viernes. 29.03.2024
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Los consumidores estadounidenses han visto surgir en los últimos meses varias aplicaciones móviles que les permiten apoyar indirectamente sus valores e ideología política a través de sus decisiones de compra. Buycott y Bizzvizzson dos buenos ejemplos.

La primera es una app desarrollada por un programador de 26 años que emplean más de 100.000 ciudadanos del país durante sus visitas al supermercado. Gracias a ella, demócratas y republicanos, ecologistas y negacionistas del cambio climático, pro-life y pro-choice, o cualquier consumidor preocupado por una causa determinada, puede asegurarse no financiar con su dinero a aquellas empresas que no se alinean con su visión del mundo.

El funcionamiento de Buycott es muy sencillo: el usuario se une a aquellas campañas que quiere apoyar (o crea las suyas propias). Posteriormente, ya en el punto de venta, escanea el código de barras de cualquier producto para saber si la empresa que lo produce está alienada o no con ellas. Una de las campañas más seguida, destinada a ciudadanos progresistas, es la que promueve el boicot a bienes producidos por empresas pertenecientes al imperio de Charles y David Koch, conocidos por sus donaciones millonarias a causas ultraconservadoras.

En el caso de Bizzvizz, el proceso es bastante similar, aunque el objetivo de esta aplicación está centrado en la rendición de cuentas y la transparencia por parte de las empresas. La información que el consumidor obtiene tras escanear los códigos de barras es más amplia: impuestos pagados por las corporaciones en cada ejercicio fiscal; trato hacia los empleados; nivel de compromiso con el medio ambiente... Además, se ofrecen datos sobre las donaciones a partidos políticos y PACs y comparaciones con la competencia.

¿Qué se puede esperar de estas iniciativas? ¿Neutralizarán determinados comportamientos ideológicos hacia lo politicamente correcto o polarizarán los comportamientos empresariales? ¿Potenciará la RSC o será un episodio más que pasará desapercibido?

Activismo político en la cola del supermercado