jueves. 28.03.2024

@jgonzalezok | Una entrevista televisiva de Manuel Contreras, ex jefe de la DINA –la policía secreta del pinochetismo- y un intento de comida-homenaje a Miguel Krassnoff, fueron el detonante para que el presidente Piñera decidiera el cierre del penal cinco estrellas en el que estan recluidos diez de los principales represores chilenos condenados por delitos de lesa humanidad. En el Penal Cordillera viven solo 10 condenados, que se reparten en diez cabañas –Contreras tiene el privilegio de ocupar una de ellas, los demás comparten- y que gozan de amplias ventajas y libertades.

Las condiciones son bastante parecidas a un centro recreativo, según reconoció el presidente de la Asociación Nacional de Funcionarios Penitenciarios (Anfup), Oscar Benavides, luego del frustrado “asado de camaradería” que un grupo de militares retirados pretendía ofrecer a Miguel Krassnoff, condenado a más de 120 años de cárcel. Según dicho funcionario, ese tipo de festejos eran comunes en el penal.

La fiscal judicial María Loreto Gutiérrez, que visita semestralmente el penal, entregó un informe a la Corte Suprema que confirmó las condiciones privilegiadas de que gozan los represores. Las cinco cabañas están equipadas con servicios higiénicos, luz natural, duchas, agua caliente y buena ventilación. Los internos son asistidos por un médico, un psicólogo, un asistente social, tres paramédicos y un kinesiólogo. Y cada uno tiene su propia dieta, elaborada por un nutricionista.

Pueden acceder a actividades recreativas, música, radio, televisión, deportes y llamadas telefónicas dos veces por semana. Además de contacto permanente con sus familias y traslados al Hospital Militar, donde gozan aún de mayor libertad de movimientos. Todas, condiciones muy diferentes a las del común de los presos chilenos.

Las dos principales candidatas presidenciales, Michelle Bachelet y Evelyn Mathei, se mostraron de acuerdo con la decisión de cerrar este penal. Familiares de los militares presos, naturalmente, hicieron declaraciones en contra. La hija de Contreras habló de “cruel e infame venganza”, mientras la esposa de Krassnoff negó que el recinto fuera una cárcel de lujo. Y el exgeneral Luis Cortés Villa, expresidente de la Fundación Pinochet, dijo que era una venganza “que no está a la altura de un gobierno”.

Pero los diez represores no serán trasladados a una cárcel común. Su destino será el penal de Punta Peuco, a 50 kilómetros de Santiago, que fue la primera cárcel construida expresamente para alojar a los represores. Construida en 1995 sobre terrenos que pertenecían a Gendarmería, se levantó durante la presidencia de Eduardo Frei, tras la primera condena de Manuel Contreras, por el asesinato de Orlando Letelier. El exdictador Augusto Pinochet seguía siendo todavía comandante en jefe del Ejército.

De aquellos primeros tiempos se recuerdan las fiestas de Contreras y su segundo, Pedro Espinoza. “Verdaderos carnavales”, según dijo uno de sus inquilinos, el carabinero Fernando Valdés Cid. Un largo trabajo sobre esta cárcel publicado por CIPER (Centro de Investigación e Información Periodística), señala que tenían teléfono en cada habitación y visitas fuera de horario. El propio Contreras se vanagloriaba que esa cárcel especial había sido creada gracias a él “custodiada por miembros del Ejército que se cuadraban ante ellos y los trataban como sus superiores”.

En Punta Peuco están ahora mismo otros 44 reclusos también condenados por crímenes cometidos durante la dictadura, que gozan de excelentes condiciones, como salidas dominicales y de fin de semana. El penal consta de cuatro módulos, cada uno con su propio patio, sala de estar, cocina, enfermería, cancha deportiva, área de kinesiología, biblioteca y sala multiusos. Cada celda tiene baño propio baño.

Entre sus actuales habitantes están Alvaro Corvalán, exjefe operativo de la CNI –organismo que sucedió a la DINA-, José Fuentes Castro, uno de los condenados por el Caso de los Degollados, Iván Quiroz, preso por los 12 asesinatos de la Operación Albania, Carlos Herrera Jiménez, el asesino del sindicalista Tucapel Jiménez, Allí murió Osvaldo Guatón Romo, uno de los personajes más siniestros de la dictadura, que pasó de militante de izquierda a principal protagonista en la lucha contra los militantes del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria).

La construcción de estos penales especiales fue una consecuencia de las características de la transición chilena. Con un Pinochet que siguió siendo comandante en jefe del Ejército hasta 1998 y senador vitalicio hasta el 2002. Según cifras del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad Diego Portales, hay un total de 62 exmilitares o carabineros cumpliendo penas por violación a los derechos humanos. Pero hay 176 condenados con sentencia definitiva, nunca encarcelados por recibir beneficios. Y hay un total de 1.342 causas activas relacionadas con ejecuciones y desapariciones o por torturas a supervivientes.

El cierre del Penal Cordillera se decide cuando todavía no se apagaron los ecos del 40 aniversario del golpe contra Salvador Allende, que provocó numerosos pronunciamientos de todo el arco político. El presidente Piñera condenó la violación a los derechos humanos y criticó a los “cómplices pasivos”, un hito para un gobierno de derecha. Según el portal El Mostrador, en el entorno de Piñera se considera que la decisión sobre el penal es una iniciativa muy inteligente para la derecha, al instalar un punto de inflexión y desligarla de Pinochet

Y, como coletazo de este aniversario, el dueño del diario El Mercurio, Agustín Edwards, declaró ante la justicia por dos causas: la investigación por los instigadores del golpe militar y la llamada Operación Colombo, un operativo de la DINA en el que fueron asesinados 119 opositores al régimen militar. La policía secreta de la dictadura pretendía que los muertos aparecieran como caídos en enfrentamientos armados y el diario La Segunda, perteneciente al grupo de El Mercurio tituló: “Exterminados como ratones”. El Mercurio y la familia Edwards –con grandes negocios, incluyendo bancos- son un símbolo de la derecha chilena que alentó el golpe y sostuvo al régimen de Pinochet. 

Chile cerrará una cárcel cinco estrellas para represores