jueves. 18.04.2024
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@jgonzalezok | La presidente argentina, Cristina Fernández, que se recupera de una operación por un hematoma en el cráneo, no ha sido informada del grave accidente en la estación ferroviaria de Once, del pasado 19 de octubre y que dejó más de un centenar de heridos, ni tampoco de la posterior estatización de la línea ferroviaria. Así lo aseguró el ministro del Interior, Florencio Randazzo, que desmintió de esta manera la teoría de que era ella la única que tomaba decisiones. La realidad es que, desde la intervención a la presidente, el pasado 8 de octubre, el gobierno ha seguido funcionando de manera autónoma, con un vicepresidente que no ha participado en la campaña y que solo ejerce una mera representación formal.

Este escenario es absolutamente inusual en los diez años de gobierno kirchnerista. Tanto Néstor como Cristina encabezaron gobiernos personalistas y verticales, centralizaron las decisiones y en las sucesivas elecciones –presidenciales y legislativas- se pusieron la campaña al hombro. Ahora, con la enfermedad de la presidente, los candidatos del oficialismo se las han tenido que arreglar por sí mismos, lo que contribuye a perfilar un escenario de fin de ciclo.

Las noticias sobre la salud presidencial siguen siendo escasas y no totalmente tranquilizadoras. En el último chequeo, que se efectuó en la noche del día 22, se le realizaron estudios cardiovasculares y se mencionó “un trastorno de la conducción cardiaca con bloqueo de rama izquierda”. También se confirmó una “disfunción autonómica vagatónica de la presión arterial”.

Según dijo al diario La Nación el doctor Jorge Ubaldini, director del Instituto del Corazón del Hospital Británico, lo que indica el comunicado médico es que “hay una parte del sistema cardiovascular que no funciona adecuadamente”. Y que puede ser indicativo de otro tipo de enfermedad del corazón, que podría aconsejar la instalación de un marcapasos.

Esto plantea algunas dudas sobre cuándo volverá la presidente a estar en plenitud de condiciones e, incluso, si su recuperación la llevará a volver a ejercer el poder de la manera en que lo hizo hasta ahora. No se puede olvidar que su difunto esposo, Néstor Kirchner, murió por problemas cardiacos y que su muerte fue consecuencia de una sobrecarga de trabajo.

Las elecciones de este domingo, en las que se renovará la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado, marcan el comienzo de un período de transición, ya que está descartada la reelección. Los dos años que le restan de mandato a Cristina Fernández transcurrirán con un apoyo parlamentario muy disminuido, si se confirman los resultados de las elecciones primarias.

Según diferentes encuestas, la presidente argentina recuperó algunos puntos de imagen personal. Pero esto no se traslada a los candidatos oficialistas, que tienen que hacerse cargo de los problemas del país: inflación, inseguridad, infraestructuras destruidas, control cambiario, caída de las reservas, etc. En el cierre de campaña del Frente para la Victoria –sello electoral del kirchnerismo-, se pudo escuchar una autocrítica: “sabemos que nuestro proyecto tiene deudas”, dijo Juan Cabandié. Pero en lo que pusieron énfasis los candidatos oficialistas fue en pedir el voto “para darle una fuerza a Cristina”.

Si los resultados son los que dicen las encuestas, el gobierno no solo perderá diputados y senadores en los principales distritos del país. Aunque quizá pueda conservar una exigua mayoría parlamentaria, es indudable que la pérdida de cuatro millones de votos respecto a las presidenciales de hace dos años debilitarán políticamente al gobierno. Además, la historia indica que habrá legisladores que abandonen las filas del oficialismo, algunos gobernadores y alcaldes que ya no responderán al gobierno y todos tratando de quedar en la mejor posición posible de cara al 2015 y al post-kirchnerismo.

En la oposición, incluyendo el peronismo no kirchnerista, hay ya varios precandidatos presidenciales, que a partir del lunes comenzarán su campaña hacia la Casa Rosada. No así en el oficialismo, donde se venía apostando a la reelección de Cristina, previa una reforma constitucional hoy inalcanzable. Ningún candidato garantiza la continuidad del kirchnerismo, aunque hay varios dispuestos a heredarlo.

En cualquier caso, el giro que ha dado el gobierno en las últimas semanas, tras el varapalo en las elecciones primarias del pasado 11 de agosto, es notable. Se pasó de negar la inseguridad –“es una sensación”, se llegó a decir- a tomar medidas como inundar de gendarmes las zonas más calientes del conurbano bonaerense. Se ha empezado a negociar con el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones), llegándose a un acuerdo con algunas de las empresas que denunciaron a la Argentina. Se avanza en un nuevo índice de precios al consumo, como exige el denostado FMI, para hacerlo creíble. Y se llegó a un polémico acuerdo con Chevron para explotación petrolera en la Patagonia, cuyas cláusulas secretas empiezan a conocerse. Temas que eran tabú para el modelo kirchnerista y que pueden ser señales de la deriva del gobierno en el final de su mandato. 

Final de campaña inesperado en Argentina