viernes. 29.03.2024

@jgonzalezok En la década del 70 Argentina vivió el auge de la lucha armada, con miles de jóvenes, sobre todo de clase media, que decidieron hacer la revolución. Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo fueron los dos grupos fundamentales, aunque hubo divisiones y fusiones. Los primeros, de origen católico nacionalista, bajo el paraguas del peronismo, actuaron sobre todo en las ciudades; los segundos, trotskistas, privilegiaron el foco rural. La lucha contra la dictadura militar de entonces –Onganía, Lanusse-, y por el fin de las proscripciones políticas que afectaban al peronismo, le dieron mucha popularidad a estos movimientos.

La dictadura se acabó en 1973, regresó Perón y asumió por tercera vez la presidencia, tras un intervalo de 49 días, en el que Héctor Cámpora ejerció la presidencia en nombre del viejo líder. No obstante, la violencia no solo no desapareció, sino que se agudizó. En vísperas del golpe del 76, el diario La Opinión informaba que cada cinco horas había un asesinato político y cada tres estallaba una bomba.

La brutalidad del golpe militar que encabezó el recientemente fallecido Jorge Videla, impidió durante mucho tiempo la discusión sobre los graves errores cometidos por los grupos armados. Y con el actual gobierno de los Kirchner hubo un proceso de idealización de las víctimas. Un relato acrítico “que solo recuerda ideales y utopías, pero esconde la muerte y la violencia”, según la ensayista Beatriz Sarlo.

Graciela Fernández Meijide es madre de Pablo, un joven de 17 años que desapareció en 1976, poco después del golpe militar. Pasó entonces a trabajar en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y al recuperarse la democracia fue convocada para integrar la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), que presidía Ernesto Sábato y que produjo el estremecedor informe Nunca Más. Ministra de Desarrollo Social en el gobierno de Fernando de la Rúa, acaba de escribir un libro con el título de esta misma nota, Eran Humanos, No Héroes (Editorial Sudamericana), durante varias semanas número 1 en ventas y que ha disparado la discusión sobre por qué sucedió lo que nunca debió pasar.

Javier M. González | ¿Por qué en una Argentina como la de aquella época, en la que había menos pobreza que ahora y con una clase media importante, hay miles de jóvenes que deciden hacer la revolución e inmolarse de aquella manera?

Graciela Fernández Meijide | Mi tesis es que no eran héroes, eran seres humanos que tenían buenas intenciones, querían un mundo más justo. Pertenecían a una clase media que se instruía, y que tenía mucho contacto con las ideas de descolonización. Pero ese traslado casi mecánico de procesos que ocurrían en otros países fue un error porque no tomó en consideración cuál era la realidad en cada país. Yo creo que el fracaso del Ché debería haber sido ejemplificador. El Ché no hablaba las lenguas indígenas, ni sabía si la gente quería una revolución o no, a la mayor parte ni se le había pasado por la cabeza. Y termina con un grupo de gente, más o menos entrenada, pero muy desconectada de sus lugares de apoyo, como hubiera sido Cuba. Enfrente tiene un ejército armado, entrenado y bismarckiano. Lo único que se tomaba en consideración, muy fuertemente, eran las grandes aspiraciones, el hombre nuevo, gobiernos más justos, etc. Mi posición es que es un error garrafal, desde la política, hacerles creer a los jóvenes que el futuro o el porvenir está en los 70, orientar hacia ahí un ensalzamiento y ocultar los errores. Luis Mattini (del ERP) hizo un análisis yo creo que correcto, pero en ningún momento dijo, fuimos derrotados. Es más, aún hoy hay algunos que dicen que si hubieran hecho las cosas de otra manera… y no se dan cuenta que tenían una brutal equivocación, que era una posición muy soberbia, típica de la clase media. Creían que puesta en marcha la revolución todo el mundo la iba a apoyar. Nuestra sociedad no era revolucionaria, lo único que quería el sector peronista, que se sentía legítimamente perseguido, era que volviera Perón y con él el estado de bienestar. Y se preocupaba por solucionar los problemas inmediatos.

Otro error fue haber abandonado la política…

El ERP siempre dijo que Perón no iba a ser nunca revolucionario, por lo tanto que volviera o no los tenía sin cuidado, seguían el camino de la revolución. Pero Montoneros sí se proponía traer a Perón, su consigna fue Luche y Vuelve. Cuando volvió en el 73, Perón hace un intento de apertura y ahí los muchachos no lo pueden entender. No tienen cintura para girar, siguen la militarización. Matan, apenas eligen a Perón, a su mano derecha, a Rucci (secretario general de la central sindical CGT), que era el que le hacía el contacto con los sindicatos. Perón lo interpreta como que iban por él y da la orden de perseguirlos. Después Lúder e Isabel lo refrendan, pero la persecución se ve como defensa del gobierno democrático. Mientras estuvo vivo Perón la represión no fue tan salvaje; después, todo explotó. Todo eso fue como servirle en bandeja a un ejército que estaba siempre listo para aplicar sus planes políticos. Cuando estaba escribiendo el libro me debatía en la duda de si se trataba de un drama o una tragedia. El drama pudo haberse parado en determinados momentos, sobre todo cuando vino Perón, se ve que no pudo y terminamos en tragedia.

En el libro cita una anécdota de un grupo de gente de clase media que, después de una discusión sobre libros, oye de uno de los participantes la propuesta: ¿y si nos hacemos un cana? Es decir, ¿salimos a matar un policía? ¿Cómo se llega a esta situación?

Lo mismo ocurrió en tantas otras partes, como en Uruguay o en Chile. Fue una corriente muy fuerte que empezó con la Revolución Cubana, Cuba estimulaba eso, la gente iba a entrenarse a Cuba o visitaban la isla y recibía instrucción y dinero. De hecho, cuando Alfonsín asume el primer gobierno democrático, en Chile estaba el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que provenía del PC y todavía llevaba a cabo acciones violentas, financiado por Cuba. Alfonsín habla con Fidel y le dice, muchacho, pará, y en mi país no, basta. Fidel se compromete, de hecho dejó de financiar actividades aquí. Había una cosa de mucha religiosidad en todos los casos. Hay un libro muy interesante para entender al ERP, que es Los Combatientes, de Vera Carnovale, Ella ve cuestiones sacrificiales, religiosas. Saber que se va a tomar un cuartel, que han caído dos o tres días antes miembros de segunda línea que sabían de la operación, que la tortura no la tolera nadie, que ese asalto al cuartel estaba cantado y sin embargo se da la orden de ataque. Por supuesto fue una masacre. Yo he hablado con algunos amigos que fueron de la JP (Juventud Peronista), algunos Montoneros que se salieron a tiempo, otros que nunca fueron Montoneros. Y, ojo, hoy son gente de primera línea de la academia, no me lo está diciendo un tonto de capirote. Y me decían que era tal el espíritu que si les daban la orden de matar, mataban. Porque había como un compromiso interno. Es más, muchos de ellos, que estuvieron secuestrados o detenidos, y ya sabían que la conducción estaba fuera del país y se sabía derrotados, me hablaron de la lealtad con los amigos desaparecidos y muertos.

El golpe del 76 estaba más que anunciado…

La teoría era cuanto peor mejor. Cuando Richard Gillespie (autor de Montoneros, soldados de Perón) habla con Perdía (dirigente montonero), éste le dice: si tenían que morir 1.500, estaba como calculado,¿ no? ¿Por qué cuanto peor mejor? Porque pensaban que cuando los militares pegasen duro la gente se daría cuenta y se unirían a los grupos combatientes. Yo creo que en el imaginario estaba la Revolución Bolchevique, porque ni siquiera pueden compararse con Cuba. Pero en Cuba tenían todo un movimiento, sindicalistas, muy influenciados por el PC, que daba la batalla en las ciudades. Acá no, acá el sindicalismo no los quería a los Montoneros, eran más bien de derecha, salvo algunos, pobres, que fueron los que murieron rápidamente. En Cuba, mucha gente de las fuerzas gubernamentales no tenía entrenamiento, algunos iban descalzos, gente que venía muy del pueblo y sin ideología que muchas veces se pasaban en masa a estas fuerzas que bajaban de la montaña. Acá no había ninguna posibilidad de que eso ocurriera. Aquí había un ejército ideologizado, con mucho entrenamiento en golpes de Estado, con un pensamiento político, con apoyatura muy fuerte en la sociedad de distintos sectores de poder. Y con visión de cambios como lo explica el propio Videla en el último libro de Ceferino Reato, que es un largo reportaje a Videla antes de morir.

Además había diferentes experiencias institucionales…

En Cuba nunca habían tenido democracia. Acá sí, a los trompicones, pero tuvimos gobiernos democráticos. Pasamos por movimientos electorales, hubo un ingreso masivo, desde el 43 para adelante, de gente que había quedado fuera de la ciudadanía.  Los obreros de las fábricas de automóviles en Córdoba iban a la fábrica en auto en los 60, inimaginable que pensasen hacer una revolución. Sin embargo hubo una necesidad de protagonismo y de ser conductores de los destinos del país. Cámpora, que era un hombre muy conservador, muy leal a Perón, buen hombre, reconoce que la posibilidad de que Perón volviera tenía mucho que ver con la acción provocativa y estimuladora de los atentados de Montoneros y le da mucho poder a la JP (Juventud Peronista) que era el brazo político de Montoneros. Le da 5 gobernadores, 3 ministros y 8 diputados. Cuando los Montoneros empiezan a trabajar en los ministerios se ve que no tienen proyecto, nadie sabía qué había que hacer, una ineficiencia fenomenal. Muy buenas ideas, pero habían abandonado la política en su más amplio sentido. Se disciplinaban a la orden militar. Y los intelectuales llegaron a tomar las armas. Que lo hayan matado a Paco Urondo (escritor)… qué sentido tenía que Paco Urondo agarrara un fusil, más bien había que dejarlo para que armara un plan de educación.

El informe Nunca Más, que produjo la CONADEP (Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas), contiene una frase que define la polémica teoría de los dos demonios: durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda. ¿Hubo algún tipo de discusión sobre este texto, escrito por el escritor Ernesto Sábato?

No hubo discusión. Cuando Sábato nos trajo el prólogo, se aprobó. Pero la teoría de los dos demonios estaba antes en la sociedad, aunque todavía no se llamaba así. Cuando aparece la guerrilla, la Argentina era más bien un país antiperonista, sobre todo el sector que formaba opinión. Esos jóvenes que luchaban contra las dictaduras estaban bien vistos. Montoneros trabajaba en los barrios, la gente los recibía. Un día metían una bomba, reventaban un depósito de azúcar, lo repartían. Hasta que, cuando empieza en serio la persecución y Montoneros no abandona la lucha, ahí la gente empieza a pensar que están todos locos. Y les da miedo porque empieza la persecución en los barrios y en las casas donde se había trabajado. Ahí cambia el humor social y es proclive a que venga el golpe. Los golpes no se dan si no tienen fuerte apoyatura social. Los sectores conservadores de la Iglesia, sectores económicos y algunos sectores políticos, incluyendo la izquierda tradicional marxista estaban pidiendo el golpe. Durante el mundial del 78 hubo una gran cantidad de autos con la pegatina Somos derechos y humanos. Había gente que preguntaba,  Señora ¿usted sabe dónde está su hijo?. O comentaban, algo habrá hecho, en algo habrá estado Y esa ya era la teoría de los dos demonios. Ya comparaban la responsabilidad de unos y otros.

Pero aparece más fuerte cuando Alfonsín firma los dos decretos para enjuiciar a las Juntas Militares y las cúpulas de Montoneros…

Alfonsín lo hace porque le consta que ninguno del lado del terrorismo de izquierda estaba en el país. Y del otro lado tampoco quería enjuiciar, pretendía que se hiciera la investigación y se lo encomienda al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Seguramente deseaba que el Consejo Supremo separase la paja del trigo, juzgase a las cúpulas y poner a salvo al resto de las FFAA. El Consejo Supremo no reaccionó a su frustración, porque antes de las elecciones del 83 y antes de que Alfonsín le ganara las elecciones internas a de la Rúa, que era la derecha del partido, no solo Lúder se comprometió a respetar la auto amnistía que se habían dado los militares; la derecha radical también. Las FFAA descontaban que no iba a pasar nada y cuando pasa, y el informe de la CONADEP es tan brutalmente revelador, les cuesta mover la cintura. Era tal las ganas de Alfonsín de que se jugaran solos, que les renueva la posibilidad. Entre los actos suicidas de las FFAA ese fue uno más, después de Malvinas. La teoría de los dos demonios aparece en los organismos. En la CONADEP eso no se discutió, porque la CONADEP no interpretaba. Uno siempre es subjetivo, pero tratábamos de no interpretar, de decir, esto pasó. Y como no nos correspondía meternos con qué habían hecho los militantes de izquierda, para llamarlos genéricamente, solo hicimos el informe sobre lo que fue la represión. La CONADEP es la contrafigura de lo que se dice de los dos demonios. Ahí se trabajó con un demonio nada más, para nosotros la esencia del mal era esa, el mal corporizado en cada una de las acciones que íbamos destapando.

¿Tuvieron muchas presiones en la CONADEP?

Sí, claro que hubo presiones. Había amenazas en las revistas más de derecha, burlas hacia Sábato para deteriorar su autoestima, que no era difícil por sus características. Y también, del lado del gobierno, que se empezó a preocupar cuando se dio cuenta que la cosa no iba a terminar en el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Ahí hubo discusiones fuertes que por suerte ganaron los buenos (se ríe). Cuando se arma la CONADEP aparecen muchas más denuncias de familiares y una cantidad considerable, que nosotros ignorábamos que existía, de supervivientes que estaban dispuestos a dar testimonio y acompañarnos a los centros clandestinos donde habían estado. Eso cambió brutalmente la calidad de la prueba. Por eso se pudo hacer el juicio a las Juntas como se hizo y por eso los jueces no pudieron menos que decir que todos los delitos fueron de lesa humanidad. La CONADEP la formó el gobierno de apuro, no había un plan premeditado, porque las organizaciones de derechos humanos exigían una comisión bicameral. Escribiendo el libro me di cuenta por qué. Porque había una expectativa, lo desearas o no, de que en el 83 iba a ganar (el candidato peronista, Italo) Lúder, porque el peronismo nunca perdía. Y él había reconocido la auto amnistía. Entonces, ¿por qué una comisión en el parlamento? Para que hubiera al menos una condena moral y política. Nadie pensaba que iba a haber una condena judicial.

Usted antes de la CONADEP trabajó con la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, en la que también militó Alfonsín.

Ahí tuve un gran entrenamiento en la investigación sobre documentación de desaparecidos. Yo había apostado a que un día iba a haber justicia. La apuesta era muy loca, pero cuando dejé de dormirme metiéndole una bala en la cabeza a Videla, Agosti y Massera, todas las noches, cuando me hice cargo de que a Pablito lo habían matado y me di cuenta de que yo no iba a matar a nadie, dije, yo los voy a meter en cana, estos van presos. Malvinas me dio la oportunidad, esa es la verdad. Si no hubiera habido Malvinas acá hubiéramos tenido una salida a la uruguaya, qué se yo.

Mario Eduardo Firmenich, líder de los Montoneros, que fue denunciado por negociar con el almirante Massera y que envió a la muerte a muchos de sus hombres en las dos contraofensivas, es una de las figuras más repudiadas de la izquierda. Vive desde hace años en Barcelona, recluido y sin hacer declaraciones. ¿Qué cree que habría que hacer respecto a él?

Que se olvide. Mirá, yo creo que en este momento lo mejor que podríamos hacer es que se terminen los juicios, que sigan apareciendo voces que por ahora solo vienen del lado de los que fueron Montoneros o ERP. Ni una aparece del lado de quienes gobernaron y quienes llevaron a cabo las acciones más perversas. Videla se muere y hace un reportaje sin decir lo lamento mucho, cometimos un error. Ni la conducción de Montoneros, en eso son igualitos. No hay un gesto de arrepentimiento, un gesto de reconocimiento, un gesto de querer reparar en alguna medida. Yo no puedo perdonar, no sé si tengo razón o no, porque no puedo perdonar en nombre de Pablo, la víctima fue Pablo. Quienes fueron víctimas tienen todo el derecho y es loable, si tienen la generosidad de perdonar. Yo no creo que nadie tenga derecho a creerse que tiene la verdad, caso de Hebe de Bonafini, caso de Carlotto, caso Cristina de Kirchner, estafadores de los derechos humanos, apropiadores indebidos del tema. Yo entiendo que si alguno sale y dice yo hice tal cosa le pase lo que a Scilingo, que por ingenuidad se fue a España, acá lo hacía  porque estaba protegido por la Ley de Obediencia Debida. Eso cortó cualquier posibilidad de que si alguien quería pudiera hacer. Ahora, si hay gente que tiene información, lo puede hacer anónimamente y se verá cómo cae en la sociedad. Siempre hay formas de encontrar la forma de decir la verdad, o por lo menos su verdad. Pero bueno, empecemos a compensar el desbalance.

¿Por qué fue tan brutal la represión en Argentina tras el golpe del 76?

Porque en Argentina tenemos una historia de enfrentamientos amigo/enemigo desde el irigoyenismo para adelante y, como dijo Perón alguna vez, al enemigo ni justicia. Tenemos esa cosa de confrontación tan fuerte que no tienen tanto los uruguayos. También porque el accionar de las dos guerrillas de Argentina fue muy brutal y mucho más extensa que en cualquiera de los otros países. Tupamaros, por ejemplo, prácticamente no mataba. Mató solamente a Dan Mitrione, discutían mucho antes de matar. Acá no, acá era eso de la anécdota en la librería, vamos a hacernos un cana. Después se enteraban que el cana era un pobre peronista y que era querido en el barrio. Además, los militares nunca perdonaron que en el 73, la noche que lo eligieron a Cámpora, fueran los militantes y abrieran la cárcel, eso fue tocarles el culo, directamente. Y eso no lo perdonan. Yo creo que los militares respondieron con toda la brutalidad que sintieron que tenían que usar, porque era una guerrilla extensa, y la siguieron después, aún sabiendo que estaban derrotados. Cuando viene la segunda contraofensiva (montonera) sobre todo, ya los estaban esperando. La embajada de EEUU, que por supuesto lo sabía, les dice, escuchen por qué no les hacen un juicio, si entran realmente para atacar, por qué no hacer un buen juicio, les dejan poner abogados, y se limpian la cara. No podían, era muy fuerte la decisión de aniquilamiento, sobre todo en determinados sectores. Otros negociaban, como Massera, pero el sector militar más duro no pudo ni hacer eso, que le convenía políticamente. Creo que la brutalidad se correspondió a dos cosas. A la dimensión que acá tomaron las guerrillas y a la necesidad de volver a imponer un proyecto político.

Hay mucha discusión sobre el uso que hace el kirchnerismo del tema de los Derechos Humanos…

El uso de los derechos humanos por parte de este gobierno es muy deshonesto. Ni ella ni él tuvieron nada que ver con Montoneros, se separaron de la parte armada. Al punto que hay un libro de Sandra Russo, que es una biografía de Cristina, donde ella cuenta cómo su hermana Giselle, sí entraba en Montoneros. Y ella y Nëstor, a los gritos, porque no tenían otra forma de trato, siempre fueron iguales, la convencieron de que no tenía que ingresar. Es decir, que ellos y Montoneros no tenían nada que ver. Lo cual no quiere decir que muchos compañeros de la facultad, que cayeron después, no fueran amigos, esa es otra historia. Cuando por fin se van a Santa Cruz, que es el lugar de origen de él, ella lo reconoce, que iban a hacer dinero, porque para hacer política había que hacer dinero. La hicieron de la peor manera, para gente que después decía que tenía sensibilidad social. Su estudio de abogados se dedicaba a ejecutar a las personas que no podían pagar su deuda y de paso, cuando podían, compraban ellos a un precio vil. Así hicieron una cierta fortuna, la fortuna en serio la hicieron ya como gobernador y como presidente. Como gobernador, cuando cobraban las regalías (del petróleo). Nunca, nunca, en su actuación como políticos militantes, el tema de los derechos humanos les preocupó en absoluto. No solo eso, sino que el primer gobierno de la democracia en esa provincia, estableció a través de sus ministerios de Educación que el día 24 de marzo (aniversario del golpe) se recordara el tema de la democracia y se repudiara los hechos de la dictadura. Eso fue prácticamente en todas las provincias. Cuando él era intendente y tuvo que competir por la gobernación, ella que trabajaba en la secretaría de Educación, forzó una disposición por la cual se suspendían los efectos de esa ley, en consideración a que las maestras y profesoras, eran en su mayoría esposas, hijas o madres de militares. Y era forzarlos a una situación muy difícil… 4.500 votos de la familia militar, que le permitieron ganar. Y por supuesto se dejó de hablar de los derechos humanos en las escuelas de Santa Cruz  Además en ese momento los militares y él eran un idilio. Cuando Kirchner gana la presidencia lo asesora Horacio Verbitsky, periodista de Página 12, que queda a cargo de inteligencia de Montoneros cuando matan a (Rodolfo) Walsh, cosa que siempre se ocupó de ocultar. Y él le aconseja que agarrre la bandera de los derechos humanos, que se ponga en contacto con Madres y Abuelas, que son los organismos más simbólicos, y se encamine hacia la anulación de las leyes de impunidad. Ahora, mientras Menem daba los indultos, cuando hubo que apoyar a Lúder, que había dado la auto amnistía, nunca dijeron nada. Ahora, qué es lo que pasó, la ardiente fe de los conversos. De ahí en más le ponen plata a Hebe y a Carlotto y empiezan a impulsar los juicios. A mi me hubiera encantado que estuvieron convencidos que el tema de los derechos humanos era un tema valioso, tanto para reiniciar los juicios como para ocuparse de los derechos humanos ahora. Pero el derecho de los qom (indígenas) no existe, el derecho del medio ambiente no existe, los jóvenes que ni estudian ni trabajan y están absolutamente marginados no existen. La escuela ha retrocedido como nunca, la salud es lo mismo, un retroceso enorme. Y la corrupción a un nivel impresionante.

¿Y qué opina del caso Milani, el jefe del Ejército del que se sospecha tuvo alguna responsabilidad en la represión?

¿Por qué quiere un oficial de inteligencia que además cuando jura lo hace por un proyecto nacional y no por la República, la Democracia?. Yo creo que ella ya ve la imposibilidad de cambiar la Constitución para permitir la re-reelección, viene el postkirchnerismo y no van a ser dos años fáciles. El famoso pato rengo no es sencillo para nadie y mucho menos teniendo al peronismo que hasta ahora se aguantó y que va a salir como oposición fuerte. Por eso la designación de Milani era la aspiración a construir un ejército que pudiera incidir en estas situaciones. Queda una pregunta por hacerse. ¿Sabía ella todo esto, se le advirtió? Hoy yo diría que sí, porque no le importa nada, salió a refrendarlo.

Eran humanos, no héroes