La Guerra Civil, Amapola y el Ángel Rojo
El cineasta Alfonso Domingo nos narra la vida de Melchor Rodríguez, el Ángel Rojo.
El padre de Amapola se llamaba Melchor, Melchor Rodríguez García, y aunque a él no le gustara se le renombró como el Ángel Rojo. Y a su padre, a su poco conocida pero destacada personalidad y a su intenso recorrido vital y público, sobre todo público, el cineasta, escritor y periodista Alfonso Domingo le ha dedicado todo un documental, una película, de título Melchor Rodríguez, el Ángel Rojo, coproducido por RTVA y Argonauta Producciones. (En la imagen, portada del libro del propio autor en el que se basa el documental).
Una película que tiene una protagonista que encandila durante toda la proyección y le roba la preeminencia a su padre, a quien el retrato documental de Domingo muestra como un ser humano que, en el ojo del huracán, en medio de la debacle de la Guerra Civil española, en medio del vendaval que arrastró a tantos hacia la muerte, hacia la ignominia, supo personificar cuanto de edificante solemos atribuir a la esencia de lo humano. Esa protagonista es a través de quién más sabemos sobre Melchor Rodríguez. Esa protagonista es Amapola, que tristemente falleció poco antes de que se pudiera exhibir la película que sobre su padre llevaba durante años en la cabeza y en el alma Alfonso Domingo, quien ya había escrito años antes un libro dedicado al anarquista sevillano en el que se basa aquélla.
“Por encima de su ideología, de su destacada lucha en la CNT-FAI en Madrid, y ‘cumpliendo el propósito que la República le había encomendado, tratando a los presos políticos con el respeto que se merece todo ser humano’, según él mismo declaraba, Melchor Rodríguez salvó, desde su puesto de director general de Prisiones, a más de doce mil personas, en su mayoría presos del bando franquista, durante la Guerra Civil española”.
Y es que de que sepamos quién fue Melchor Rodríguez se encarga Amapola, repleta de verdad y dotada de una inesperada vis cómica que es el hilo conductor de la dura realidad que habitó y protagonizó en gran medida su padre.
En otro lugar dejé escrito lo siguiente sobre esta película documental:
Un ángel en la Guerra Civil. Los hubo. O mejor, hubo seres humanos en su esplendor de fieras, de esos abundaron, no era para menos, pero también deslumbraron los seres fieles a sus principios morales recios, a esos que venían de décadas de educación en la utopía y de siglos de quijotismo y de cristianismo primitivo, fieles a eso que al final es un hombre, a eso que fue Melchor Rodríguez, torero, trabajador de la madera, obrero consciente, funcionario de pro, director general en un gobierno acosado huyendo hacia la nada, salvador de vidas, salvador de la suya propia finalmente cuando acabara la guerra y comenzara la larga noche del franquismo donde él mismo sería una copla y una sentencia afónica, donde él mismo siguió siendo un anarquista de los de toda la vida, no, un anarquista de los de verdad, un anarquista auténtico. Alfonso Domingo ha creado algo hermoso con su oficio de contador de historias, con su oficio de historiador, con su oficio de cineasta.
Gracias, Alfonso Domingo, Gracias, Amapola.
Gracias, Melchor.