sábado. 20.04.2024
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Eduardo Buzzi, titular de la Federación Agraria Argentina. (Foto: La Razón. Argentina)

@jgonzalezok | Uno de cada tres dólares que ingresa Argentina en concepto de exportaciones son de productos agropecuarios. Entre ellos, el principal es la soja y sus derivados, que pasaron a ocupar el lugar que tenía la carne vacuna en otros tiempos. El precio por tonelada del principal producto agrícola del país llegó a superar en el mercado de Chicago los 600 dólares en 2008, pero hoy está en 340. Con un dato aún más preocupante, en lo que va de año el precio se derrumbó en un 35 %.

Trigo y maíz, otros importantes productos del campo argentino, también se han visto afectados por los bajos precios. La soja fue uno de los principales elementos en el llamado viento de cola, las condiciones externas favorables para una serie de productos  básicos –minerales, petróleo, gas-, que posibilitaron crecimientos a tasas chinas de varios países de América Latina.

Esta bajada se produce en el peor momento para Argentina, desesperada por conseguir dólares, sobre todo para pagar la factura energética. Imposibilitada de salir a los mercados internacionales, hasta que no solucione su conflicto con los fondos buitre, las exportaciones agrícolas son casi la única fuente para obtener el codiciado billete verde. La necesidad de conseguir divisas llevó al gobierno de Cristina Fernández a presionar a los productores que todavía no vendieron todo lo que cosecharon, a que lo hagan. Se calcula que retienen todavía 23 millones de toneladas y acusan a los productores de actuar por razones especulativas, esperando una devaluación.

Los productores, sin embargo, argumentan que necesitan tener remanentes para ir pagando los gastos que se derivan de la próxima siembra y para cubrirse de la inflación. Aún así, las grandes empresas cerealeras –multinacionales- que se encargan de la comercialización, se comprometieron a liquidar de aquí a fin de año unos 5.700 millones de dólares en concepto de exportación de granos y productos agrícolas procesados. Son 1.200 millones más de lo que preveían días atrás.

Las malas noticias de la soja se encuadran en un marco externo claramente desfavorable, ya que tanto las exportaciones como las importaciones vienen cayendo en los últimos meses, registrándose en septiembre el menor superávit comercial para dicho mes en los últimos 14 años.

En efecto, según datos oficiales del Indec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), las exportaciones argentinas tuvieron una caída del 12 % y las importaciones bajaron el 8 %, agravando aún más la escasez de divisas.  Según los expertos, la principal causa de este deterioro es la pérdida de competitividad por el tipo de cambio retrasado, y la caída de la actividad productiva, básicamente por falta de insumos importados, víctimas del cepo al dólar, para cuidar las reservas.

Lo cierto es que la rentabilidad de los productos agropecuarios y, especialmente de la soja, es cada vez menor. Por los costos internos, que son crecientes, por una presión impositiva -2,5 veces mayor que en Uruguay- que no cede a pesar de la baja en el margen de ganancias y por la mencionada disminución en el precio internacional. El atraso en el tipo de cambio se explica porque los precios se multiplicaron por diez, mientras que el tipo de cambio lo hizo por 8,5.

Desde ACSOJA (Asociación de la Cadena de la Soja Argentina), dicen que para que los modelos productivos de la campaña 2014/2105 sean rentables, el precio a cosecha debería subir al menos un 30 %. Y subrayan que en las actuales condiciones el cultivo solo sea rentable en la zona cercana a Rosario (provincia de Santa Fe), la más cercana al puerto de exportación. El presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luis Etchevehere, señaló en las últimas horas que el problema no es solo el precio, ya que en tiempos del ex presidente Fernando De la Rúa (1999-2001), la soja estaba a 180 dólares: “el problema no es el precio, aquí el problema son las retenciones, con un impuesto del 35 % estamos quebrados”

Entre los inexplicables desequilibrios que tienen que enfrentar los productores están los gastos de transporte. Hoy cuesta más poner un camión en el puerto de Rosario, desde los campos de Salta -1.200 kilómetros-, que entre el puerto de Rosario y Rotterdam, en Alemania. Eduardo Buzzi, titular de la Federación Agraria Argentina, señaló que el sector tiene los ingresos del 2002, pero con los costos del 2014.

El afán del gobierno es llegar como sea al 2015 sin que se sigan erosionando las reservas en el Banco Central. Hoy están ligeramente por encima de los 27.000 millones de dólares, lo que representa menos del 6 % del PIB. En comparación con otros países vecinos, la diferencia es notable. Brasil tiene reservas que equivalen al 16 % de su PIB; Uruguay, en torno al 28 %; Perú, un 31 %; y Bolivia un 43 %.

Eduardo Fracchia, del Instituto Argentino de la Empresa, señaló en un trabajo reciente que en Latinoamérica es importante acumular reservas internacionales para absorber los shocks externos que suceden con cierta periodicidad. Y añadió: “en países desarrollados la confianza está marcada por la institucionalidad y la historia; en países en desarrollo se necesita un sustento mayor ante cualquier emergencia financiera”.

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