viernes. 19.04.2024
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Fue el propio joven el que se acercó a las Abuelas para hacerse un test de DNA, sospechando de su pasado

Un pianista de 36 años, que vivió hasta ahora con la identidad de Ignacio Urban, es el último nieto recuperado en Argentina, después de haber sido arrancado de su madre, secuestrada y asesinada por la dictadura militar. Es el hijo de Laura Carlotto, a su vez hija de Estela de Carlotto, la titular de Abuelas de la Plaza de Mayo.

Se desconocen todavía gran parte de los detalles, sobre todo de la familia que lo adoptó. Pero fue el propio joven el que se acercó a las Abuelas para hacerse un test de DNA, sospechando de su pasado. Ahora deberá declarar ante la justicia para aclarar el papel de la familia con la que creció, y dilucidar si fueron apropiadores o adoptantes, y en este último caso si lo fueron de buena fe o sabían su origen. Todavía se tiene que reconstruir la historia del joven, pero según adelantaron las Abuelas, se hará con cautela, con códigos y respeto.

La titular de las Abuelas de la Plaza de Mayo dijo que seguirá en la lucha por tratar de recuperar a los nietos que aún están en paradero desconocido. El acontecimiento se considera histórico, por la relevancia de Estela de Carlotto, conocida mundialmente como titular de las Abuelas de la Plaza de Mayo. Una institución que logró la proeza de recuperar ya a 114 de sus nietos. Estela de Carlotto vivió también el secuestro de su marido, aunque éste recuperó la libertad a los 25 días

Laura Carlotto tenía 23 años cuando fue secuestrada en su casa de La Plata, a 58 kilómetros de Buenos Aires. Era noviembre de 1977, un año y medio después del golpe de Estado y la instauración de la dictadura

Laura Carlotto tenía 23 años cuando fue secuestrada en su casa de La Plata, a 58 kilómetros de Buenos Aires. Era noviembre de 1977, un año y medio después del golpe de Estado y la instauración de la dictadura. Estudiaba Historia  y militaba en la Juventud Universitaria Peronista y en Montoneros. En el momento de su secuestro estaba embarazada de tres meses. Pasó brevemente por la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en la capital federal, pero después fue trasladada a La Cacha, uno de los centros clandestinos de detención, cerca de La Plata.

En el momento del parto fue llevada al Hospital Militar, en Buenos Aires. Se pudo reconstruir que solo pudo tener a su bebé unas cinco horas. Ahí habría decidido que se llamaría Guido, como su padre. Después sería devuelta a La Cacha. Nueve meses después de su secuestro sería asesinada. Los represores simularon un intento de fuga y su cuerpo fue devuelto a su familia, un caso raro entre los detenidos, ya que la mayoría pasaron a ser desaparecidos, con sus cuerpos enterrados clandestinamente o arrojados al mar. Oscar Montoya, la pareja de Laura y padre de Guido también fue asesinado por la represión.

Estela de Carlotto hizo lo que muchas mujeres hicieron en aquellos difíciles momentos para encontrar a sus familiares. Apeló a todos los conocidos para tratar de llegar a algún militar que pudiera dar noticias o interceder en su favor. En su caso pudo contactar con el general Reynaldo Bignone -que llegaría a ser el último presidente de facto de la dictadura-, gracias a que trabajaba con una hermana del militar.

Bignone la recibió en el Comando en Jefe del Ejército, con un revólver encima de la mesa. “Uno les pide que se entreguen, que hay lugares para reeducarlos”, le dijo el militar, a lo que Estela de Carlotto le respondió que si su hija había cometido algún delito que la juzgaran, pero que no la mataran. “Yo pensé que ya la habían matado y le dije que si la habían matado que me entreguen el cuerpo”, declaró en uno de los juicios contra los represores. No quería volverse loca buscando su cuerpo en los cementerios en las tumbas NN (ningún nombre), como fueron enterrados miles de personas.

“No quería morirme sin abrazarlo y no lo voy a hacer”, dijo Estela de Carlotto, de 83 años, al anunciar la recuperación de su nieto: “Es hermoso, un artista, un chico bueno”

“No quería morirme sin abrazarlo y no lo voy a hacer”, dijo Estela de Carlotto, de 83 años, al anunciar la recuperación de su nieto: “Es hermoso, un artista, un chico bueno”, dijo a la prensa, aunque todavía no se reunió con él. Se sabe que la confesión de alguien cercano a la familia que lo crió le confirmó a Ignacio/Guido que no era hijo biológico de los mismos, lo que lo impulsó a buscar a las Abuelas. Antes, había llegado a participar en Música por la Identidad, actividad impulsada por las Abuelas.

Ignacio Urban o Guido Carlotto, vive en Olavarría, una ciudad  de 90.000 habitantes en el centro de la provincia de Buenos Aires, donde es director de una escuela de música. Acompañó a algunos cantantes de relevancia en Argentina, como Liliana Herrera o Raly Barrionuevo. Y llegó a grabar algunos discos de tango con su propia formación.

La lucha de las Abuelas de la Plaza de Mayo fue durísima. Calculan que hay unos 500 nietos apropiados, que nacieron cuando sus madres estaban en cautividad. No fue hasta 1984 –recuperada la democracia- que un juez dio por válida una filiación por índice de abuelidad. En 1987 se pudo recuperar al primer niño nacido en cautividad y en 1989 lograron anular la primera adopción ilegal. En esta lucha fue fundamental la creación del Banco de Datos Genéticos, en 1987. Las Abuelas lograron también demostrar que el secuestro de bebés fue parte de un plan sistemático organizado por la dictadura.

Entretanto, los juicios por delitos cometidos durante la dictadura continúan. Según datos actualizados a 18 de julio de 2014 de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, hay un total de 1,128 procesados. Desde que comenzaron los juicios, en 1983, hubo 529 personas condenadas, aunque solo 114 condenas están firmes.

Desde 1983 hasta ahora se han celebrado 129 juicios, 114 de los cuales se realizaron a partir del 2004. En estos momentos hay en marcha 16 juicios, 14 orales y dos escritos, en los que se está juzgando a 298 imputados. A partir del 2012 se ha prestado especial atención a las investigaciones sobre la responsabilidad de los civiles involucrados en el terrorismo de Estado, con dos grupos de imputados, los funcionarios de gobierno y los judiciales. 

Estela de Carlotto recuperó a su nieto