jueves. 18.04.2024
cambiemos

Al Papa le gusta la gente menor, mediocre”, aseguró la diputada Elisa Carrió

“El Papa hace macanas…es Papa, pero no es Dios”, “Que no se meta en la Argentina, si fue elegido Papa y jefe espiritual; no dirigente de una unidad básica”, “Que Bergoglio sepa que a Cambiemos no lo pastorea ni el Papa ni nadie”, “Creo en Dios pero él no es Dios, y creo en Cristo pero él no es Cristo; que no me hable de paz si empodera a violentos”, “Al Papa le gusta le gente menos, mediocre…le gusta el chisme a Bergoglio”.

Si no fuese porque adjunto a este artículo las imágenes y el audio de los miembros del oficialismo expresándose de esta manera acerca del Papa Francisco, pocos argentinos podrían creer que la derecha de este país por primera vez declara enemigo a un Sumo Pontífice y, como si esto no significase ya un hecho insólito, ese enemigo es más argentino que el mate.

La misma derecha que se ha alzado con el poder a este lado del Atlántico, celebró con algarabía la asunción del primer Papa argentino, como así también su histórico discurso en la sede de Naciones Unidas; claro que esta última celebración se trató más bien de uno más de los solemnes actos de cinismo a los que vamos ya acostumbrándonos quienes sabíamos de antemano qué era lo que se escondía detrás del proyecto Cambiemos.

El motivo del encono es el desencuentro absoluto entre las ideas que promueve el nuevo gobierno y las que defiende Bergoglio. No hace falta más que retrotraerse a septiembre de 2015 (apenas a dos meses de las elecciones generales), cuando Francisco inició su visita histórica a Cuba y Estados Unidos. En la Asamblea General de Naciones Unidas el ex cardenal argentino expuso su parecer respecto de las políticas económicas que generan hambre, miseria, pobreza y abandono. Sin medias vueltas, el Papa Francisco habló de las nefastas consecuencias que acarrea el neoliberalismo.  "Hay que evitar todo tipo de abuso con los países en vías de desarrollo. Los organismos no deben tener una misión asfixiante hacia ellos. Lejos de promover el progreso someten a las naciones a un sistema de mayor pobreza y dependencia".

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Si tenemos en cuenta que la prioridad del nuevo gobierno argentino fue una clamorosa transferencia de dinero hacia las clases económicas más poderosas -en detrimento por supuesto de los sectores más vulnerables de la población- bien podría advertirse la diferencia de visiones existente entre Francisco y el presidente argentino, que, además de beneficiar a los de su casta, ha completado el combo de posturas diametralmente opuestas con las del ex cardenal Bergoglio, endeudando salvajemente al país mediante un crédito solicitado al Fondo Monetario Internacional.

En estas desavenencias se hallaría la respuesta de este encono entre el oficialismo y el Papa Francisco. Encono que se puso en evidencia durante los escasos 22 minutos que duró la visita del flamante mandatario al Vaticano y que quedó registrada en los medios del mundo como “fría y distante”.

Definitivamente hay una distancia abismal de apreciaciones acerca de la pobreza y los valores morales entre el presidente argentino y el Sumo Pontífice. Para Bergoglio la pobreza es la consecuencia de economías injustas que priorizan en los negocios antes que en los seres humanos. Tampoco ignorará Bergoglio lo que la evasión a gran escala y el dinero de los paraísos fiscales producen en las poblaciones de los países en vías de desarrollo. Seguramente el Papa Francisco conozca el efecto que causa esa economía opaca, y quizás también sepa que el hambre y la miseria no son simples tragedias inevitables, sino el resultado directo de la corrupción.

“Al Papa le gusta la gente menor, mediocre”, asegura la diputada Elisa Carrió. Y puede que esté en lo cierto, ya que de momento observa muy de cerca lo que hace el nuevo gobierno. 



'Cambiemos', una derecha sin cura (ni Papa)