jueves. 25.04.2024

Para quien no lo sepa o no haya visto el cartel promocional de la película que nos ocupa, en Chile una nana es una empleada del hogar que se encarga, tanto de efectuar las tareas domésticas como de cuidar a los niños de las familias para quien trabajan. El film nos cuenta la vida de una de estas cuidadoras, Raquel, quien lleva trabajando durante varios años a las órdenes de una familia acomodada de Santiago de Chile. Su vida transcurre entre sus múltiples quehaceres, es la primera en levantarse y la última en acostarse,  aunque como el tiempo no pasa en balde el agotamiento físico se va acumulando y  tras dos amagos de mareo un día cae en redondo por las escaleras. En esas circunstancias Pilar, la dueña de la casa, decide contratar a alguien que le pueda echar una mano. Raquel, que ve amenazado su espacio laboral y emocional, hará lo indecible para ir espantando a toda aquella competencia que se le va presentando.

NUEVO la nana

Esta es la premisa básica a partir de la que se desarrolla esta maravillosa película que arrasó en aquellos certámenes donde se llegó a proyectar. Entro otros fue reconicida en los festivales de Sundance (donde ganó el gran premio del Jurado)  Biarritz, Guadalajara, Huelva y Miami, además de haber sido nominada como mejor película de habla no inglesa en los Spirit Awards y en los Globos de oro.

Desde su inicio demoledor, donde se nos presenta a la protagonista celebrando su cuarenta y un cumpleaños junto a la familia,  radiografiada en pocos trazos de forma punzante y mordaz (el marido después del primer mordisco al pastel se excusa mientras que Raquel ya se presta a recoger los platos), ya nos damos cuenta de que nos hallamos ante una pieza bien perfilada y sobretodo muy natural. Los personajes están perfectamente definidos, destacando sobremanera la figura de Raquel, todo un prodigio de composición por parte de Catalina Saavedra (a la que tuvimos la ocasión de ver en El baile de la victoria, de Fernando Trueba). Toda la película gira entorno a ella y ella lo agradece creciendo en su interpretación a medida que también lo hace su personaje. Sus disputas con las distintas chachas que desafían su estabilidad son memorables, ya que intentará por todos los medios de deshacerse de ellas. Primero debe lidiar con una chamaca inexperta a la que despachará de un plumazo; tras ella la familia contrata a otra aya mucho más experimentada y  avinagrada, con la que llegará literalmente a tirarse de los pelos. Por último, y cuando todo parece perdido para la causa, aparece Lucy, una nana fuera de los cánones establecidos con la que aprenderá paulatinamente a abrirse al mundo y hacerse valer fuera de las cuatro paredes donde se había atrincherado.

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Hay algo en esta película que enamora. Incluso se podría llegar a afirmar de que se trata de una película sobre el amor. Sobre tener amor en la vida o no tener amor en la vida, sin reducir el tema del amor al contexto de la pareja (se puede tener mucho amor y no tener pareja, o pareja y nada de amor), reducción que ha aportado tanto tocino de cielo a la historia del cine.
En La nana, al contrario de lo que pudiera parecer, no hay personajes malvados; más bien hay seres en cuya vida no ha habido nada de amor, y seres llenos de amor que muestran con naturalidad su potencial transformador, que no es otro que el poder transformador del amor. 
Hay que agradecer a su director, el chileno Sebastián Silva (Cristal Fairy; Magic Magic) la lucidez e inteligencia empleadas en la creación de esta sencilla película.

Título original: La Nana
Duración: 95 minutos.
Ficha (artística): Catalina Saavedra, Claudia Celedón, Alejandro Goic.
Dirección: Sebastián Silva

Guión: Pedro Peirano, Sebastián Silva.
Fotografía: Sergio Armstrong.
Montaje: Danielle Fillios.
Dirección de arte: Pablo González.
Género: Drama

La Nana. Cómo está el servicio