martes. 23.04.2024
pesos
Foto: Wikipedia.

@jgonzalezok / El billete de mayor denominación en Argentina es el de 100 pesos. Al cambio oficial equivale a 7,1 dólares o 5,5 euros, ambos al cambio en negro, que es el único real. Al cambio oficial, habría que una diferencia del 60%. La inflación de los últimos años, sin control desde el 2007, ha hecho que la billetera del ciudadano engorde, aunque se tenga menor poder de compra. Y esto si es que la crisis no le alcanzó y la billetera está vacía.  

Valga como dato que el sueldo mínimo, que se acaba de actualizar, está en 4.400 pesos, es decir, 314 dólares o 242 euros. Pero la recesión está causando sus efectos. Según datos oficiales de la Encuesta Permanente de Hogares, un 46% de jefes de hogar ganaba en el tercer trimestre del 2013 menos del salario mínimo de ese momento, que era de 3.300 pesos. 

El empecinamiento del gobierno en no reconocer la inflación ha hecho que no se hayan tomado en cuenta ninguno de lo planes para imprimir billetes de 200 o 500 pesos, como indicaría la lógica. Con un billete de 100 pesos hoy solo da para tomar cuatro cafés, siempre que el lugar no sea especialmente elegante. Aún así, muchas veces taxistas y hasta bares pidan que se pague con cambio.

La emisión monetaria –la maquinita de fabricar billetes- tiene cada vez más trabajo, lo que alimenta la inflación. En el 2012 se emitieron unos 50.000 millones de pesos, el año pasado se duplicó la cifra y este año se calcula que llegará a los 160.000 millones. La única novedad ha sido la de emitir billetes con la efigie de Evita, que de momento conviven con los que tienen al ex presidente y general  Julio Argentino Roca, uno de los principales malvados para los historiadores revisionistas, que hoy cuentan con el favor oficial.

El 90% de los nuevos billetes son de 100 pesos, cuando en 2007 eran solo el 47%. La negativa del gobierno a imprimir billetes de mayor denominación tiene costos diversos. Desde la manutención de los cajeros automáticos a la subida del gasto en las empresas de seguridad que se encargan del transporte de caudales. 

El costo de imprimir billetes también se ha disparado. En 2008, el Estado gastó 72,4 millones de pesos; en 2013, la cifra subió a 829,8 millones de pesos, un 1.046% más, una cifra impresionante que supuso diez veces más que la inflación en ese mismo período.

Esto supuso, además, un deterioro en la situación de la Casa de la Moneda, que en 2007 tenía un resultado financiero positivo, de 53 millones de pesos, y acabó el 2013 con un pasivo de 334,2 millones de pesos. En el medio estalló el llamado escándalo Ciccone, por el que está procesado el vicepresidente, Amado Boudou, que habría intentado apoderarse de una imprenta privada, capaz de fabricar billetes, al tiempo que se dejaba languidecer la Casa de la Moneda. El gobierno, para acallar el escándalo, acabó nacionalizando la imprenta.

El peso argentino ha perdido valor también en el exterior. Ni siquiera en los países vecinos tiene buena salida. La mayoría de los argentinos que salen del país lo hacen con dólares, ya que incluso en los países de América Latina difícilmente se consiga una buena cotización, en el caso de que haya cambio de la divisa.

El deterioro de la moneda argentina no es solo el relativo a su valor de cambio. En el caso de los billetes de 2, 5 y 10 pesos, los de menor denominación, el desgaste es alarmante. Billetes rotos y malolientes –fétidos, sería más preciso-, es el indeseable vuelto que generalmente se recibe al pagar una cuenta. Si la compra es en uno de los pequeños supermercados donde no hay tiempo para ordenar el dinero y todo va a un montón hecho una bola estrujada en el bolsillo del dependiente, el resultado es aún peor.

El estrago que está sufriendo el peso argentino por el paso del tiempo podría compararse con aquella mujer de un famoso tango de Armando Santos Discépolo Esta noche me emborracho: un hombre encuentra a un viejo amor saliendo de un cabaret y la ve sola, fané y descangayada

El peso argentino, 'fané' y 'descangayado'