jueves. 28.03.2024

Cada noche de enero, en la peatonal de una de las ciudades balnearias más populares de Argentina, un payaso callejero preguntaba a su público: “¿Ustedes creen que se puede pasar una aguja por este globo sin que se reviente?”. La respuesta de los espectadores era siempre la misma. Con alegría, niños y adultos respondían: “Si, se puede. Si, se puede”. Acto seguido el payaso procedía a introducir la aguja, provocando que el globo estalle al instante, y desilusionando a la audiencia que había creído posible tal artimaña. Ante el silencio que se generaba, el artista decía: "¿Vieron cómo cualquier payaso con un globo amarillo les puede hacer creer cualquier cosa?"

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La represión, la censura, los despidos, el ajuste, su indisimulable arrogancia y su empedernida lucha en pos de beneficiar a los sectores más adinerados del país en detrimento de la clase trabajadora, son apenas un triste muestrario de esta nueva Argentina que a fuerza de mentiras Macri hoy preside

La campaña electoral del nuevo presidente argentino colmó de globos y expectativas al 51 por ciento de los votantes que -adaptando el “Yes, we can” de Obama- concurrió a las urnas convencido de que la promocionada “Revolución de la Alegría” con la que Macri batalló en campaña, se materializaría tal como su líder político había prometido. Sin embargo a poco más de 100 días de gobierno, los globos amarillos han estallado en la jeta no sólo ya de los que creen que se puede traspasar un globo con una aguja, sino de todos y cada uno de los argentinos que comienzan a experimentar las consecuencias de esta penosa Revolución de la Alegría.

El modelo económico que a toda prisa implementó el nuevo gobierno se corresponde con el de la última dictadura militar que en Argentina tuvo consecuencias trágicas y derivó en un dramático incremento de la desigualdad y la pobreza. Los efectos de esta nueva etapa que vive el país, ya comienzan a materializarse. Pero si a esta batería de medidas antipopulares entre las que destaca un ajuste brutal se le suman los más de 100 mil despidos, la represión, la persecución ideológica, el nepotismo y la malsana intención de criminalizar la protesta social, pues entonces ya no sólo hablaríamos de coincidencias con los años más oscuros de la historia Argentina, sino que estaríamos en condiciones de afirmar que no es un “cambio” lo que se ha producido, sino un regreso, un retorno a los años de prepotencia y persecución que arrojaron como resultado desapariciones y asesinatos.

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El cinismo con el que los nuevos dueños del país se dirigen a la ciudadanía se ha transformado ya en un sello distintivo, en una seña particular que caracteriza cada una de sus apariciones televisivas. La utilización de la pobreza como eje central de una campaña tal falsa como el pasado político del nuevo presidente, es un acto deleznable que ya ha despertado duras críticas por parte de medios extranjeros; ya que dentro del país, sólo tienen voz los medios afines al gobierno. “Cambiemos”, nombre de la coalición que se hizo con el poder mediante el 51 por ciento de los votos, ha sabido utilizar las técnicas de manipulación para engañar al pueblo, partiendo del impacto que sobre la percepción general tienen los monopolios de medios de comunicación. Éstos actúan como alquimistas de virtualidades que ocupan la totalidad del campo perceptivo de la población. De esta manera, las masas más desprevenidas contra estas estrategias de manipulación asumieron a Cambiemos como a una suerte de “milagro de la política” que venía a terminar con la “corrupción y el despilfarro del gobierno anterior”.

Sin embargo el mensaje puritano de Macri -en el que la transparencia, la pluralidad, la equidad y la “Pobreza Cero” serían los motores de su gestión- sólo caló en ese 51 por ciento que no advirtió las contradicciones de un relato que se asemejaba más al de un pastor evangelista que al que caracteriza a un potencial primer mandatario. En ese segmento de votantes no hubo planteamiento ninguno acerca de las 212 causas por las que el nuevo presidente argentino está procesado; no hubo sospechas acerca de la financiación de su campaña, su favoritismo a empresas de amigos en su gestión como Jefe de Gobierno Porteño; ni siquiera existieron voces que cuestionaran el enriquecimiento monumental que experimentó la familia del nuevo presidente durante la última dictadura militar

La represión, la censura, los despidos, el ajuste, su indisimulable arrogancia y su empedernida lucha en pos de beneficiar a los sectores más adinerados del país en detrimento de la clase trabajadora, son apenas un triste muestrario de esta nueva Argentina que a fuerza de mentiras Macri hoy preside. Esta es la globocracia que se ha alzado con el poder. Una extraña aunque conocida modalidad de “hacer política” que ya en otros tiempos nos ha estallado en las narices.

Globocracia