jueves. 28.03.2024
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16 Cumbre Mundial de Nobel de Paz

La decimosexta Cumbre de Premios Nobel de Paz se celebra por primera vez en una ciudad latinoamericana y la elegida ha sido la capital colombiana, que es nombrada capital mundial de paz. Título que ostentará hasta la próxima cumbre.
El jueves 2 de febrero, en el día sin carro que anualmente y desde el año 2000 sucede en Bogotá, el recinto de Corferias ha recibido la inauguración de esta Cumbre en un salón abarrotado que ha congregado a veintisiete de los premios Nobel de Paz entre representantes de instituciones y personalidades:

el Instituto de Derecho Internacional (con sede en Bélgica, premiado en 1904); la Oficina Internacional por la Paz (Suiza, en 1910); el Comité Internacional de la Cruz Roja (Suiza, en 1917, 1944 y 1963); el American Friends Service Committee (Estados Unidos, 1947); el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Suiza, 1954 y 1981); Unicef (Naciones Unidas, 1965); la Organización Internacional del Trabajo (Naciones Unidas, 1969); Lech Walesa (Polonia, 1983); la Asociación Internacional de Médicos para la prevención de la guerra nuclear (Estados Unidos, 1985); Oscar Arias (Costa Rica, 1987); Rigoberta Menchu (Guatemala, 1992); José Ramos Horta (Timor Oriental, 1996); la Campaña Internacional para la prohibición de minas antipersonas y Jody Williams (Estados Unidos, 1997); David Trimble (Irlanda del Norte, 1998); Médicos Sin Fronteras (Suiza-Francia, 1999); la Organización de las Naciones Unidas (2001); Shirin Ebadi (Irán, 2003); Mohamed El baradei (Egipto, 2005); el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (Suiza, 2007); Leymah Gbowee     y Tawakkul Karman (Liberia y Yemen, 2011); la Unión Europea (2012); Kailash Satyarthi (India, 2014); el Cuarteto para el Diálogo Nacional en Túnez (Túnez, 2015), y el actual presidente colombiano Juan Manuel Santos (Colombia, 2016).

El evento ha comenzado con más de una hora de retraso, lo que ha servido para poner a prueba que la paz inicia con uno mismo y su paciencia. O que la cumbre debía estar más alta de lo previsto y por eso tardaba en alcanzarse.
Tras escuchar los himnos de Colombia y de Bogotá, la Casa Ensamble ha realizado una performance titulada Victus, cuyos protagonistas son excombatientes de las FARC, del ejército y del paramilitarismo que actúan en honor a todas las víctimas del conflicto armado para escribir una nueva historia, la de todas y todos los colombianos, tejiendo la paz al pasar una cinta blanca que saliendo del grupo teatral ha recorrido la sala implicando tanto a las personas laureadas como al público asistente.

La intervención de las y los premiados con el Nobel ha empezado con las palabras del timorense Horta. El que fuera presidente de Timor Oriental ha señalado que cuanto más dure un conflicto más difícil será sanar las cicatrices; que Colombia vive una oportunidad única para que la paz sea una realidad y ha pedido a los partidarios del no a la paz que le den un tiempo de gracia al acuerdo, que respalden el proceso y que concedan la oportunidad de disfrutarla. Porque, según ha afirmado, si hace falta coraje para la guerra también es necesario para la paz.

A continuación, la periodista y activista yemení Tawakkul Karman ha saludado a las víctimas con un “Salaam Aleikun” (la paz sea contigo) recordándoles que no son víctimas sino héroes excepcionales. Tras resaltar el racismo que significa cerrar las fronteras a los distintos, se ha comprometido a continuar su lucha por la paz, la dignidad y la justicia.

El expresidente de Costa Rica, Óscar Arias, ha comenzado su alocución recordando las primeras frases escritas por Charles Dickens en su “Historia de dos ciudades”. Indicando que aquellos mejores y peores tiempos son también los de hoy, donde la insensatez y la incredulidad se juntan, donde el país más poderoso del planeta está siguiendo el guión del “1984” de Orwell y que el muro que pretende hacer para aislar a México no sólo dividirá a los pueblos sino a las conciencias. Ha dicho que también son tiempos de sabiduría, como Colombia que, contra pronóstico, está buscando la paz. Ha pedido a la juventud que abrace la bandera de la paz y su propia quijotada para ser compañeros de viaje en la lucha por los sueños. Tras enviar un saludo a Mijail Gorbachov, fundador de la organización, ha vaticinado que los mejores tiempos se extenderán por el planeta en la era de la primavera de la esperanza.

Tras el costarricense, la presidenta de la Cámara de Comercio de Bogotá, Mónica de Greiff, ha dado la bienvenida y ha agradecido a la World Summit of Nobel Peace Laureates que la aceptaran su postulación para que la capital colombiana acogiera este evento, lo que supone un “momento excepcional para crear el país que nos merecemos”.

Ekaterina Zagladina, presidenta ejecutiva del secretariado permanente de la Cumbre, ha reconocido en su discurso que no estaba preparada para tanta emoción tras apostar por Colombia como sede y le ha pedido a la ciudad, después de nombrarla oficialmente como capital mundial de la paz, que “entregue a la humanidad el mensaje de que la paz es posible” aprovechando que está dos mil seiscientos metros más cerca de ella.

La siguiente presencia en el atril ha sido la del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, que ha sido abucheado y silbado por una parte importante del auditorio. Y la verdad es que, después de escucharle, se lo merecía. Lo único salvable de su charla ha sido el reconocer que es un honor tener en la ciudad a tantos maestros, en referencia a las personas laureadas, y sus felicitaciones al presidente, al equipo negociador de La Habana y a la guerrilla. El resto ha sido un autobombo de su persona y su labor como alcalde, mezclando el sueño de un metro inalcanzable con las mentiras sobre un espacio público para todos como iguales. Él que tumbó por asalto una de las zonas más conflictivas de la capital, la olla del cartucho, expulsando a sus moradores para que engrosaran el número de habitantes de calle sin planificar para que fueran tenidos en cuenta como ciudadanos con derechos.

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El presidente Santos durante su intervención

Por último, ha cerrado las intervenciones de la inauguración el presidente Santos. Quien ha declarado su orgullo por tener en Colombia a tantas personas laureadas que trabajan y se comprometen por la paz.
Les ha recordado que se han encontrado con un país distinto, donde, tras más de ocho millones de víctimas y de doscientos veinte mil muertos, lo que parecía imposible se está cumpliendo: que más de seis mil hombres y mujeres de la guerrilla se estén concentrando para reincorporarse a la vida civil.
Ha resaltado que en Colombia se están cambiando los fusiles por las palabras y las balas por las ideas. Y una bala es la que ha lanzado al nuevo presidente de los Estados Unidos de América al cuestionarle su política hacia las personas migrantes.
El premio Nobel de Paz 2016 ha pedido dejar el lenguaje diplomático para hablar del amor, que es unidad, la de “una sola raza de todos los colores”; es compasión, único pero que le pongo porque denota un trasfondo religioso y las religiones son una de las  mayores causas de las guerras, y es tolerancia con la diferencia, que es “lo más valioso de las culturas”. Y para hablar de su contrario, que “no es el odio, sino el miedo que lo alimenta”.

Ha pedido derrotar ese miedo para hacer posible la esperanza. Para ello, ha dicho, hay que trabajar desde la educación, defendiendo la diversidad y cambiando el paradigma. Se ha reconocido como un soñador, pero que no es el único (I´m a dreamer, but I´m not the only one) recordando a Lennon. Y ha afirmado que “nuestro pueblo es uno, el mundo; y nuestra raza una, la humanidad”, para terminar pidiendo que para alcanzar la paz hay que crear paz interior, ese es el inicio del cambio.

Se ha despedido mandando un saludo al último presidente de la Unión Soviética y “disparando” otra bala al gran hermano del norte al cerrar afirmando que “sí hay cambio climático”.

La petición ciudadana que todas y todos debemos hacer es que el título de capital mundial de la paz sirva para que el país entero sea territorio de paz. Pax, paix, peace, mir, ukuthula, salam, pau, bakea, héping, frieden,…

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