viernes. 19.04.2024
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logo-triptolemosAsí titulaba un lector en una carta publicada en el periódico La Vanguardia del pasado 3 de Julio y seleccionada por la dirección como la más representativa del día.

¿De qué estaba harto y empalagado el autor? Pues nada menos que del general tratamiento de los medios de comunicación a un tema tan fundamental como la correcta información sobre un tema tan complejo y fundamental para la idónea subsistencia como es el  sistema alimentario desde la producción al adecuado consumo y al placer gastronómico.

En nuestra toma de decisiones sobre los alimentos, actúan dos líneas de razonamiento: el de la “lógica” (conocimientos de la ciencia en temas de producción, nutrición…) y el de las “emociones” (sensaciones, placer sensorial y emocional en la globalidad).

Hoy la primera línea de razonamiento parece olvidada y domina la visión emocional, a partir de creencias e ideologías de todo tipo, muchas veces de consistencia superficial. Y el autor de la carta lo explica con cierto humor: ”A cualquier hora y en todas las cadenas de televisión te encuentras con un cocinero que te explica cómo preparar platos sabrosos, económicos, especiales, con materias primas acabadas de recoger del huerto, caseros, como los que hacía la abuela. Cocinados a fuego lento, a baja temperatura, al vapor, en recipientes de madera exótica, en wok, con recetas de países lejanos, esferificaciones, suflés y otros nombres que no entiendo…”. El vino, cómo verterlo en la copa, removerlo, mirar las lágrimas, oler y saborear poniendo los ojos en blanco…” (…) “En el terreno ecológico, un buen lío, con las interpretaciones de qué es bueno y qué no lo es. La teorías del comer y beber sano, desde los veganos hasta los alimentos transgénicos”. Y termina “Y desde la inopia seguiré con mis costumbres, que no me ha ido tan mal”.

¿Es esta carta el símbolo de un cierto cansancio social del abuso, con trato superficial, de los temas alimentarios?  Creo que sí. Estamos considerando los temas alimentarios con un doble riesgo: por un lado, poco rigor técnico en una temática tan estratégica para la supervivencia de la especie y por el otro con una visión ideológica de ciertos temas con unas premisas alejadas de las certezas científicas contrastadas.

La divulgación científica a la vez con rigor y amenidad es difícil, no solo refiriéndonos al complejo mundo de la alimentación. La civilización occidental vive rodeada de tecnología pero muchas veces, no entiende sus principios básicos. Así, ¿cómo es qué conectando a la misma red que suministra  la misma energía, un aparato enfría (nevera) y otro calienta (estufa)? No se trata de ser un experto en física o en bioquímica sino de conocer los mecanismos fundamentales que pueden validar o no un mensaje. Si no se conoce el principio termodinámico de que la energía no se crea ni se destruye sino que se transforma, podemos creer que, por ejemplo, la obesidad (en reserva energética) no depende de lo que ingerimos.

En resumen, formación científico-técnica en forma de una divulgación correcta y contrastada (no ciencia ficción) es el primer paso para luchar contra esta incredulidad creciente, que afecta entre otras cosas a la comunicación, y muchas veces de forma reiterada en la publicidad.

La visión ideológica de los temas alimentarios viene favorecida por el entorno anterior. La llamada civilización occidental hizo del desarrollo de la ciencia como una de sus identidades. Otras civilizaciones lo han seguido. En el campo global alimentario se ha trabajado en la disponibilidad y en la salud, con éxitos notables. Los avances son evolutivos y volver a etapas anteriores hace perder avances. Un ejemplo: Inicialmente la alimentación humana era vegetariana, la inclusión de la carne supuso ventajas que los antropólogos explican con detalle. Sin embargo, por motivos ideológicos volvemos a dietas vegetarianas. No quiero entrar en polémica pero es un hecho científico, presente ya durante muchos años y concordante con la evolución, de los riesgos sobre la salud de las dietas estrictas de todo tipo. En esta línea, el parlamento italiano discutirá próximamente una propuesta de ley contra los padres que apliquen unas dietas (vegetarianas) que no garanticen un adecuado crecimiento de sus hijos.

En resumen, si no queremos (y no debemos) estar hartos y hastiados de la información que recibimos sobre el mundo alimentario en todos sus aspectos busquemos información contrastada, de fuentes fiables y rigurosas, aunque pueda ser la menos impactante. Para los conocimientos fijémonos en la ciencia, para el placer en nuestras sensaciones.


Fundación Triptolemos para el desarrollo agroalimentario desde el 2002 colabora en la optimización y articulación del funcionamiento del sistema alimentario, para que redunde en una mayor disponibilidad y calidad de los alimentos, en la confianza y dignificación, en un entorno de sostenibilidad global, en la convicción de que no puede haber un desarrollo sostenible y equilibrado socialmente si, en la base, el sistema alimentario global no mantiene el equilibrio entre sus actores.


Ramon Clotet |  Secretario Fundación Triptolemos para el desarrollo Agroalimentario

¡Harto y empalagado!