martes. 19.03.2024
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Este trabajo de investigación periodística es una buena muestra del papel del periodismo en la reconstrucción de la memoria

El pasado miércoles 10 de abril, en el salón Esmeralda del hotel Tequendama de Bogotá, tuvo lugar la presentación de la segunda parte del trabajo “Ríos de vida y muerte”. Una investigación llevada a cabo por las organizaciones Consejo de Redacción (CdR) y Rutas del Conflicto, con el respaldo de otras entidades como la Deutsche Welle Akademie, Hacemos Memoria y Vokaribe Radio junto a la Cooperación Alemana y la Pontificia Universidad Javeriana.

En esta fase del proyecto las y los investigadores de ambas asociaciones recorrieron veintidós municipios situados en las orillas de los ríos Cauca y Magdalena, los dos más grandes de Colombia, para recuperar las voces y las narrativas de las víctimas del largo conflicto armado que vive el país.

A partir de talleres realizados en diferentes lugares de poblaciones ribereñas de dichos ríos, las familias de personas desaparecidas aportaron sus testimonios para ir reconstruyendo sus vidas y que se conozcan sus historias. Con los resultados de las ocho investigaciones que han venido efectuando se está elaborando una base de datos con información precisa de esas existencias segadas violentamente y que, por desgracia, muchas veces quedan en el olvido.

Afiche de presentación del proyecto de investigación2

El evento contó con la presencia de cuatro personas afectadas directamente por la violencia de la guerra. Tres mujeres víctimas y un bombero voluntario contaron sus experiencias alrededor de los crímenes que han ocurrido con los ríos como protagonistas de la vida y la muerte. Junto a ellas, ejerciendo de entrevistadores y moderadores del conversatorio, los periodistas de Rutas del Conflicto Óscar Parra, Lía Valero y Juan Gómez y Ginna Morelo, profesional del periódico El Tiempo y asociada de CdR.

Este trabajo de investigación periodística es una buena muestra del papel del periodismo en la reconstrucción de la memoria. Profesionales que construyen relatos con las pruebas que las personas que habitan en las orillas de los ríos les cuentan sobre su pasado y su presente, para que sean conocidos por el resto de la ciudadanía y de los organismos, internacionales y gubernamentales, que tienen que tenerlos presentes para acabar con la violencia y el olvido. Es periodismo con otros criterios que sirve para dar a conocer la persistencia de las iniciativas ciudadanas construyendo un archivo de notas, de fotos, y de minutas de identificación.

Las cuatro personas que dieron sus testimonios en la charla pusieron en valor a las víctimas por encima de los victimarios, a los que, salvo una de ellas, las otras tres no nombraron. Algo que creo que es bueno y necesario para contribuir a la reconciliación.

La pregunta es si a las víctimas que han formado parte del proyecto narrar les ayuda o las revictimiza. Una revictimización que padecen en la búsqueda de sus seres queridos y en la incertidumbre que supone no encontrarlos. A las personas que participaron en el debate, contar sus historias les ayuda a sacar el dolor de dentro, les hace sentirse mejor y pierden un poco el miedo a hablar.

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Un momento de la presentación de la segunda parte de la investigación “Ríos de vida y muerte”

Con estos trabajos se pone rostro a las personas desaparecidas, se escuchan los otros relatos con las angustias de sus familiares y se recuperan en parte los recuerdos de las víctimas del conflicto ayudando a salvar las barreras que han impedido conocer la verdad. Es necesario ponerle cuerpos a los lutos que cargan estas víctimas, cuerpos desaparecidos que impiden cerrar definitivamente las heridas.

Los dolores que padecen promueven la resistencia de una población golpeada por una guerra que no es la de ellos y que no debería ser la de nadie. Su capacidad de resiliencia oculta las desolaciones padecidas, lo que no significa que no tengan todo el derecho a ser reparadas y nunca más revictimizadas.

Ante declaraciones como “le faltó cuerpo para las torturas que le hicieron”, “recogíamos semanalmente restos de siete u ocho cadáveres flotando en el río” o “quiero ese río porque lleva la sangre de mi familia”, uno se pregunta qué clase de locura infecta las cabezas de seres llamados humanos para hacer las atrocidades que alimentan la historia de este mal llamado conflicto armado colombiano. Una guerra que no tiene una ideología concreta, que ni siquiera se puede moralizar entre buenos y malos porque hay una ausencia absoluta de humanidad en todos los actores armados. Son muertes violentas y desapariciones forzadas, tan graves éstas como aquellas.

La gente quisiera llegar tarde a su entierro en estos ríos de vida y muerte en los que la parca pasa corriente abajo.

Al final del acto se hizo entrega de la base de datos y los archivos obtenidos en la investigación sobre desaparición forzada a dos personas pertenecientes a la Comisión de la Verdad y a la Unidad Especial para la búsqueda de personas dadas por desaparecidas.

Ríos de vida y muerte