jueves. 28.03.2024

@jgonzalezok | Este pasado martes, 7 de mayo, el dólar paralelo -ilegal, pero del que todo el mundo habla-, sobrepasó la frontera psicológica de los 10 pesos. Ese mismo día, al cambio oficial, por un dólar solo se conseguían 5,23 pesos, con lo que la brecha entre ambos es del 93 %. En lo que va de año, el dólar negociado en el mercado negro se apreció un 48 %.  

Hacía solo unas horas que el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, había dicho que el dólar blue, como es conocido el paralelo, no le importaba a nadie. El vicepresidente, Amado Boudou, aseguraba hace unos días: “esto que usted llama blue es una cuestión especulativa, marginal, que tiene que ver con muy poquitos argentinos”. Y la presidente, Cristina Fernández, descartaba una devaluación: “mientras yo sea presidente, los que quieran ganar plata a costa de una devaluación que tenga que pagar el pueblo, van a tener que esperar a otro gobierno”.

Tras todas estas declaraciones, el equipo económico anunciaba un plan para blanquear los dólares que están fuera del sistema, bien en el colchón o en el exterior, en algún paraíso fiscal. Según el viceministro de Economía, Axel Kicillof, “existen unos 40.000 millones de dólares billetes en manos de argentinos en el país”, lo que equivale a 1.200 dólares per capita.

Es la segunda ley en cuatro años que permite blanquear dinero negro. La primera, benefició a algunos prominentes amigos del poder, como José María Núñez Carmona, socio del vicepresidente Amado Boudou. Y, en esta ocasión, se produce cuando se empieza a investigar un esquema de corrupción que salpica al ex presidente Néstor Kirchner y a la actual mandataria, su viuda, Cristina Fernández. Al mismo tiempo, este blanqueo pone en evidencia que el gobierno tiene una urgente necesidad de dólares, aunque el relato oficial vaya por otro lado.

Habrá tres meses para declarar estos dólares, no se pagarán impuestos y podrán comprarse dos bonos: uno que se usará para invertir en energía –especialmente en YPF, que tras su nacionalización no consigue atraer inversores extranjeros-, y otro para el sector inmobiliario, que se ha hundido por el cepo al dólar impuesto por el gobierno hace más de un año.  

Estarán excluidos del blanqueo y la amnistía fiscal empresarios imputados, como Lázaro Báez, estos días en el ojo del huracán por ser supuestamente el testaferro del ex presidente Néstor Kirchner. Pero ya hay quien se apresuró a señalar que uno de los hijos, no imputado, podría actuar como el testaferro del presunto testaferro,

Como una pregunta en este sentido molestó, Ricardo Echegaray, titular de la AFIP (Autoridad Federal de Ingresos Públicos), dijo que tampoco acogerse a este esquema algunos directivos del Grupo Clarín, que han visto como se ha reactivado una vieja investigación (2008) por lavado de dinero, nada más desatarse el escándalo del empresario Lázaro Báez. El Grupo Clarín hizo público un comunicado calificando de “ridículas y maliciosas” las acusaciones.

El anuncio de las medidas fue inédito porque asistió toda la plana mayor del equipo económico y aceptaron preguntas, algo totalmente inusual en el gobierno de Cristina Fernández. Una pregunta sobre la inflación, la contestó el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, responsable del desprestigio del organismo que mide las estadísticas en Argentina, que insistió en que la cifra era la que informaba el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos).

Estaba presente el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, que recientemente protagonizó un enorme papelón cuando no supo responder a una periodista griega la cifra en cuestión, afirmó que de eso no hablaba siquiera con los informadores argentinos y acabó con una frase, me quiero ir, que le perseguirá en su biografía.

Diversos dirigentes de la oposición han criticado el blanqueo. Ricardo Alfonsín (UCR), afirmó que no es políticamente oportuno, en un momento en que arrecian denuncias sobre corrupción pública y lavado de dinero. Gerardo Milman (GEN-FAP), abundó en la idea al afirmar que “mientras la sociedad pide no robar, se dedican a pensar en instrumentos para blanquear el dinero del saqueo”.

El economista Alfonso Prat Gay, que fuera presidente del Banco Central durante los primeros dieciséis meses del gobierno de Néstor Kirchner –hoy diputado opositor de la Coalición Cívica-ARI-, dijo que esta operatoria demuestra que el gobierno está desesperado por capturar divisas, “aunque sea de fondos negros, para sostener un modelo que ya hace tiempo está agotado”. También sostuvo que se trata de una medida coyuntural, que no resuelve ninguna de los problemas de fondo: “inflación, atraso cambiario, caída del empleo y los inaceptables niveles de pobreza, que siguen casi tan altos como cuando asumió Cristina Fernández de Kirchner en 2007” 

Las declaraciones de la presidente de que no devaluará no hay que tomarlas al pie de la letra, ya que en los últimos meses la divisa norteamericano se viene apreciando poco a poco -66 % desde que asumió y casi un 20 % este año- y el propio secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, hizo una previsión de un dólar a 6 pesos a fin de año. En cualquier caso, todo sería después de las elecciones parciales de octubre.

Pero la negativa presidencial a devaluar sirve para lanzar una advertencia a los productores de soja, que están guardando sus cosechas a la espera de una mejor coyuntura, para desesperación del gobierno, que cuenta con esos dólares para pagos al exterior, sobre todo la factura energética.

A pesar de la disparada del dólar y que el gobierno declaró ilegal la compra de divisas para atesorar, la combinación de alta inflación (25 %) y bajos intereses (15 % un plazo fijo a un año), obliga a los argentinos a comprar en el mercado paralelo si quieren mantener sus ahorros. O gastar, que es a lo que apuesta el gobierno.

Argentina es la tercera economía de América Latina y venía creciendo a tasas chinas hasta el 2011. Pero el año pasado creció solo el 1,9 %, el peor resultado de la región, con la excepción de Paraguay. Este año el resultado no será mejor, ya que se espera un crecimiento de solo 1 %. Otros indicadores de la economía son igualmente preocupantes: se ha estancado la creación de empleo y la actividad, caen las reservas del Banco Central, hay crisis energética, aumenta el déficit fiscal y no hay inversiones productivas.

De hecho, no es que no lleguen inversiones, se van. El caso más dramático es el de la empresa brasileña Vale, que decidió irse después de haber invertido 1.500 millones de dólares en el que iba a ser el proyecto minero más importante en la historia del país. Argentina, que era el segundo receptor de inversiones extranjeras –detrás de Brasil- ahora está en sexto lugar, al ser superado por Chile, México, Colombia y Perú. 

Irrefrenable escalada del dólar en Argentina