jueves. 28.03.2024
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Y qué decir de tu historia, España, de la historia de los habitantes de los territorios que ahora te conforman, qué decir de los avatares de los españoles y de quienes no pudieron serlo pero vivieron en lo que hoy eres, qué decir de tu pasado, o mejor del pasado de esas gentes. Quizás esto que sigue.

5.1  Tu Prehistoria

Hace un millón de años. No está mal para empezar. Hace casi un millón de años, en lo que hoy es la provincia de Burgos, ya había homos en tus tierras, a las que faltaban cientos de miles de años para que nadie las llamara España, claro. Eran los tiempos del Calabriano, durante el Pleistoceno, los tiempos en que lo historiadores han decidido decir que lo que transcurría ya era el Paleolítico, pura Prehistoria. Dos nombres antes de venirnos a épocas algo más cercanas pero asimismo prehistóricas, Homo antecessor y sierra de Atapuerca: uno, la especie más antigua de primates homínidos de la que se tiene noticia haya habitado el continente europeo, dos, el área geográfica donde se encuentra el más famoso yacimiento arqueológico español, una mina que no es una mina donde los antecesores fueron encontrados en el siglo XX.

Y al final del Paleolítico, en el Paleolítico Superior, desde el Auriñaciense al Magdaleniense, entre hace unos 35.500 años y cerca de 13.000, sabemos que en tu área cantábrica, en lo que hoy es el término municipal de Santillana del Mar, los cazadores-recolectores que en aquellos tiempos poblaban aquellas áreas geográficas europeas dejaron algo a lo que venimos llamando arte y quizás lo fuera, pintaron y grabaron algunos animales de aquellas eras y aún podemos contemplar esa maravilla en las paredes de una cueva, de ahí arte rupestre: y sí, la cueva cántabra de Altamira sigue siendo la mayor expresión del llamado arte franco-cantábrico, del que se conservan vestigios no sólo en tu cornisa cantábrica, sino también en el suroeste de la actual Francia.

Llegamos al Neolítico, que tenemos prisa por contar tu pasado, a sabiendas de que de lo que habla(re)mos hay quien contara alguna vez algo, que ya es algo, valga la redundancia. En torno al 5000 a. C. tus tierras se contagian de lo que se ha dado en llamar cultura de la cerámica cardial, la misma por la que se reconocía en aquel entonces al área humana del Mediterráneo occidental, y entran (van entrando, si acaso) en esa edad de la piedranueva que se caracteriza por el surgimiento y la extensión de la agricultura y la ganadería, por el uso cada vez más habitual de la piedra pulimentada (de ahí, nueva piedra), aunque también de los primeros tejidos y la alfarería y, con ella, de los primeros enseres ya de cerámica, fabricados por tus primitivas gentes. Tienen que pasar dos milenios para que los habitantes de tus tierras dejen constancia de las primeras construcciones humanas, y así tanto la Península como las Baleares se llenan de sepulturas megalíticas, dólmenes y tal. De hecho, en el 2500 a. C., más o menos, hay en el sur tuyo España, en lo que hoy es la provincia de Almería, una civilización a la que se llama por estar en ese sitio, Los Millares, donde aparece la metalurgia y con ella ya se puede hablar de Edad de los Metales (del Cobre, así, para empezar) y, lo que es más importante, en la que brotan los primeros poblados estables, a veces incluso fortificados.

Todo este mundo tan pretérito va desarrollando una madurez que desemboca en la Edad del Bronce, sobre todo, y asimismo, en tu sureste, también en lo que será Almería, donde se da la cultura de El Argar, y hacia el 1000 a. C. todo parece indicar que tus habitantes de entonces, cuando no existías, vivían una incipientísima globalización cosmopolita basada en la importancia del comercio con las áreas atlánticas extrapeninsulares, en la llegada de centroeuropeos, invasores, claro, por ejemplo los seres humanos de la cultura de los Campos de Urnas, pero ante todo en una famosísima colonización del sur y del este peninsular, la que llevaron a cabo los fenicios, aquellos comerciantes de origen semita provenientes del otro lado del mar Mediterráneo, que traerían a tu remotísimo solar, España, el uso del hierro (por eso, ya podemos hablar para aquellos tiempos de Edad del Hierro) y de la escritura y las virtudes y los defectos de las civilizaciones urbanas hundidas en la base de un mundo rural que las dominará de alguna manera hasta siglos recientes, en algunos casos hasta décadas recientes. A esta colonización se añadió desde el siglo VIII a. C. la griega, de tal manera que si la influencia fenicia ya modelaba las sociedades de las poblaciones indígenas de lo que hoy son las tierras meridionales y levantinas tuyas, a partir del siglo VII a. C. tiene lugar el triunfo de aquel milenario proceso de orientalización, de cuando el reino antes fabuloso y cada vez más verdadero y menos legendario de Tartessos era el rey, del que nacerá la cultura ibérica con la que contactarán en la Península y las Baleares durante las Guerras Púnicas de los siglos III y II a. C. los cartagineses y los romanos; mientras en el interior y en el norte peninsulares, vivían desde el siglo XIII a. C. otros pueblos prerromanos, celtas, o celtizados, conocidos genéricamente como celtíberos, muy distintos de los íberos, tales como los celtíberos propiamente dicho o los vetones, los vacceos, los lusitanos o los carpetanos, pueblos todos ellos con los que también se verán las caras aquellos nuevos invasores de lo que eran tus tierras cuando no existías, España, venidos de Cartago y de Roma.

5. Tu historia