María Villar: víctima de vulgares atracadores mexicanos

A la sobrina del presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, la mataron simples y vulgares atracadores, de los que hay miles en México. El pasado día 13 de este mes de septiembre de 2016, María Villar salía de un elegante centro comercial donde había cenado con un cliente. Eran poco más de las 9 de la noche. Avisó a su casa…, y ya no la volvieron a ver con vida.

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Santa Fe, la ciudad financiera “hipotéticamente segura” donde secuestraron a María.

María Villar trabajaba y vivía en dos zonas “exclusivas” y, supuestamente, protegidas: Santa Fe, y Polanco. La primera es un centro de negocios en donde se encuentran las sedes corporativas de muchos bancos y multinacionales. Sólo los profesionales bien situados cuentan con despachos. Todo es muy caro.

Altos edificios de viviendas acogen en Santa Fe a empleados y directivos que prefieren vivir cerca del trabajo. Se trata de “condominios” protegidos por vigilantes de seguridad, que cambian periódicamente (para evitar robos), con jardines, gimnasio y piscina, incluso cancha de tenis.

Cuatro exclusivos centros comerciales y supermercados bien surtidos facilitan la tarea de las compras. Buenos restaurantes y cafeterías completan la oferta. Abren todos los días. Nadie se queda sin suministros por muy poco tiempo libre del que disponga. Cualquier necesidad está perfectamente cubierta sin salir de la zona. Es el lugar de la élite capitalina.

Polanco es una zona residencial, con mayoría de edificios de no más de 4/5 alturas. Su aspecto es casi europeo. Se caracteriza por la abundancia de embajadas que están situadas en esta zona, incluida la de España. Y por el magnífico museo Soumaya, propiedad del gran Slim, el hombre más rico de México.

Las continuas rondas policiales permiten tener la sensación de seguridad. No obstante, cada edificio, cada comunidad, dispone de sus propias medidas. Es una zona bien cuidada. Dos grandes centros comerciales dejan patente el nivel económico de la gente: el Palacio de Hierro, y Antara. El barrio lo cruza la calle Presidente Masaryk, prototipo del lujo desmedido tanto en tiendas: Tiffany, Louis Vuitton, Diesel, Gucci, Dolce & Gabanna, Cartier, Hugo Bos, Massimo Dutt, Mont Blanc, Bvlgari y un largo etcétera. También concentra los diez mejores restaurantes de la Ciudad de México.

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El museo Soumaya, sito en Polanco
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Calle de Polanco. ©Kontxaki

Taxis “seguros”

Tanto en Santa Fe como en Polanco existen taxis de “sitio seguro”. Son más caros que los que pueden tomarse por la calle, pero son más limpios y se supone que, al informar a su base del trayecto que van a hacer, uno puede estar tranquilo.

María tomó uno de los que se “camuflan” a diario y transitan por esas paradas. Ella salió de trabajar de noche y, aunque hay mucha iluminación en la zona de Álvaro Obregón, donde ella subió al vehículo, quizás las prisas por llegar a su casa no le permitieron ver a su conductor. Es posible que no fuera identificado, que no llevara taxímetro… Estos detalles no son una gran garantía, pero permite eliminar a los más indeseables ladrones. Lo cierto es que tomar un vehículo público a esa hora es un gran riesgo. Ella se movía en dos lugares económicamente atractivos. Su aspecto delataba un estatus “apetecible” para delincuentes de poca monta.

María, después de decir que iba a Polanco, y de avisar a su marido de que llegaba enseguida (sin tráfico solo se tarda media hora), se percató de lo que podía pasar: iba a ser protagonista de un secuestro “exprés”, algo corriente en la Ciudad de México. Habitualmente se limitan a llevarte hasta un cajero, sacan dinero de tu cuenta y, si acaso, te retienen unas horas más para hacer un nuevo retiro. Luego, te sueltan. En México solo se puede sacar dinero de un cajero una vez al día. Para el siguiente deben esperar a las 12 de la noche. Y solo obtienen el equivalente a unos 300 euros cada vez.

Una miseria por la que no deberían haberla matado, por supuesto. Pero, en el interín, de alguna manera se percataron de que podían “rentabilizar” el secuestro, que podían pedir rescate…, y lo hicieron. La llevaron a un oscuro y tétrico lugar del Estado de México (pegadito a Santa Fe), cobraron, y la mataron.

¿Por qué actuaron así? Porque se dieron cuenta de que, en esta ocasión, sus andanzas iban a ser descubiertas, porque les iban a perseguir, porque no podían ampararse en la galopante impunidad que asola el país. María era extranjera, española para más señas, y estaban seguros de que, si la dejaban con vida, les iba a identificar. Trataron de impedirlo asfixiándola y abandonando su cuerpo como si fuera un despojo.

Eso es lo que hacen los múltiples delincuentes muertos de hambre sin oficio ni beneficio: robar, asesinar, y vivir tranquilos. Ser ladrón en México sale gratis.

Romper con la impunidad

Las autoridades mexicanas están muy afanadas en dar con el paradero de los autores de este asesinato. Ya hay dos detenidos, según fuentes policiales. Uno de ellos quedó “fotografiado” en uno de los cajeros. El otro, dicen que era el que le ayudó. Quizás haya más. Lo que es seguro es que no son una banda dedicada a ello. Son simples rateros.

También puede que pague alguno más, porque “necesitan” solucionar y castigar a los “culpables”. Lo sean o no, tienen que decir que lo son. Este caso está resultando muy mediático y ha salido de las fronteras del país. Eso, que se enteren fuera, es algo que llevan muy mal las autoridades mexicanas.

Por eso nadie cuenta que, a la salida de Santa Fe por Vasco de Quiroga, en la confluencia con Constituyentes y Avda. Reforma, la vía que entra en la Ciudad de México y te deriva a Polanco a pocos metros, hace años que se dan continuos asaltos a los conductores. El procedimiento: mientras esperas pacientemente a incorporarte a Constituyentes, alguien a pie te da un golpecito en la ventana, te apunta con una pistola y te roba. Se calcula que por esas vías transitan a diario más de 200 mil personas. Mexicanos y extranjeros son víctimas a diario. Eso no sale en las noticias.

Concha Moreno
Periodista. Tras más de 30 años en el sector de la construcción en general, de la mano de una publicación para profesionales, un buen día nuevos derroteros la llevaron al mundo de la política, pero sin dejar la comunicación. Esa época determinó el comienzo de un camino dirigido a la solidaridad, a la defensa de los derechos humanos, a la denuncia. Poco después dejó España y se instaló en México. Allí comenzó a publicar en el periódico México Inteligente, donde tuvo su propia columna. Posteriormente, colaboró con el Periódico de Puebla y con revistas literarias, donde editó poesía. Un buen día contactó con Periodistas en Español, medio que le permitió relatar a los españoles lo que sucedía en el país azteca, así como describir las maravillas de su naturaleza. Tras siete años de estancia en México, a mediados de 2018 regresó a España. Actualmente sigue los avatares mexicanos y continúa contándolo en Periodistas en Español.

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