sábado. 20.04.2024
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Javier es un gran profesor. Además de poeta y escritor tiene entre sus aficiones enseñar a hombres y mujeres de todas las edades como pueden subirse a ese tren en marcha que se llama internet. Hace algo más de un año tuve la oportunidad de asistir a uno de sus cursos donde con una paciencia infinita nos explicó a casi veinte alumnos, muchos de los cuales no sabíamos ni encender un ordenador, como crear una web, como tener cuentas en las redes sociales más importantes y sobre todo como pasarlo bien haciendo todo eso.

Personas de los más variopinto, desde metalúrgicos jubilados hasta jóvenes entusiastas con las nuevas tecnologías, pasando por amas de casa sin trabajo remunerado o parados en trance de buscarse las habichuelas, nos pusimos con todo afán a aprender un lenguaje nuevo, a imaginar que nos gustaría transmitir a los demás e incluso alguno a pensar como podía sacar algo de dinero para llegar a fin de mes.

Una cosa que parecía imposible el primer día, dados nuestros escasos conocimientos, fue tomando forma sobre todo en nuestras mentes, cuando Javier nos animaba a pensar y reflexionar a las salidas de las clases, sobre en qué podríamos nosotros saber un poquito más que los demás, qué podríamos aportar de nuestros conocimientos, experiencias y vida cotidiana y cómo se podría plasmar eso en el nombre de una web, en unos artículos de prensa, enlaces, imágenes, anuncios, diseños y creatividades.

De esas tormentas de ideas a uno se le ocurría hacer una página sobre huertos y como trabajarlos, a otros sobre música clásica, mientras que las más activas, prácticas  e imaginativas, siempre mujeres por supuesto,  discurrían sobre viajes a lugares originales, recetas de zumos y postres o bibliotecas digitales en permanente actualización.

También nos sorprendieron  las posibilidades “ya hechas”, ya trabajadas por otros que allanan el camino y lo relativamente fácil que es desarrollar el producto, o hasta realizar tiendas online, como es posible encontrar en esta web. El ejemplo de maquetas y formatos muy atractivos a la vista y bien construidos pueden inspirar fácilmente para la realización de estos proyectos.

A lo largo de las diez sesiones que duró el curso cada alumno mostraba los avances que iba consiguiendo. Sorprende ver como personas sin ningún conocimiento previo de diseño  son capaces de plasmar sus ideas con tanta claridad, sencillez y emotividad. Algo de lo que todos nos íbamos dando cuenta es que una vez sistematizado el conocimiento sobre las páginas web podíamos distinguir enseguida cuales estaban bien hechas y cuales eran un desastre. Sorprende en algunas ocasiones páginas que pretenden ser ejemplos a seguir, en las que sin embargo se nota la falta de un soporte técnico sólido detrás, que viene dado precisamente por el conocimiento y la experiencias de aquellas personas que se han tomado previamente la molestia de generarlos profesionalmente.

El día de la prueba final prácticamente todos los asistentes presentaron orgullosos sus páginas webs y las explicaron con entusiasmo. Ahora muchas de ellas siguen activas dando información y consejos, manteniendo en contacto a las personas que las vimos nacer y en las que seguimos aprendiendo, y haciendo real el viejo dicho de “a la cama no te irás sin saber una cosa más”.

A la cama no te irás sin saber una cosa más