viernes. 29.03.2024
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En cualquier caso se impone la razón económica, que es lo que único que parece contar en esta época

Leo en la prensa internacional una noticia que en absoluto debería sorprendernos. El número de estadounidenses que no hablarán ningún otro idioma que no sea el inglés va a caer con total seguridad en los próximos años. Lo extraordinario viene ahora: varios estados de la Unión han tomado ya o se disponen a tomar medidas que permitirán a los jóvenes optar por un lenguaje informático en lugar de estudiar una lengua extranjera.

Entre los estados que ya han decidido dar ese paso están Texas, Georgia y Washington. En este último se encuentra precisamente la sede de Microsoft, la multinacional fundada por Bill Gates y Paul Allen hace ya cuarenta años.

Resulta al parecer mucho más útil (quizás hasta más fácil) aprender un código informático que las conjugaciones de los verbos en español o francés o declinar los casos en alemán.

En cualquier caso se impone la razón económica, que es lo que único que parece contar en esta época. Aprender un lenguaje informático y convertirse por ejemplo en programador facilita encontrar trabajo y ayudará a las empresas estadounidenses a competir mejor internacionalmente, dicen los partidarios de la medida.

Code.org, organismo dedicado a la promoción de las tecnologías de la información, explica que para 2020, para casi millón y medio de puestos de trabajo en empresas estadounidenses se requerirán conocimientos de informática y se prevé un déficit de casi un millón.

Los norteamericanos, como los anglosajones salvo honrosas excepciones, van por el mundo convencidos de que todos hablan ya o deberían hablar inglés o al menos eso que algunos llaman “globish”. Es éste un inglés sólo para entenderse que está a años luz de la extraordinaria riqueza de matices y la enorme profundidad de la lengua de Shakespeare ¿Para qué estudiar otros idiomas o molestarse en aprender más que las mil y pico palabras básicas necesarias para hacer un negocio o firmar un trato?, parecen pensar muchos.

Dice Esperanza Aguirre, nuestra gran liberal, que con el inglés, que propone extender a las escuelas madrileñas, se interiorizan además unos valores. ¿No se trata precisamente de eso, incorporar el utilitarismo como doctrina y fomentar un inglés que sirva entre otras cosas para absorber los valores incrustados en su faceta más empobrecida?

¿Dejaremos el español en la escuela sólo para el patio de recreo del mismo modo que en la época del zar la aristocracia rusa hablaba entre ella en francés y sólo utilizaba el ruso para dar órdenes a sus sirvientes?

¿No se está eliminando también en nuestras escuelas la filosofía, no se están olvidando en general las humanidades? ¿No forma todo parte del mismo proyecto de evitar que nos hagamos demasiadas preguntas?

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