martes. 16.04.2024

Mina guerrillero

Tras conocer su biografía, la figura de Xavier Mina brilla, en primer lugar, como guerrillero, como una de las figuras emblemáticas del romanticismo liberal español, de la épica y la tragedia. Esas figuras en las que, como sugiere Ismael Carvallo, pudo haber pensado Unamuno al afirmar que la verdadera religión de los españoles no era el catolicismo sino el quijotismo.

Recordar y honrar la figura de Mina significa rendir homenaje a toda la tradición del guerrillero hispanoamericano, como afirma de nuevo Carvallo. El “guerrillero”, que ya para Marx era el símbolo popular del patriotismo, la firmeza, la generosidad y la valentía. Esta larga tradición se encarna durante el siglo XIX de forma superlativa en Mina “el Mozo”, que peleó en ambos continentes no contra Francia ni contra España, sino contra el Absolutismo y la Tiranía, en una trayectoria vital ejemplo de fiereza y arrojo, de compromiso patriota pero a la vez internacionalista y revolucionario.

Una trayectoria comparable con la de otro guerrillero, del que parece Mina una forma de prefiguración: Ernesto Guevara de la Serna.

La comparación no es ociosa, pues como sugiere Arenas Gallardo, ambas figuras históricas comparten muchos hechos en sus biografías: ambos eran jóvenes, masones, provenientes de la clase ilustrada, universitarios que abandonan una profesión liberal (medicina y jurisprudencia) para dedicarse a la lucha armada en favor de la libertad, especialmente a la guerrilla. Ambos combatieron lejos de sus países de origen, en la creencia de que sus revoluciones no se limitaban a las fronteras dentro de las que nacieron. Ambos combatieron contra militares profesionales, y en muchas ocasiones los superaron. Tuvieron que luchar contra los recelos y envidias de sus compañeros que siempre los vieron como outsiders, y ambos encontraron la muerte en territorio extranjero, capturados, agraviados y ejecutados por militares enemigos. Ambos héroes y mártires de la revolución y la lucha por su idea de libertad.

Mina liberal y patriota hispanoamericano

La vida breve y agitada de Mina está marcada por la épica. La suya fue una vida a la que se le dota de sentido por medio de la política, en este caso por la tensión y lucha entre el liberalismo político y el absolutismo, entre la libertad y la tiranía. Su existencia estuvo abocada al sacrificio, al desprecio de la propia vida no por desdén sino por compromiso con unas ideas y un proyecto histórico (el liberalismo político) que iban abriéndose camino y que cambiarían la historia del mundo.

Como escribe Manuel Ortuño, académico español y gran especialista en Mina, sólo por medio de la asunción de este destino histórico, y no por mero afán de aventura, se entiende el peregrinaje de Mina, de Europa a América, luchando en distintos frentes pero siempre en la misma guerra, buscando ampliar las “fronteras de la libertad”.

En un primer momento, la guerra es la lucha entre los guerrilleros españoles y los invasores napoleónicos. En un segundo tiempo, se tratará ya de la lucha en España entre el liberalismo y el absolutismo encarnado por la Restauración y Fernando VII. La lucha en México es consecuencia lógica de este segundo tiempo, pues para Mina (y para otros liberales), la libertad americana se hizo divisa imprescindible y garantía de la española, como escribe Carvallo. “En América ha de conquistarse la libertad de España”, dice El Mozo, estableciendo una firme defensa de la independencia americana pero a la vez dándose cuenta de la íntima relación que existe entre la emancipación de las Colonias y la vuelta de las libertades a la Península.

Su hispanoamericanismo es consecuencia de su liberalismo, y pocas veces se descubre una visión política de tal alcance en un contemporáneo, al ser consciente ya Mina de que las revoluciones americanas eran parte del mismo movimiento histórico al que pertenecía la revolución liberal española.

La figura de Mina se vuelve así puente tendido entre México y España para realmente aprehender la dimensión hispanoamericana de los procesos de emancipación cuyo bicentenario hace poco celebramos, representada en un primer momento por la influencia de la revolución liberal española y la Constitución de Cádiz en el inicio de las luchas “acá del Océano”.

Es en la lucha por la Independencia de México dónde esta relación cobra más fuerza: pues si bien para Mina es requisito para recuperar la dignidad de americanos y españoles el “echar por tierra en todas partes el coloso del despotismo”, es en México dónde este esfuerzo emancipador de “americanos y patriotas españoles de buen raciocinio” debe llevarse a cabo con mayor ahínco, pues la Nueva España era el corazón de este coloso despótico en el que se apoyaba el Monarca. Y por eso es que Mina jurará morir o conseguirlo.

A manera de final: la España liberal, el México conservador, y el proyecto de Mina.

Mina murió en 1817. No llegó a ver ni la consumación de la Independencia mexicana ni el retorno del liberalismo político a España. Quizá fue mejor, pues no fue testigo de la siguiente plasmación histórica de la relación entre liberalismo en España e independencia en México: si bien El Mozo pensaba que para conseguir el triunfo del primero había que luchar por la segunda, lo que ocurrió es que el comienzo del Trienio Liberal de 1820 en España tuvo como consecuencia que se consumara una Independencia en México de carácter reaccionario, de la mano de la élite eclesiástica y militar novohispana (quienes se dieron cuenta del peligro que significaba para su posición la vuelta a la metrópoli del liberalismo gaditano).

Como escribe el historiador del Colegio de México Roberto Breña, la forma en que se llevó a cabo la independencia mexicana se explica en gran parte como una reacción a las medidas liberales que las Cortes de Madrid adoptaron durante este periodo. La consciencia de la relación entre liberalismo español y emancipación americana por parte de los elementos más conservadores de la Nueva España condujo a una medida gatopardista: para que todo siguiese igual, cambiarlo; para conservar los privilegios del orden virreinal que beneficiaba a militares y altos cargos eclesiásticos, declarar la independencia con respecto de España. Un golpe de estado conservador contra la metrópoli liberal, justificado por la participación en ella de algunos insurgentes, como refiere el analista José Antonio Crespo.

Y sin embargo, a pesar de que la causa americana por la que luchó acabó por falsearse y sólo triunfar en parte, no queda duda que Mina, en su corta vida (como escribe Ortuño), asumió el peso de la Historia y tanto su ser como su hacer representaron a la nueva Europa y a la nueva América, las del liberalismo y la lucha contra el servilismo y la tiranía. Un héroe universal.

Xavier Mina: liberalismo, guerrilla y patriotismo hispano-americano (II)