viernes. 19.04.2024
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@jgonzalezok /  La presidente argentina, Cristina Fernández, va camino de batir todos los records de utilización de la cadena nacional, obligatoria para todos los medios audiovisuales. Su presencia se está volviendo tan constante que hay quien habla de una especie de Gran Hermano de la mandataria. Exageradamente, ya que no llega a hacerle sombra a otros ejemplos regionales, como el venezolano Hugo Chávez en su momento, o Nicolás Maduro ahora.

En Argentina, la cuestión ha vuelto a reabrir el debate y son diversas las iniciativas presentadas por la oposición para tratar de poner límite a lo que consideran un abuso presidencial. La ley de Medios, aprobada en 2009, regula el uso de la cadena oficial en su artículo 75: “El Poder Ejecutivo nacional y los poderes ejecutivos provinciales podrán, en situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional, disponer la integración de la cadena de radiodifusión nacional o provincial, según el caso, que será obligatoria para todos los licenciatarios”.

Néstor Kirchner solo usó esta herramienta en dos ocasiones, durante los cuatro años de su mandato. La primera fue el 4 de junio de 2003, al poco tiempo de asumir, para exigir al Congreso que removiera a los jueces más cuestionados de la Corte Suprema. La segunda, el 29 de diciembre de 2006, para acusar a elementos paramilitares y parapoliciales por el secuestro de un testigo en un caso por violaciones a los derechos humanos.

Cristina Fernández lleva 136 cadenas en sus casi ocho años en la presidencia. Solo este año –hasta el pasado 21 de mayo- lleva 19, con lo que pronto batirá su propia marca, de 28, del año pasado. Teniendo en cuenta que este es un año electoral y que el uso que le da es abiertamente proselitista, hay que esperar que siga ocupando las ondas de la radio y la televisión de manera intensiva.  

Entre los numerosos proyectos presentados por la oposición para poner límite al uso de las cadenas oficiales, está el del socialista Roy Cortina, que además de insistir en que solo se la utilice en situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional, se limite a un máximo de 10 minutos. Este año, la media de las cadenas nacionales de la presidente fue superior a los 50 minutos. La iniciativa cuenta con la firma del también socialista Hermes Binner y de Mario Negri, de la UCR. Este proyecto prohibiría el uso de la cadena para publicitar inauguraciones de obras públicas, la implementación de planes de alcance colectivo -entiéndase planes sociales-, difundir información falsa o engañosa, o instaurar una impresión negativa respecto a personas, instituciones y organizaciones de la sociedad civil.

Gerardo Milman, uno de los dos directores del AFSCA por la oposición –frente a 5 del gobierno-, recordó cómo la presidente usó la cadena para cosas como presentar a sus perros, inaugurar una fábrica de salchichas o escrachar periodistas y empresarios. El mismo Milman, junto con Silvana Guidici, titular de la Fundación LED (Libertad de Expresión + Democracia) presentarán un recurso de amparo para que un juez ponga límites a la mandataria.

Martín Sabbatella, titular de la AFSCA (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual), el encargado de publicó un comunicado en el que afirma que es exclusiva competencia de la presidente decidir cuándo se utiliza la cadena. “El uso de la cadena nacional es correcto, está habilitado por la ley y es garantía de que los argentinos y argentinas puedan acceder a información trascendente, la cual es negada por los grandes medios, con Clarín a la cabeza. A mí me parece perfecto el uso que hace la presidenta de ese recurso comunicacional”. Para Sabbatella, el 54 % de los votos obtenidos en las últimas elecciones habilitan a la presidente a decidir cuándo puede usar la cadena oficial.

Cristina Fernández ha usado recientemente la cadena oficial para impulsar a candidatos políticos propios, como recientemente hizo en la provincia de Río Negro, donde presentó al senador Miguel Pichetto como el próximo gobernador de la provincia. En otra cadena reciente en Resistencia, capital provincial de Chaco, promocionó la candidatura de su ex jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Ninguna fuerza opositora tiene a su alcance los mismos mecanismos y tiene que limitarse a los espacios gratuitos habilitados por el código electoral. Cristina Fernández usó también la cadena oficial hace cuatro años para anunciar que se presentaría a la reelección.

La primera vez que la usó fue el 25 de mayo de 2008, aniversario de la Revolución de Mayo, cuando su gobierno estaba en plena pelea con los productores del campo, que se rebelaron contra la iniciativa de imponerles aranceles extraordinarios para la exportación de sus productos.

La cadena oficial solo la puede usar el o la presidente. Hubo épocas en que también la usaron ministros, como el titular de Economía de la dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz, o antes el también titular de la cartera económica, Álvaro Alsogaray, al que le gustaba hablar los domingos por la noche, para asegurarse la audiencia.

En algunos medios se ha suscitado la idea de desobedecer la orden y no conectar, cosa que hasta ahora no ha sucedido. La ley prevé que puedan ser sancionados con multas que van hasta el 10% de la facturación mensual de publicidad del medio, e incluso el retiro de la licencia para transmitir.

A pesar de que la mayoría de los medios hoy son controlados directa o indirectamente por el gobierno, la presidente justifica el uso de la cadena por el supuesto silencio que guardan los medios sobre las buenas noticias, “para seguir entristeciendo a los argentinos”. Recientemente confesó que al leer la prensa del día –se confiesa una ávida lectora de periódicos-, le acercan un resumen solo con las buenas noticias.  

Las continuas intervenciones de la mandataria causan también graves quebrantos económicos a los medios, que no pueden facturar la publicidad pautada. Especialmente grave es el caso de los medios no alineados con el gobierno, que viven fundamentalmente de la publicidad privada, mientras que los oficialistas reciben enormes subsidios encubiertos como publicidad oficial. 

Un ‘gran hermano’ para Cristina Fernández