jueves. 03.10.2024
LOS INICIOS DE ETA EN MADRID

50 años de la masacre de la cafetería Rolando: un testimonio de excepción

Eduardo Sánchez Gatell relata en su libro ‘El huevo de la serpiente. El nido de ETA en Madrid’, cómo vivió en primera persona y muy a su pesar los acontecimientos que desembocaron en la primera matanza de civiles de la banda terrorista.

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Este 13 de septiembre se cumplen cincuenta años (1974) del atentado de ETA en la cafetería Rolando, en la Calle del Correo en Madrid. Murieron 13 personas y dejó alrededor de 70 víctimas. Una masacre, cuya autoría, la banda terrorista, no reconoció hasta pasados 44 años, y que salpicó a un buen puñado de intelectuales de la izquierda, involuntariamente involucrados por la que se reconoció como autora intelectual del atentado, Eva Forest, esposa del dramaturgo Alfonso Sastre.

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Al testimonio de aquellos acontecimientos relatados en su momento por Lidia Falcón en su libro ‘Viernes y 13 en la calle del Correo’, se une ahora otro testimonio de excepción, el del exdiputado socialista (psicólogo de profesión) Eduardo Sánchez Gatell, y su libro, ‘El huevo de la serpiente. El nido de ETA en Madrid’, que se presenta esta misma semana en el Ateneo.

Por aquel entonces, Eduardo, de origen valenciano, era un joven de 17 años, hijo de un matrimonio de la izquierda intelectual de la época que se vio involucrado, muy a su pesar, en aquella matanza y que vivió en primera persona cómo se fraguó en la vivienda de Eva Forest, en el Barrio de la Concepción, en lo que él denomina ‘el nido de ETA en Madrid’.

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Eduardo Sánchez Gatell

Sánchez Gatell hace un doloroso ejercicio de memoria para contar cómo Forest, con el conocimiento de su marido Alfonso Sastre, se sirvió de su ingenuidad adolescente para meterlo de lleno en la boca del lobo utilizándole como cómplice de la red de apoyo a ETA que se tejió en Madrid en 1973, que ideó la primera matanza de civiles de la trayectoria de la banda terrorista.

Y lo ha hecho -reconoce al inicio- pese a las dudas y pese a los cincuenta años transcurridos, pero siendo fiel a sus recuerdos. Por ello, precisa, no se trata ni de un ensayo ni de un libro de historia, sino “de memoria, que no de memorias” ya que el relato se centra en el tiempo que va desde septiembre de 1973 a enero de 1976 cuando salió de la cárcel.

“Un testimonio directo” de su relación con Forest y Sastre, con Argala, con otros miembros de la banda. Testigo y víctima a su vez del proceso de captación de jóvenes, del adoctrinamiento por “proxenetas de las violencias”, llama él. Bordeó peligrosamente el terrorismo sin saber bien qué estaba ocurriendo, sin imaginarse qué se cocía de verdad en la casa de Forest, ni creerse hasta el final que aquel atroz atentado había anidado allí, en “el huevo de la serpiente”.  Según cuenta, Forest también involucró con sus artimañas a otras personas del entorno del PCE y de CCOO, muchas acabaron en la cárcel, como el propio Eduardo que, en Carabanchel, se codeó con Marcelino Camacho o Nicolás Sartorius, presos políticos de la lucha antifranquista.

Un testimonio doloroso, terrible: casi cincuenta días incomunicado y presa de verdaderos monstruos como Juan Antonio González Pacheco, apodado como ‘Billy el Niño’ y otros temibles comisarios de la Brigada Político Social. Primero en aquellos sótanos del terror de la Dirección General de Seguridad, en la misma Puerta del Sol, a escasos metros de la calle del Correo, donde habían muerto tantas personas, un crimen por el que fue acusado, aunque finalmente no hubo cargos contra de él por terrorismo. Después, en la Cárcel de Carabanchel. Tres años de angustia para él y su familia, una vivencia difícilmente borrable y terrorífica más si cabe para un joven de su edad.

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Convocatoria de la presentación del libro en Madrid, este 13 de septiembre.

Sus veinte años los cumplió entre rejas y el poema que le escribió su madre, la escritora Angelina Gatell, y que recoge el libro, refleja no solo la ternura materna, sino también la impotencia y quizá ese dolor por intuir y en parte conocer cómo habían conducido a su querido hijo los otrora amigos de la familia que gozaban de su confianza.

“Al final, el sueño de la razón revolucionaria produjo a sus monstruos y este libro trata de ello, de la cuota de monstruos que conocí y pude sentir en la propia carne”, afirma Sánchez Gatell.

Un testimonio valiente. Una historia, creo, que merece la pena conocer.

50 años de la masacre de la cafetería Rolando: un testimonio de excepción