jueves. 25.04.2024

Lo que define un hecho científicamente probado es el que haya sido descrito con precisión y con esta descripción, cualquier persona puede repetirlo con un 95% de probabilidad de obtener el mismo resultado. ¿Y el 5% restante?: representa lo que queda por descubrir sobre este hecho y que no conocemos por limitaciones en el planteo del experimento o en el equipo de control. Newton desarrolló una física que aun hoy es válida para la mayoría de los hechos, pero Einstein penetró en este 5% y probablemente, no lo averiguó todo. Este es el reto de la investigación ir construyendo el edificio. Este sistema es el utilizado por las llamadas ciencias experimentales (física, química….) y también por las ciencias sociales en sus investigaciones. Para todas ellas las matemáticas son el instrumento operacional.

La alimentación, como concepto y sistema no es externa al hombre, sino que forma parte de su biología básica y por ello sujeta a su razón, como instrumento de desarrollo de su conocimiento científico, y a sus emociones. Por ello, manejar el amplio entorno de la alimentación con solo uno de los criterios, es un camino que conduce al fracaso. Una organización basada solamente en las verdades científicas (y en sus actualizaciones), lleva a un sistema alimentario que recuerda un protocolo de actuación en caso de emergencia. Por otro lado, las emociones son altamente peligrosas abandonadas a su suerte. Se convierten, ya desde el origen de los tiempos, en instrumentos de poder a través  de la manipulación de las creencias, de de las costumbres,  de los grupos… Y actualmente, a través de ciertas campañas publicitarias cuyo mensaje no tiene nada que ver con los conocimientos experimentales comprobados.

En esta situación, ¿Cuál puede ser el equilibrio? Volvamos al conocimiento de los hechos científicos: ¿Por qué se producen? Porque los investigadores tiene un objetivo y luchan por él. Traspasado al sistema alimentario, defínase que es lo que la sociedad busca: “alimentos disponibles para todos, con una alimentación sana y según sus costumbres”. Así lo define la FAO en un equilibrio de 3 conceptos contenidos en la frase: disponibilidad, alimentación sana y costumbres. Los dos primeros evidentemente con una solución técnica validada para toda la sociedad, en la que se incluye la capacidad de todo individuo a adquirirlos. El tercer punto es el emocional: las costumbres, el comportamiento las aficiones, la gastronomía…. Las ciencias sociales descubren comportamientos previsibles “científicos”) en situaciones extremas: por ejemplo en una secuencia de hambruna creciente se pasa de la solidaridad con el prójimo a la violencia con el prójimo. Pero fuera de estos extremos las costumbres y comportamientos son en gran parte fruto de un entorno.

¿Cómo resolverlo? Respetando las costumbres, el comportamiento, las ideologías… Pero liberándolas de los conceptos que se oponen a la mayor disponibilidad, más salud y en un entorno de mayor sostenibilidad, evidentemente con comprobación científica universal. Conceptos que en la mayoría de los casos son instrumentos de dominio sociológico o económico.

Luchar por este equilibrio, en donde las verdades científicas prevalezcan en el concepto básico de alimentos y alimentación sana para todos los ciudadanos y donde las emociones sean libres en los placeres del comer, es uno de los retos de la libertad humana. Como ejemplo United Nations prohíbe el uso de alimentos como instrumento de lucha política, pero hoy por hoy, parece ser solo una referencia bibliográfica. Esta prohibición se obvia en muchos casos y hay muchas otras acciones no prohibidas que van en el mismo sentido de dominio. La sociedad funcionará ética y sosteniblemente en un equilibrio de integrar la ciencia con nuestras emociones, cuando el sistema alimentario global lo haga en la misma forma. Este es el gran reto, la ciencia presente en nuestras decisiones sin convertirse en un manual de instrucciones.


Ramon Clotet. Secretario Fundación Triptolemos

¿Puede el sistema alimentario orientarse científicamente?