jueves. 25.04.2024

@jgonzalezok | La presidente argentina, Cristina Fernández, fue sometida el pasado sábado a un chequeo por arritmia y fuertes dolores de cabeza, estableciéndose la existencia de una colección subdural crónica. Traducido a lenguaje vulgar, se le habría formado un hematoma en la membrana cerebral. Los médicos de la prestigiosa Fundación Favaloro recomendaron un período de reposo de un mes, tiempo en el cual tendrá un seguimiento clínico. Si el hematoma no desaparece gradualmente, podría ser necesaria una operación.

El hijo de la presidente, Máximo, así como su cuñada y ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, volaron a Buenos Aires en un avión de la Fuerza Aérea desde Río Gallegos, en la Patagonia. La presidente estuvo acompañada por su hija menor, Florencia. El habitual secretismo que rodea los actos de gobierno y, sobre todo, de la presidenta, hizo que pasaran varias horas desde que se detectó el ingreso de la mandataria a la Fundación Favaloro y la confirmación del diagnóstico.

Se desconoce en qué circunstancias se produjo la caída que provocó el traumatismo, aunque la lógica invita a pensar en un desmayo por una de sus habituales lipotimias. Se produjo el 12 de agosto, al día siguiente de las elecciones primarias. Según se sabe ahora –ya que entonces no se informó- en aquél momento se la sometió a una tomografía computada, que no detectó ningún problema. Los especialistas han dicho que este tipo de hematomas pueden aparecer con el tiempo.

Este episodio tiene lugar en un momento especialmente delicado, desde el punto de vista político. Faltan tres semanas para las elecciones parlamentarias que renovarán parcialmente las dos cámaras. Los sondeos hablan de una derrota clamoroso para el gobierno, que perdería la mayoría que actualmente tiene en la Cámara de Diputados y en el Senado. La presidente estaba participando activamente en la campaña, con actos diarios. En su agenda tenía también numerosas inauguraciones y hasta se había animado a las entrevistas televisivas.

El vicepresidente, Amado Boudou, tuvo que volver al país con carácter de urgencia, cuando se encontraba en Brasil, camino de Francia. Aunque el secretario Legal y Técnico de la presidencia, Carlos Zannini -el hombre de mayor confianza de la presidente-, es quien está tomando las decisiones, desde el punto de vista institucional los pasos están claros: el artículo 88 de la Constitución dicta que, “en caso de enfermedad, ausencia de la capital, muerte, renuncia o destitución del presidente, el poder ejecutivo será ejercido por el vicepresidente de la Nación”.

Es una situación políticamente complicada, ya que Boudou está siendo investigado por presuntos actos de corrupción y mantenía un bajísimo perfil. Además, dados los malos resultados en las elecciones primarias, se había decidido que los personajes más controvertidos del gobierno no apareciesen en la campaña. Esto incluía a Boudou y a los jóvenes de La Cámpora, la agrupación juvenil del kirchnerismo.

Diversos dirigentes políticos, oficialistas y opositores, hicieron públicos sus deseos de pronta recuperación. Entre ellos, Sergio Massa, líder del Frente Renovador, que ahora es el principal adversario del kirchnerismo. En la misma dirección se manifestaron los dirigentes de la UCR, Ricardo Alfonsín y el ex vicepresidente Julio Cobos.

La salud de la mandataria argentina viene registrando diversos episodios, algunos de cierta preocupación. En enero del 2012 se le extirpó la glándula tiroidea, pensando que tenía un tumor maligno, aunque después se demostró que fue un falso positivo. En aquella ocasión estuvo 20 días de baja. También han sido muy comunes sus lipotimias, que la obligaron en varias ocasiones a suspender viajes internacionales y a mantener períodos de reposo.

Más polémico fue el diagnóstico de que sufriría el mal de Hubris, o enfermedad del poder. En este caso fue un dictamen no oficial. Un prestigioso médico y periodista, Nelson Castro, que ha escrito varios libros sobre enfermedades de presidentes, y que alertó de la gravedad de Néstor Kirchner poco antes de su fallecimiento, fue quien alertó de dicho trastorno, lo que le valió el repudio del oficialismo.

Otros presidentes argentinos han sufrido también problemas graves de salud en el curso de sus mandatos. Tanto Carlos Menem como Fernando de la Rúa, tuvieron que ser operados por una obstrucción de la carótida, una arteria que lleva la sangre del corazón al cerebro.  

Cristina Fernández dejará el cargo por un mes y asumirá el Vicepresidente