jueves. 25.04.2024
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El resultado electoral de las presidenciales en Colombia quedó marcado por la gran abstención: el 60%. Récord absoluto. Entre los participantes, ganó Óscar Iván Zuluaga (Centro Democrático), seguido del candidato-presidente Juan Manuel Santos. El correligionario de Uribe y triunfador en las elecciones tiene cómo objetivo finalizar los diálogos con las FARC-EP, y hasta le ha puesto fecha: 8 días tras su elección presidencial.

Las condiciones de negociación de los acuerdos ya fueron pactadas y nos ha llevado más de dos años lograr un mínimo de confianza entre el equipo negociador y el Estado representado en el actual presidente Santos. Tras las elecciones las FARC-EP deberían poner de su parte hacer un cese al fuego unilateral. Hagan lo que hagan ambos la posición de Uribe y Zuluaga será la misma: negar el conflicto y promover la guerra a cualquier precio. Bajo las más inimaginables violaciones a los derechos humanos.

En la segunda vuelta se dirime la opción de lograr los acuerdos con la guerrilla, el cese de esta violencia política y la participación política de este grupo con garantías para su vida. También la reglamentación de reservas campesinas y mejoras en la vida rural, el desmonte del narcotráfico, el esclarecimiento de la verdad para las víctimas y el resarcimiento a ellas, que no es cosa de poca monta en medio de la mayúscula impunidad que caracteriza a la sociedad y justicia colombiana.

En estas condiciones Zuluaga, representa la vuelta al pasado y un 29,26% de electores así lo consideran. Las opciones por el logro de los acuerdos y el futuro hacia la paz representan el 49% del electorado, fraccionado en tres opciones. Así que no debemos confundirnos: el país si quiere la paz... pero no cualquier paz.

Por su parte la conservadora Martha Lucia Ramírez, representa también una opción de la derecha que rechaza la corrupción, esta ha sido su mejor bandera en esta campaña. Si su opción para la segunda vuelta entre Santos y Zuluaga es este último –que es lo más probable- perderá ese electorado que al votar por ella ha rechazado la “mermelada y el todo vale”. Se pondrá del lado de la corrupción, la guerra que ha dicho refutar y resultará castigada.

Mientras el centro izquierda que representa Alianza Verde quiere la paz como política de Estado y opina que ésta no debe circunscribirse a los acuerdos. Porque son insuficientes para una paz estable y duradera. Las  mayorías consideran necesario lograr esa desactivación de la violencia con las FARC, pero porque ante todo quieren vivir en paz. Para lograrlo resulta imprescindible la demanda de derechos sociales  como la universalidad de la educación, salud para los y las colombianos/as. Por supuesto también modificar la estructura social y económica del país: cambiar la política agraria e industrial y combatir la desigualdad. Colombia figura en los informes internacionales como un país que distribuye la riqueza peor que Haití.

La paz estable y duradera también implica el rechazo total a las prácticas del clientelismo y la corrupción entronizada en la clase política. A los representantes de la oligarquía no les hace mella porque su clientela - que es mucha - les sostiene. Si Juan Manuel Santos ha sacado mal resultado ha sido sobre todo por los incumplimientos a los campesinos movilizados en diferentes regiones, a mala gestión de temas como las regalías en las regiones, y la poca eficacia en resolver problemas de orden nacional. Al candidato vencedor en esta primera vuelta, Óscar Iván Zuluaga, no le ha hecho perder votos los supuestos dineros del narcotráfico de la campaña anterior, ni el espionaje que realizó a Juan Manuel Santos. Aunque tampoco estos hechos han aumentado su voto hasta garantizarle el triunfo.

Enrique Peñalosa

El quinto puesto de Alianza Verde en Colombia  se debe a que el candidato que le faltó tiempo, y contundencia  para despejar la duda de su vínculo político con Uribe. También necesitó un mayor apoyo del partido, aunque Enrique Peñalosa no supo integrar en su campaña, restando solidez a sus propuestas. La no consolidación del Partido y las deserciones de algunos sectores que previos a la contienda se unieron a Santos resultaron determinantes.

En el exterior la cuestión es diferente, Alianza Verde se consolida como la tercera fuerza. No es del caso ahondar en los motivos de resultado tan diferente en Colombia y en el exterior, donde la abstención se redujo aunque es muy elevada todavía. Principalmente se debe al actuar de un colectivo que gracias a su permanencia y constancia en las propuestas ha hecho presencia desde lo social y siempre con defensa de los/as migrantes colombianos/as como bandera.

En Colombia ante el panorama de un país dividido y confrontado entre la guerra y la paz es urgente lograr un PACTO DE ESTADO POR LA PAZ. Hay que construir un bloque para combatir la crisis moral, social y política del país.  Debemos abordar la pérdida de confianza en las instituciones que nos gobiernan y superar la violencia directa y la estructural. Esa es la altura de miras que debe tener el candidato-presidente.

La responsabilidad de la reelección, para culminar los diálogos y firma de los acuerdos con las FARC no recae en el Polo o en Alianza Verde. Estas formaciones pueden apoyar porque desean el fin de la violencia y la muerte, pero conquistar ese voto depende de Juan Manuel Santos. Los/as ciudadanos/as no son “borregos” que votarán sin compromisos serios para estas reformas, porque lo diga un caudillo o una organización. Ellos/as son quienes sufren la pobreza y ya no se contentarán con promesas vanas.


Por Yolanda Villavicencio M.Presidenta de AESCO

Pacto de Estado por la paz