martes. 19.03.2024
juez

Si llegan al 2019 y se van como resultado de una elección, mucho mejor. Lo que yo advierto es que puede haber un accidente violento y se pueden ir antes

@jgonzalezok | Raúl Zaffaroni fue juez de la Corte Suprema argentina entre 2003 y 2014 y desde enero de 2016 integra la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), donde tiene mandato hasta el 2022. Sus declaraciones públicas desde el inicio del actual gobierno son cada vez más controvertidas, pero las últimas bordean el golpismo. Por diversos medios ha dicho en los últimos días que desea que el gobierno actual se vaya cuanto antes: “No quiero un 2001 (en referencia al final abrupto del gobierno de Fernando De la Rúa). Evitemos un desastre porque esto es violencia y muertos, hay que evitar esto. ¿Qué se vayan antes? Sí, que se vayan en 2019 (fecha que termina el mandato de Macri), si llegan, o que se vayan con un procedimiento constitucional de juicio político, no sé”.

Intentado explicar sus dichos, añadió: “Si llegan al 2019 y se van como resultado de una elección, mucho mejor. Lo que yo advierto es que puede haber un accidente violento y se pueden ir antes”. Esto lleva a recordar los saqueos que acabaron con los gobiernos de Raúl Alfonsín, que debió entregar el mando de forma anticipada, o de Fernando De la Rúa, que se fue cuando acababa de cumplir la mitad de su mandato. Episodios movilizados por el peronismo, como en su día reconoció la ex presidente Cristina Fernández.

El abogado Santiago Dupuy de Lome denunció judicialmente a Zaffaroni por sus últimas declaraciones por presunta apología del crimen. Y un juez federal le pidió a la primera radio donde habló Zaffaroni que le remita copia grabada de la entrevista.

Zaffaroni, que ya venía diciendo que el de Mauricio Macri era el peor gobierno de la democracia y que se va hacia una catástrofe social con un final violento, afirmó también: “si se van antes vamos a tener menos deuda, vamos a poder resolver el problema”.

Pero las cifras no avalan sus pronósticos. La crisis social no es diferente a la que dejó el anterior gobierno. El gobierno de Macri, a pesar de ser presentado como un neoliberal, aumentó el gasto social, son más las personas que reciben algún tipo de subsidio y las inadmisibles cifras de pobreza -casi un tercio de la población- disminuyeron ligeramente respecto al gobierno anterior.

Pero Zaffaroni no está solo en sus declaraciones, aunque ha pasado a encabezar lo que el escritor y diputado Fernando Iglesias denominó el club del helicóptero. Es decir, aquellas personas que sueñan con que Macri acabe igual que De la Rúa en el 2011, huyendo de la Casa Rosada en helicóptero. El dirigente sindical Luis Barrionuevo advirtió que los gobiernos que se habían metido con los sindicatos no habían acabado su mandato. Y el líder del sindicato de los camioneros, Hubo Moyano, aseguró que a Macri le queda poco en el poder. En el caso del dirigente camionero, su escalada verbal se explica por las investigaciones judiciales por blanqueo de dinero que lo pueden llevar a la cárcel.

En el caso de Zaffaroni, cabe recordar que fue legislador en la ciudad de Buenos Aires durante el gobierno de Fernando De la Rúa, integrando una lista del oficialismo. Y cuando se produjo la crisis de diciembre del 2001, que acabó con una crisis social sin precedentes en las últimas décadas, no hizo ninguna autocrítica sobre el gobierno que él integraba.

El gobierno volvió a pedir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos que aparte al juez. Hace poco más de un año, el Secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, ya había manifestado a la Corte su preocupación por las declaraciones públicas de Zaffaroni, considerando que estaban reñidas con “las cualidades que el sistema interamericano de Derechos Humanos exige a sus miembros”. Por esos días Zaffaroni había acusado al gobierno de Macri de ser el responsable de la desaparición del joven Santiago Maldonado, en el curso de una protesta de indios mapuches, calificando el hecho como “desaparición forzada”, extremo que el tiempo desmintió.

Para el ministro de Justicia, Germán Garavano, Zaffaroni juega con la idea de que los gobiernos no peronistas no terminan nunca sus mandatos. Y señaló que el juez debería dejar la CIDH y dedicarse a la política partidaria.

Zaffaroni, que no oculta sus preferencias políticas, rechazó renunciar a su actual puesto, señalando que no interviene en los casos en los que está involucrado su propio país: “Es una regla ética que seguimos todos los que formamos el tribunal”.

El veterano juez argentino (78 años) fue el más político de los que integraron la Corte Suprema durante el anterior gobierno. Y fue uno de los muchos personajes que dieron una voltereta ideológica antes de caer en brazos del kirchnerismo. Había sido nombrado juez durante la última dictadura (1976-1983), momento en el cual juró “observar y hacer observar los objetivos básicos fijados (por el gobierno militar) y el Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional”.

No admitió ningún hábeas corpus a favor de los desaparecidos y las Madres de la Plaza de Mayo lo incluyeron en una lista de 437 jueces a los que se acusaron de haber sido partícipes necesarios en los delitos de privación ilegítima de la libertad, apremios ilegales, sustracción, retención y ocultamiento de personas, entre otros.

En el proceso de ratificación en el Senado para integrar la Corte Suprema, Zaffaroni reconoció: “obviamente, sabíamos que se estaba secuestrando gente, fue lo que, en líneas generales, me enteré en el extranjero (en 1978)”. No obstante, regresó y siguió siendo juez.

En 1980 escribió un libro -en coautoría con Ricardo Juan Caballero-  sobre derecho penal militar, en el que legitimaba que los militares usurparan justificadamente el poder en casos excepcionales.

En 2001, antes de llegar al máximo tribunal del país, había denunciado que, en la provincia de Santa Cruz, gobernada entonces por Néstor Kirchner, “soplaba el mismo viento que llevó a Hitler al poder”. A propósito del plebiscito con el que Kirchner instauró en su provincia la reelección indefinida para gobernador, también había dicho que ese mecanismo de democracia plebiscitaria tenía como fin “establecer una relación tramposa entre el líder y el electorado, a la manera del nazismo”.

Integrando ya la Corte Suprema, fue protagonista de un escándalo a propósito de seis apartamentos de su propiedad, que funcionaban como prostíbulos. La causa se cerraría en el 2014: fue sobreseído, pero pagó una multa por violación a la ley de profilaxis.

También son recordadas algunas de sus sentencias, como la que argumentaba que en el caso de un individuo que obligó a una niña a hacerle sexo oral no había habido violación, porque el hecho había tenido lugar con la luz apagada.

Zaffaroni es el principal inspirador de la doctrina garantista -que algunos prefieren denominar como abolicionista-, que considera que el delincuente es una víctima de la sociedad, que el delito es una creación política, que el proceso penal es una farsa de los poderosos y que el Estado no está legitimado para imponer penas.

En un reportaje de 2003 en la revista Rolling Stone, describió cómo encaraba su tarea: “Abrís un expediente y decís, a ver cómo lo zafo (salvo) a éste. Y si zafarlo no está bien, entonces digo: a ver cómo hago para que la lleve más aliviada. Abriendo un expediente así, con esta idea, vas a dormir tranquilo siempre. En definitiva, la función del juez penal es contener el poder punitivo, ¿viste? Poder decir: bueno, hasta acá. En el ejercicio del poder punitivo llega un momento del proceso en el que el acusado está solo, todos contra él. Hasta que llega un tribunal que dice: vamos a ver cómo compensamos esto”. 

El insólito caso del juez argentino Raúl Zaffaroni