sábado. 20.04.2024

Colombia es uno de los países con mayor grado de violencia física y estructural. Cuenta con más de 450.000 efectivos en su ejército, 1 militar por cada 104 personas, así como no menos de 70.000 personas militarizadas, ya sea en guerrillas, grupos paramilitares o delincuencia organizada. A ello se une la existencia de un porcentaje alto de civiles armados en su vida cotidiana.

La penetración del militarismo y la violencia es amplísima en las más diversas instancias del Estado, en la existencia de múltiples políticos vinculados al paramilitarismo, a la delincuencia organizada o a las guerrillas, por no entrar a valorar la cultura violenta impuesta desde el pensamiento hegemónico, el patrioterismo, sexismo y machismo rancio que impera en la educación, y la violencia estructural existente.

El negocio armamentista es boyante y con ramificaciones e intereses muy amplios. El presupuesto militar colombiano supera los 13.000 mill. de $ en 2012, lo que equivale al 3,5% del PIB , aunque ha llegado a situarse en el 6%. Además, las entidades descentralizadas (ECOPETROL, ISA, empresas de comunicaciones, etc.), los departamentos y municipios destinan una parte de su presupuesto a defenderse de los efectos de la guerra. Si a ello sumamos los gastos que incorporan guerrillas, paramilitarismo, etc, la cifra se eleva a más de 20.000 mill.de $ al año. Y no es el final porque Colombia recibe ingentes cantidades, principalmente de EEUU, para luchar militarmente contra las guerrillas (Plan Colombia). Se estima que entre 2002 y 2010 se ha gastado para combatir a la guerrilla más de 100.000 mill.$.

La industria militar saquea los presupuestos colombianos o la guerra en Colombia es nuestro negocio

Colombia goza de una industria militar próspera INDUMIL, que vende armas a “civiles” que prefieren defender a tiros su seguridad personal, nutre al ejército colombiano y exporta a otros países. Esta industria, dependiente del Ministerio de Defensa, cuenta con activos (según su memoria de 2011) de 671.000 mill. $, unas ventas netas anuales que se acercan a 450.000 mill,$, y unos beneficios de más de 90.000 mill.$, antes de impuestos.

Este enorme gasto militar ha propiciado el que diversos países hayan hecho de Colombia un lugar de negocio privilegiado. Por ejemplo, España le vende anualmente más de 30 millones de euros en armas, monto superior al que destina a la cooperación con este país.

Colombia es un botín para los vendedores de armas. Y, como todo botín, no es fácil que los chacales suelten la presa. Por eso las principales empresas de la muerte han puesto los ojos allí antes de que se acabe la guerra y se reduzca el presupuesto militar.

Cassidian, una de las empresas militares más importantes de Europa, ha decidido poner oficina en Bogotá. “Estamos invirtiendo más en la región, dedicando más recursos para estar más cerca de nuestros clientes y como parte de esa estrategia hemos abierto la oficina de Bogotá”. Y ello porque “Colombia está muy desarrollado, con una política muy clara por parte del Ministerio de Defensa”. Cassidian comercializa, entre otros, los aviones de EADS, que vende a Colombia hace más de 30 años y ahora pretende colocarles aviones no tripulados y otros ingenios aeronáuticos de fabricación española.

Airbus Military ha firmado con Colombia recientemente un contrato para vender prototipos del avión C295, del que Colombia ya cuenta con varias unidades y cuyas nuevas ventas se entregarán a partir de 2013. Pretenden vender además los nuevos aviones A400M que se fabrican en Sevilla. Según su director de Marketing “la relación con Colombia es prioritaria ya que supone un escaparate de las capacidades de los aviones que fabrica nuestra empresa, debido a sus altos niveles de desempeño en unas condiciones operativas altamente exigentes y a su elevado nivel de utilización”.

También Navantia quiere meter la nariz, y ha elaborado trabajos para “apoyar” en la guerra fluvial y el control de los recursos hídricos, y en el combate contra el narcotráfico, próximo enemigo del ejército colombiano.

Tan importante parece Colombia, que el propio portal informativo de la industria militar española, Infodefensa, ha abierto una página específica para ella, donde “podrán consultarse las novedades diarias del mercado de la Defensa y Seguridad de este país como parte del desarrollo de las páginas especializadas en los distintos mercados nacionales”. De ahí hemos seleccionado las noticias que comentamos.

UTI-SLI Iberia (segundo proveedor en su especialidad en la Guerra del Golfo), por mediación del Ministerio de Defensa español, espera obtener un lucrativo beneficio. También la valenciana INDENOVA ha ganado un reciente concurso del Ministerio de Defensa de Colombia para ejecutar una serie de programas logísticos y de gestión documental militares.

La potente industria militar brasileña está igualmente interesada en el botín colombiano y ha llegado a acuerdos para vender armas a Colombia. También las industrias bélicas de EEUU y de Israel, consiguiendo para los próximos años cuantiosos contratos, como los helicópteros Sikirsky UH-60L, drones, fusiles Galil, etc.

Así no es posible la paz en Colombia

Colombia necesita invertir en disminuir la violencia estructural y la injusticia pero es más que probable que siga caminando hacia un nuevo rearme, con ayuda de la comunidad internacional, que será la gran beneficiada.

Recientemente se han abierto conversaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla colombianos, ¿cuáles son las posibilidades de éxito? Bajas con una militarización tan elevada y con el ávido interés de EE.UU. y de Europa por seguir vendiéndoles armas para hacer negocio. Una parte, una buena parte del problema colombiano, somos nosotros. La paz en Colombia se seguirá retrasando hasta que en los países desarrollados y productores de armas no podamos aunar el consenso social suficiente para acabar con la fabricación y comercio de armas.

El botín militar de Colombia