jueves. 28.03.2024
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Paulo Malhães

El militar murió de un supuesto infarto durante el asalto a su vivienda, poco después de admitir su participación en torturas y desapariciones

La misteriosa muerte del teniente coronel del ejército Paulo Malhães, pocas semanas después de que admitiera ante la Comisión de la Verdad haber participado en sesiones de tortura durante la dictadura militar en Brasil, ha desatado todo tipo de conjeturas y sospechas sobre la posibilidad de que se trate de un asesinato ordenado para callar posibles revelaciones del fallecido. La controversia ha obligado a intervenir incluso al Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos que ha exigido que se investigue en profundidad la muerte de Malhães para esclarecer lo sucedido.

La muerte del militar tuvo lugar el pasado viernes (25 de abril) durante un extraño asalto protagonizado a las 14 horas por tres individuos a su domicilio situado en la zona rural de Nova Iguaçu, Baixada Fluminense, estado de Rio de Janeiro. Dos de los asaltantes inmovilizaron a la esposa de Malhães y a su casero, mientras el tercero, que iba encapuchado, se llevaba al teniente coronel a otra habitación de la casa. Al abandonar la casa, pasadas las 22 horas, los tres individuos se llevaron un ordenador, una impresora, unos 700 reales (unos 225 euros) y al menos tres armas propiedad del teniente coronel muerto.

El cuerpo del fallecido presentaba algunas marcas en la garganta y en el rostro, sin embargo el parte de defunción apunta la hipótesis de que Paulo Malhães, de 77 años de edad, murió como consecuencia de un infarto. De hecho, fuentes familiares han admitido que el militar sufría algún tipo de dolencia cardiaca, al tiempo que señalaban que en ningún momento la víctima había comentado que hubiese recibido ningún tipo de amenaza tras sus declaraciones en la comisión que investiga los crímenes de la dictadura en Brasil. Por todo ello, la policía está centrando sus sospechas el móvil del asalto haya sido el robo, aunque sin descartar otras hipótesis como la posible destrucción de información o la venganza. Esta última posibilidad se basaría en las declaraciones de la propia viuda que durante el tiempo en que fue retenida habría escuchado a uno de los asaltantes hacer referencia a víctimas de las torturas practicadas por el militar durante la dictadura.

Organismos de derechos humanos temen que detrás del caso se esconda un intento de destruir información comprometedora sobre la dictadura

Lo cierto es que la muerte de Malhães ha caído como un jarro de agua fría a los miembros de la Comisión Nacional de la Verdad que temen que el caso afecte a las investigaciones y, especialmente, a las declaraciones pendientes de otros militares. Por lo pronto, otro militar que tenía previsto testificar esta semana ya ha solicitado un aplazamiento alegando supuestos problemas de salud. Es por ello que desde la comisión ha pedido “rigor y celeridad” en esclarecer lo sucedido. Por su parte Wadih Damous, presidente de la Comisión de la Verdad de Rio, ha mostrado su temor a que alguien esté intentando hacer desaparecer información con esta muerte. “Queremos y esperamos que se abra una investigación rigurosa que tenga en cuenta la posibilidad de una ‘quema de archivos’ por parte de personas que no quieren que se sepa la verdad sobre la época de la dictadura”, comentó.

También desde la comisión de Derechos Humanos de la ONU se ha reclamado una investigación que permita conocer realmente lo que ha sucedido. En este sentido, Ravina Shamdasani, una de las portavoces de la comisión, destacó la necesidad de “esclarecer los hechos entorno a este caso y que sus responsables sean llevados delante de la justicia”. En espera a conocer el resultado de esa investigación, los responsables de la ONU se mostraban prudentes a la hora de hacer una valoración de los hechos.

Por lo pronto, la Policía Federal ha comenzado a tomar cartas en la investigación y ha requisado del domicilio del fallecido tres ordenadores, material digital, agendas y documentos relativos al periodo de la dictadura. La orden habría partido del juez federal Anderson Santos da Silva que investiga diversos crímenes cometidos durante la dictadura. Sin embargo, a pesar de los requerimientos de diferentes instituciones de derechos humanos, la Policía Federal se mantendrá al margen de las investigaciones sobre la muerte del militar.

Paulo Malhães perteneció al Centro de Informações del Exército durante el periodo de la dictadura brasileña. En sus declaraciones a la Comisión de la Verdad, admitió haber participado en torturas y muertes de activistas de izquierda durante los años 70, así como en la desaparición de sus cuerpos tras los fallecimientos. Entre otros aspectos revelados, el militar dio detalles sobre cómo los cadáveres de las víctimas de la tortura eran lanzados a un rio o enterrados, después de haberles arrancado los dientes y los dedos para no poder ser identificados. El militar estuvo involucrado en algunos de los hechos más sangrientos de la dictadura como el aniquilamiento del pequeño foco guerrillero de Araguaia, la gestión de la Casa da Morte, principal centro de interrogatorio en Rio, o el asesinato y desaparición del diputado Rúbens Paiva. En ningún momento, Malhães  mostró arrepentido de sus actos.

Su muerte se produce justo cuando Brasil estaba conmemorando el 50 aniversario del golpe de estado que dio origen a la dictadura que se prolongó hasta los años 80.

Extraña muerte de un torturador brasileño