer en 2004, combina sus labores literarias con el ejercicio de la abogacía. Veredas ejerce también una importante labor en el ámbito del periodismo cultural en formato digital: promovió y colaboró en la revista Culturamas y dirige una rigurosa revista, cuya cabecera,  micro revista, tiene algo de provocador. Antes del verano publicó Actos imperdonables, un conjunto de relatos que afianza su trayectoria literaria. Así ha respondido a nuestras preguntas.

Tribuna: "Actos imperdonables" es tu segundo libro de relatos. El primero, Pendiente, apareció hace una década. ¿Qué diferencia un libro de otro? ¿Es sólo un mayor grado de madurez vital o hay otros aspectos?

Recaredo Veredas: Han pasado nueve años, en los que me ha ocurrido de todo, y eso, lógicamente, repercute en la escritura. Cuando escribí Pendiente me tomaba la vida más en serio. Ahora no me la tomo a broma pero sí la contemplo con un poco más de distancia. Pendiente es un libro más centrado en los personajes, en Actos Imperdonables la historia -entendida como sucesión de peripecias- posee mayor trascendencia. En  el nuevo libro aparecen géneros nuevos, que ni siquiera me había planteado durante la escritura de Pendiente. Me refiero, por ejemplo, a la narrativa fantástica o a la distopía. También aparecen rasgos de humor, que en Pendiente no existían. Actos imperdonables es, resumiendo, un libro mucho más abierto.

NT: En todos los cuentos se advierte una mirada crítica hacia la realidad contemporánea. ¿Escribes con una "poética" basada en la crítica social o esa mirada es consecuencia de los temas que eliges?

RV: No tengo una poética cerrada. Nunca me he planteado su elaboración aunque sí creo que todos los autores cuentan con su propia poética, derivada de su corpus de lecturas, de su personalidad y de sus experiencias vitales. No hay intención social explícita en Actos imperdonables, aunque entiendo -y no me molesta en absoluto- que el lector la capte. La intención es, más bien, de revelación. No se trata de una revelación mesiánica, no estoy tan loco, simplemente pretendo que el lector tome conciencia de cuestiones que le rodean a diario y son vedadas por los medios de comunicación y por los miedos colectivos. Esa veladura no forma parte de un entramado conspirativo ni nada por el estilo. Son temas que no se tratan porque resultan desagradables, porque no dan audiencia.

NT:  Llama la atención que, pese a que eres un escritor joven, en los cuentos de este libro hay una presencia muy significativa de dos ingredientes: la enfermedad, en no pocos casos terminal, y la muerte. ¿Qué tienes que decir al respecto?

RV: Gracias por lo de joven. La literatura es uno de los pocos ámbitos en los que uno puede ser joven hasta el día de su jubilación.  Soy hipocondriaco y la enfermedad tiene una importancia muy superior en mi vida a la que tiene en una persona "normal" (si existen las personas normales, lo que dudo bastante). La enfermedad y la muerte son ineludibles. Siento afirmar esta obviedad pero la sociedad occidental tiene vedada su presencia. Parece que somos todos inmortales. Enlazo con la anterior respuesta: intento mostrar lo que habitualmente no se muestra. Uno de mis maestros me dijo que un escritor es quien contempla algo donde la mayoría no ve nada.

NT: Otro elemento importante de los relatos es la memoria: todos los personajes se presentan marcados por el pasado. El suyo personal y el colectivo como el atentado contra Kennedy, Felipe González, la década de los ochenta. ¿Qué papel juega en tu literatura la memoria?

RV: Desde pequeño me interesa la política y la década de los ochenta coincidió con mi adolescencia, un periodo fundamental en la vida de cualquiera. En cuanto a Kennedy o Felipe González, son personajes fascinantes, llenos de matices, al margen de la valoración que cada uno haga de sus trayectorias. La Historia es parte de nuestras vidas pues lo que nos ocurre es consecuencia de las decisiones que tomaron nuestros ancestros. La memoria personal es positiva, pues nos enseña a aprender, y negativa, pues genera rencores y traumas difícilmente superables. La memoria marca nuestras vidas, a veces de manera inconsciente, y es irremediable que forme parte de cualquier obra que aspire a hablar de la vida.

  NT: También hemos comprobado que todos los relatos se desarrolan en entornos urbanos. La ciudad, sea Madrid o Nueva York, tiene algo de personaje al fondo. ¿Es así?

RV: Siempre he vivido en Madrid. También he viajado bastante, casi siempre a ciudades. Es lógico que los relatos transcurran en localizaciones urbanas pues es allí donde vive la mayor parte de la población mundial y donde, en consecuencia, ocurren las historias que me interesan.

NT: La ironía, casi el humor negro, penetra en fran parte de los cuentos. ¿Consideras que ese matiz es importante en toda obra narrativa'

RV: En la mía sí. En la de otros no lo sé. Hay grandes obras de la literatura universal -cientos de obras- que no tienen ni una chispa de humor. Creo que el humor -aunque sea negro- es imprescindible para sobrellevar la vida y su crueldad.  

NT: También eres poeta. No hace mucho publicaste el poemario "Nadar en agua helada": ¿Cómo  se relacionan, en tu labor como escritor, ambas disciplinas? ¿Hay vasos comunicantes entre ellas?

RV: Claro que hay vasos comunicantes. No en vano el autor es el mismo e idénticas son también las obsesiones. Lo que cambia es la perspectiva. Cuando escribo poesía no olvido lo narrativo pero concedo mayor importancia al lenguaje, a la transmisión de ideas y pensamientos, más que de historias.  Cuando escribo narrativa me centro en contar bien una historia, sin descuidar el lenguaje pero sin darle el protagonismo que tiene en las obras poéticas.

NT: ¿Con qué escritores contemporáneos te sientes identificado y qué influencias reconoces de los clásicos (no sólo contemporáneos)?

RV: Me resulta muy difícil dar nombres. Mis lecturas han sido bastante caóticas, no puedo centrarme en un ámbito estético, geográfico o moral determinado. En cuanto a la mirada, me siento influenciado por autores que hurgan en la vida y su brevedad, sin apartar la mirada. Autores como Houllebecq, Ishiguro, Coetzee, Carrere. O Martin Amis, aunque solo cuando acierta. En cuanto a literatura hispanoamericana, soy más de Borges que de Cortázar y me gustan mucho autores hispanoamericanos de nuestra época, como Fabián Casas o el inevitable Roberto Bolaño.También me han influido directores de cine que mantienen esa misma valentía, como Lars Von Trier, David Cronemberg, Ingmar Bergman... No puedo olvidar la narrativa norteamericana: soy de la generación del realismo sucio e irremediablemente tengo la influencia de Carver o Tobias Wolff. Este verano he leído la obra completa -solo tres novelas- de Eugenides y me ha parecido admirable, aunque no tenga mucho que ver con mi poética. En lo que se refiere a narrativa española, aunque no tengan nada que ver con lo que escribo, valoro muchísimo la capacidad narrativa de autores como Marcos Giralt, Rafael Chirbes o Ignacio Martínez de Pisón. No puedo olvidar a los grandes autores del franquismo: Luis Martín Santos, Ángel Fernández Santos, Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa o Juan Benet. En cuanto a los clásicos, la gran novela del XIX es insustituible. Sobre todo la francesa y la rusa.

NT: ¿Cómo ves nuestra realidad literaria española? Para NT es importante la mirada de los escritores jóvenes.

RV: La literatura española no vive un mal momento. Hay buenos poetas, excelentes cuentistas,  tal vez falten narradores de fuste, capaces de escribir grandes novelas, llenas de personajes y subtramas. Hay cierto ensimismamiento, cierta sobrevaloración de lo pequeño cuando el lector lo que busca -solo hay que mirar las listas de ventas- es lo grande.

NT: Hablando de poesía y, más allá, de narrativa... ¿Te sientes parte de algún grupo estético, de alguna tendencia?

RV: No creo demasiado en los grupos ni en las generaciones. Suelen estar integradas por autores radicalmente distintos entre sí, solo unidos por la edad y por ciertas lecturas. Supongo que el hecho de vivir la misma época y similares experiencias que otros autores termina creando paralelismos y similitudes pero mis influencias provienen tanto de mi vida como de mis lecturas y eso, creo, es algo absolutamente personal.

NT: Diriges una revista digital de contenido cultural, micro-revista. ¿Qué función juega esa labor respecto a tus dedicaciones literarias?

RV: Con micro-revista intento promocionar la literatura de calidad -según mi particular punto de vista- y ofrecer al lector artículos cuidados. Creo que hay un vacío en el ámbito de las revistas digitales. Las hay a decenas pero pocas que cuiden la calidad de la manera en que lo hacen -o lo hacían- las grandes revistas de papel. Es un buen momento para el periodismo digital, hay decenas de autores más que dignos que se han quedado sin tribunas por la crisis del periodismo tradicional. Otra cuestión es la rentabilidad de este tipo de publicaciones pero confío en que, en algún momento, llegue. Aún no sé cómo, pero llegará.   

NT: Como director de una revista digital y escritor en medio de la mutación tecnológica que está afectando al mundo editorial, ¿podrías darnos tu opinión sobre la edición digital de libros? ¿Crees en el futuro del libro en papel o más bien consideras que acabará desplazado por el e-book?

RV: El libro en papel es insustituible. Nadie va a regalar un ebook ni una colección de ebooks forma una biblioteca que pueda mostrarse ni pueda heredarse. Llevo años y años escuchando la desaparición inminente del libro y hasta ahora no ha ocurrido. La edición digital afectará -de hecho ya afecta- sobre todo a los best sellers y a los libros de bolsillo y puede repercutir, positivamente, en la calidad de la edición: las editoriales que más y mejor cuiden su producto serán las que mejor sobrevivan.

NT: Por último, ¿en qué estás trabajando en la actualidad? ¿Poesía, relato, novela?

RV: Tengo un poemario y una novela inéditos. Estoy en un periodo de transición, pensando hacia dónde me dirijo. Me gustaría escribir algo distinto, salir de la poética que he frecuentado hasta ahora. Una poética que me ha dado grandes satisfacciones pero que no quiero mantener toda mi vida. Me gustaría escribir una novela-novela, con personajes complejos, subtramas, incluso acción.

"Actos imperdonables", relatos de Recaredo Veredas que radiografían nuestro presente