viernes. 29.03.2024
consumo

Hay una euforia en la producción y uso de biocombustibles (producidos básicamente a partir de maíz, plantas oleaginosas, tubérculos, caña de azúcar…). Es una energía renovable, utiliza la fotosíntesis, proviene del sol, es gratis…. IDEAL, e incluso podría ayudar a mitigar el efecto del cambio climático, que tiene entre otras causas la utilización de los combustibles fósiles.

Este argumentario es el que está presente en la inmensa mayoría de páginas web sobre biocombustibles pero, aún siendo puntualmente cierto, no considera la complejidad del sistema humano que debe coordinarse con la complejidad del sistema del medio ambiente. No nos referimos a la actividad humana, sino a un hecho previo a su actividad interna: a su óptimo funcionamiento fisiológico gracias a la energía que recibe a través de su alimentación.

Hoy tenemos tecnologías para el uso de nuevas fuentes limpias de energía (solar, eólicas, marinas, ¿fusión?....) e incluso tecnologías para extraer minerales de la luna y de otros planetas, pero, la energía utilizable e indispensable para la subsistencia humana, para la producción de alimentos, continua siendo exclusivamente la que procede de la fotosíntesis.

fotosinte

Y aquí aparece el punto de reflexión: aparece un dilema. La superficie cultivable de la tierra es limitada, aparece una competencia: ¿cultivar para producir energía para el ciudadano o para sus máquinas?. Este planteo ya ha generado conflictos debido al aumento de los precios de los alimentos: en Argentina el vacuno, en México el maíz, en Italia la pasta….estos son algunos ejemplos específicos. No se pretende decir que los biocombustibles son los responsables de la hambruna, pero sí, que representan un factor a tener en consideración en este modelo tan complejo que es el sistema alimentario global.

Por todo ello, es de agradecer la noticia publicada en La Vanguardia el pasado 29 de abril: “La euro cámara pone límites a los cultivos para biocombustibles: el pleno del parlamento europeo aprobó ayer limitar a partir del 2017 el uso de biocombustible tradicionales procedentes de cultivos como el maíz, el trigo, la remolacha o la colza, pese a las críticas de la mayoría de los grupos que ven la medida insuficiente. Las nuevas normas que aún deben recibir el visto bueno final de los estados miembros de la UE, tratan de desincentivar el uso de biocombustibles que proceden de cultivos, y fomentar aquellos más avanzados, como los que se elaboran a partir de  residuos, algas, o paja.”

Noticia excelente, que dignifica a nuestros políticos y especialmente al grupo de trabajo que ha elaborado el documento. Un documento de equilibrio que concomita la realidad social con los avances de la técnica.

¿Biocombustibles? Si. Pero no intentemos salvar el planeta sin su pasaje. La fotosíntesis es indispensable para producir alimentos, esta es su función principal a través de las plantas adecuadas. No destinemos las especies comestibles a los biocombustibles. Tal vez, es más fácil y rentable inicialmente, generarlos a partir de ingredientes alimenticios, desarrollar nuevas fuentes agrarias pero no alimentarias será algo más costoso pero no a la larga, y contribuirá a las posibilidades de un mejor funcionamiento del sistema alimentario mundial, y todo ello, con la ayuda necesaria de la investigación y las biotecnologías.

El Parlamento europeo ha dado esperanza, a través de una resolución inteligente, a que se puedan conseguir equilibrios en temas complejos, y que para resolverlos hay que coordinar imaginación con innovación.


Yvonne Colomer | Directora Fundación Triptolemos para el Desarrollo Agroalimentario

Producción de energía: ¿Para quién?