martes. 19.03.2024
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Enrique Peña Nieto

A nueve meses de que concluya el gobierno de Enrique Peña Nieto persiste la triste y cruda realidad del “crecimiento mediocre de la economía”, como lo llamó acertadamente Luis Videgaray cuando fungió como secretario de Hacienda y arquitecto de la docena de reformas estructurales.

Videgaray Caso usó el argumento del “crecimiento mediocre de la economía en los últimos 31 años” (1982-2013), para legitimar el proceso reformador ante el círculo rojo, pese a que las decisiones se tomaron en negociaciones con la cúspide de los partidos Revolucionario, De la Revolución y Acción, misma que hizo a un lado a sus senadores y diputados, si no atenemos a las denuncias periodísticas.

Concluidas las reformas, la economía mexicana creció 2.5 por ciento anual en los primeros cinco años del gobierno de Peña Nieto, “una tasa que superó a la de los dos gobiernos previos”, de acuerdo con información oficial.

La economía azteca creció, en promedio, menos de la mitad del 6 por ciento ofrecido por Enrique Peña como candidato presidencial y cuando todo lo firmaba ante notario público, en reedición aldeana de lo que hizo en el estado de México como candidato a gobernador. Lo anterior, pese a que fueron llevadas a la práctica las reformas económicas indispensables para desatar el crecimiento.

La economía mexicana creció 2 por ciento en 2017, una tasa que, según expertos, mostró con claridad la desaceleración de la actividad productiva, al comparar negativamente con el avance de 2.9 por ciento registrado en 2016, a tono con el reporte publicado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática

El crecimiento registrado el año pasado es el menor obtenido desde 2013, cuando avanzó 1.3 por ciento, según los datos del INEGI; además, agrego yo, de un altísimo subejercicio presupuestal en un país con enormes carencias de todo tipo.

El crecimiento económico de 2014 fue de 2.8 por ciento y de 3.3 por ciento en 2015, sin duda el mejor año económico de Peña, para arrojar un promedio quinquenal de 2.5 por ciento, apenas tres centésimas superior al 2.2 por ciento de crecimiento en promedio de 1982-2012, los años del Cambio de rumbo, como lo llamó Miguel de la Madrid y quien hasta su fallecimiento se negó a reconocerlo como de capitalismo salvaje, a pesar de ser el padre del modelito de 3.5 décadas.

Clarísimo está que un asunto son las demagógicas promesas de campaña electoral y los primeros dos años de euforia por el nuevo tlatoani, publicitado hasta la desmesura por el bastante bien remunerado oligopolio mediático; y otra muy distinta la herencia sustantiva del gobierno que deja a México con una deuda de 10 billones 203 mil millones de pesos (respecto al PIB creció más de 10 puntos porcentuales), cuando Felipe Calderón la dejó en 5 billones 104 mil pesos y Ernesto Zedillo en 1 billón 184 mil pesos, en el año 2000.

El INEGI y Los Pinos echan las campanas a vuelo por el mediocre crecimiento frente al gigantesco endeudamiento para las presentes generaciones de mexicanos. Tampoco guarda correspondencia el hipotecar el futuro de los mexicanos con los empleos “sin precedente” que se generan, por lo general mal pagados y que todos los días se festejan hasta bautizar al de EPN como el “gobierno del empleo”, título que también reclamaba Calderón Hinojosa con el aplauso frenético de Javier Lozano. Ni tampoco el hecho de que en este sexenio se alcanzó en México una “nueva cifra histórica” de inversión extranjera directa por 171 mil millones de dólares, como informó Peña Nieto.

Infinitamente más caro resultó el caldo que las albóndigas.

Artículo escrito por Eduardo Ibarra Aguirre publicado en Alainet

Crecimiento mediocre de la economía en México