jueves. 28.03.2024

El fallo del juez Rafecas le da un aire a Cristina Fernández, que este domingo inaugurará el período anual de sesiones ordinarias del Congreso, que siempre es un momento propicio para alentar a la militancia

@jgonzalezok / La presidente argentina, Cristina Fernández, conoció este jueves la primera buena noticia del campo judicial en mucho tiempo. El juez Daniel Rafecas, a cargo de la causa por el atentado contra la mutual judía AMIA (1994, 85 muertos), rechazó la denuncia del fiscal Alberto Nisman, que la acusaba de encubrir a los iraníes sospechosos del ataque. Nisman había presentado la denuncia cuatro días antes de su misteriosa muerte, lo que añadió dramatismo a la misma.

El juez consideró que no hay un solo elemento de prueba en la denuncia contra la mandataria ni los otros acusados. El fallo coincidió con los argumentos del gobierno, que en todo momento señaló que la acusación era un disparate. No obstante, el fiscal Gerardo Pollicita, que sustituyó a Nisman, recurrirá ante la Cámara Federal. La decisión del juez Rafecas sorprendió no tanto por el contenido de su fallo sino por la rapidez, inusual de acuerdo a los tiempos de la justicia.

El periodista Jorge Lanata, el azote del gobierno por sus denuncias, consideró que Rafecas actuó como un soldado del kirchnerismo y que se apresuró en alineare con el gobierno a partir de una situación personal, en referencia al pedido de juicio político que enfrente en el Consejo de la Magistratura.

Ernesto Sanz, titular de la Unión Cívica Radical (UCR) consideró que la denuncia de Nisman merecía otro final: “un mínimo compromiso con la realidad obligaba, por lo menos, a producir algunas pruebas antes de desestimar la denuncia, como hizo Rafecas”.

A pesar de este respiro para la presidente, el caso no está definitivamente archivado. Y el daño político está hecho. Más allá de lo que la justicia decida, los argentinos pudieron escuchar unas grabaciones muy comprometedoras. Y en la opinión pública se instaló la idea de la impunidad por el atentado de la AMIA y las sospechas que vinculan al gobierno con la suerte de Nisman.

El fallo del juez Rafecas le da un aire a Cristina Fernández, que este domingo inaugurará el período anual de sesiones ordinarias del Congreso, que siempre es un momento propicio para alentar a la militancia. Se ha organizado una manifestación para recibirla que se pretende se masiva y sirva para emular la marcha del silencio del pasado 18 de febrero, en la que se rindió homenaje al fiscal Nisman.

Renovado aire político, también, por los nombramientos en el gobierno que se conocieron este jueves. Se fue el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que llevaba en el puesto desde noviembre de 2013 y que ha cumplido un triste papel. Llegó como presidenciable y ahora se vuelve a su provincia, Chaco, con la perspectiva de candidatearse a la alcaldía de Resistencia, la modesta capital provincial. En el camino quedan algunas conferencias de prensa memorables por lo bochornosas, incluyendo la rotura ante las cámaras de artículos periodísticos que irritaron a la presidente.

Lo sustituirá uno de los más veteranos kirchneristas, Aníbal Fernández, que estaba como secretario general de la Presidencia, pero que ya fue dos veces ministro, entro otros cargos. Fernández, conocido por su verborrea, es un soldado de la presidente, pero con una inteligencia que nadie puede negarle.

Pero el nombramiento más sugestivo es el del nuevo secretario general de la Presidencia. Se trata de Eduardo Wado de Pedro, joven de 38 años que integra La Cámpora, la agrupación juvenil kirchnerista, que cada vez tiene mayor presencia en el Estado. Hijo de desaparecidos, es uno de los jóvenes con más cercanía personal a la presidente, que primero lo nombró vicepresidente de Aerolíneas Argentinas, y después miembro del Consejo de la Magistratura. Su juventud y su militancia no le impiden tener ya una interesante fortuna personal.

Wado de Pedro se ha convertido en el camporista que llega más lejos en las filas del Estado, si exceptuamos el caso del ministro de Economía, Axel Kicilloff, que no es estrictamente de La Cámpora, aunque sí un aliado. Hasta ahora, la agrupación juvenil logró acceder a numerosos puestos, pero en segundas filas, aunque en ocasiones con más poder real del que indican los cargos. El nuevo secretario general de la Presidencia seguirá teniendo un acceso directo y cotidiano a la presidente, trascendental en este año electoral. Y marca una señal del camino que pretende seguir la mandataria en los meses que le quedan en la presidencia.

Es de prever que los camporistas consigan más puestos en las listas electorales que los que estarían dispuestos a dar los peronistas de siempre, los integrantes del aparato y otros jugadores en el tablero, como son los gobernadores. Además, el gobierno seguramente tratará de resguardar lo que consideran como su capital político, más que a reparar los jirones en la economía.

Una buena para Cristina Fernández