viernes. 29.03.2024

No ha habido en la historia de la democracia argentina un presidente que con tanto desparpajo escupiera hacia arriba, tal como en estos primeros seis meses de gobierno lo está haciendo el ingeniero neoliberal y procesado, Mauricio Macri.

Con el incondicional apoyo de los medios hegemónicos y los sectores de poder económico concentrados, el presidente argentino está llevando a cabo una suerte de cruzada a favor de quienes lo colocaron en el poder, y pavorosamente en contra de las clases más desfavorecidas del país. Con el cinismo que caracteriza a los amos del capitalismo salvaje, este empresario  reconvertido a político arguye toda clase de falsedades con el objetivo de perpetrar la lógica neoliberal, impostura cuyos resultados conocemos sobradamente en esta región del mundo.

Mientras los sectores más vulnerables de la sociedad comienzan a padecer las consecuencias del abandono del Estado, el beneficio brutal que ha experimentado la porción más acaudalada del país se hace cada vez más visible, aun cuando los medios de comunicación que consagraron presidente a Macri mediante una feroz campaña de descrédito hacia el anterior gobierno, se empecinan en una abnegada tarea de silenciamiento. La repetición absurda de la “herencia recibida” (que aquí en España conocemos de memoria desde que Mariano Rajoy asumió a la presidencia en 2011), comienza a perder peso por causa de la propia ineptitud de Macri y sus asesores que, mientras pretenden inocular la idea de un país quebrado, promueven la búsqueda de inversiones extranjeras con los números reales que dejó la administración Kirchner.

El ajuste, los despidos, el nepotismo y la incapacidad de expresión de un presidente que propone “felicidad para todos”, comienzan a generar un fuerte rechazo, incluso entre ese 51 por ciento que ayudó con su voto a que este ingeniero procesado asumiera la presidencia.  La anulación de los planes sociales, la intención de criminalizar todo lo concerniente al anterior gobierno, sus declaraciones ayunas de coherencia, sus innumerables cuentas offshore y su desprecio por la clase trabajadora, son las manifestaciones más claras de estas escupidas hacia arriba que hasta el momento no han impactado en la cara del ingeniero. Sin embargo la historia argentina indica que la ciudadanía sabe ponerle límites a su propia pasividad.  Por el momento parece haberse establecido una suerte de compás de espera que suena  a bomba de relojería.  El desplante de este Berlusconi argentino a la clase trabajadora a través del veto de la ley que intentó poner fin a la ola de despidos, puede significar el inicio del fin de un gobierno que en solo seis meses retrotrajo a la Argentina a las peores épocas de su historia.  

Macri escupe al cielo