viernes. 29.03.2024
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Cristina Fernández y el primer ministro chino, Xi Jinping. (Foto: Casa Rosada)

@jgonzalezok / La presidente argentina, Cristina Fernández, se encuentra en China en visita oficial, tratando de cerrar algunos acuerdos económicos y comerciales y devolviendo la visita que hizo a Buenos Aires en julio del año pasado su par chino, Xi Jinping. Argentina quiere convencer a inversores chinos y desea implementar una serie de acuerdos firmados el año pasado, cuyo contenido en parte es secreto.

Pero el particular sentido del humor de la mandataria argentina parece haberle jugado una mala pasada y dio un verdadero resbalón diplomático. Volviendo a su afición por Twitter, que había abandonado en las últimas semanas, coincidiendo con la crisis institucional que provocó la muerte del fiscal Nisman, publicó una serie de mensajes en los que caricaturizó el modo de hablar de los chinos, cambiando la letra “r” por la “l”.

“Más de 1.000 asistentes al evento… serán todos de “La Cámpola” y vinieron solo por el aloz y el petlóleo?”, escribió desde Pekín. Hacía así una comparación burlona con los actos del peronismo, donde los militantes suelen recibir choripanes y bebidas en pago por su asistencia. En ocasiones, reciben también dinero y hasta cocaína.

La inconveniencia y la falta de oportunidad del chiste la llevó a una especie de disculpa: ”Sorry (aunque no sabe inglés, a la presidente le gusta intercalar alguna expresión en dicho idioma). Sabés qué, es que tanto el exceso del ridículo y el absurdo, que solo se digiere con el humor. Sino son muy, pero muy tóxicos”.

La visita de Cristina Fernández a China se produce en momentos en que las relaciones bilaterales han adquirido una mayor importancia. Igual que sucede en el resto de América Latina, Argentina está recibiendo un gran número de inversiones procedentes de China. En julio pasado se firmaron 20 acuerdos por 18.000 millones de dólares. Pero esta nueva relación no está exenta de controversia.

En primer lugar por el carácter secreto de alguna de las cláusulas de los acuerdos. En segundo lugar, por las condiciones extremadamente favorables que reciben los inversores chinos, que algunos caracterizan como un nuevo neocolonialismo. La relación con China repita el esquema típico del capitalismo, de compra de materias primas y venta de productos manufacturados. Cristina Fernández quiere seducir a los chinos hablando de Argentina como un país con “una fuente inagotable de oportunidades”. En los últimos años, China ha comprado sobre todo soja, y ha vendido trenes y multitud de productos manufacturados que le hacen la competencia a la industria local. También ha sido importante la actividad de China en emprendimientos de megaminería.

Ahogada por la falta de dólares, Argentina ha podido aliviar en parte esta situación con los swaps entre los bancos centrales de ambos países. Es decir, el intercambio de monedas nacionales. Argentina, de esta manera, está ahorrando divisas fuertes, pero tiene que usar los yuanes para compras de productos chinos. Los acuerdos incluyen mucha financiación en diversos campos, pero obliga a Argentina a eliminar las licitaciones que podrían suponer mejores condiciones para el país.

La visita de la presidente pretende dar el impulso definitivo a la construcción de dos grandes represas en la Patagonia, en la provincia de Santa Cruz, la cuna de Néstor Kirchner. Las obras están retrasadas y sumamente cuestionadas. La construcción será llevada a cabo por un consorcio chino en asociación con una de las empresas consideradas como amiga del poder, como corresponde al capitalismo de amigos que se practica en Argentina. Parte importante de las tierras que se deberán expropiar son propiedad de Lázaro Báez, el socio de la presidente que está siendo investigado por lavado de dinero.

También es controvertido otro proyecto chino en tierras patagónicas. En la provincia de Neuquén se instalará una base espacial china, de 200 hectáreas, que tendrá una exención impositiva por 50 años. Habrá ciudadanos chinos trabajando en la misma, que se regirán por la legislación laboral de su país. Argentina no tendrá ninguna injerencia ni sacará ningún provecho de dicha base, aunque se desconocen los detalles, dado su carácter secreto.

Cuando en noviembre del 2004, el entonces presidente chino, Hu Jintao visitó el país, se anunció una fantástica promesa del gobierno de Pekín de invertir en el país 20.000 millones de dólares en los próximos 10 años. Fue un verdadero cuento chino que nunca se convirtió en realidad. Era el comienzo del gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007). Habrá que ver si la broma de su esposa y sucesora, con “La Cámpola”, el “petlóleo” y el “aloz”, no vuelven a frustrar unas inversiones que se esperan como un verdadero maná.

Cristina Fernández hace amigos en China